La ventana abierta

Siempre amé las telenovelas. Hábito compartido con mis abuelas, lenguaje de infancia, primera aproximación al mundo romántico. Telenovelas de aquí o de otras latitudes, en general latinoamericanas. También españolas, en verdad. Telenovelas que eran mi idioma. Pero desde hace unos años, mi relación con ese género que aún considero amoroso y necesario, se volvió errático. Porque ya no puedo sentarme a una hora fija a ver la tele, porque durante unos años no tuve tele en el living ni en mi habitación, porque Netflix y sus series ganaron mi atención y mi tiempo, porque así le pasó a muchos en este país con las nuevas plataformas y fundamentalmente con internet. Simplemente, para mí, ocurrió. Pero siempre quedó ese hábito de leer en las secciones de espectáculos qué se estrenaría por qué canal y con qué elenco contaría la nueva novela de turno. Creaba expectativas que después quedaban en la nada al no seguir el programa a diario. Cualquier inconveniente se transformaba en excusa para dejar de ver el programa o incluso, hacia el final de las tiras, aparecía algo en mí inédito: el tedio. No llegaba al final de las series, como me pasó con Farsantes o Guapas. Sin embargo, no dejé jamás de celebrar la producción de ficción local, y con el gobierno de Cristina vi casi todas las series nuevas que produjo Bacua, el INCAA y la TV Pública, hoy organismos en manos gorilonas de poca creatividad y voluntad de inversión. Hoy no hay producción de ficción alentada por el gobierno nacional como hasta hace unos pocos años. La tristeza de la vida social es causal de esta tristeza en la pantalla chica. A punto tal que hace unos días llegó a mí el comunicado de Argentores que era una denuncia y un pedido desesperado al mismo tiempo: la ficción argentina en la TV está muriendo. Se está ahogando. Y detrás de esas historias variopintas hay trabajadores y familias. Pero además está nuestra propia cultura (visual, narrativa, emocional y afectiva, histórica y social). Esta vez el comunicado era por el levantamiento de la serie que producía Underground para Telefé: Fanny, la fan
Una telenovela en clave de comedia sobre la propia industria televisiva. Una tele que se miraba a sí misma en un sentido amplio y con todo lo que conjura: los equipos de trabajo, los actores y actrices, los directivos y también los fanáticos. Una comedia con un elenco impresionante (Agustina Cherri en el protagónico, con Luciano Cáceres, el Puma Goity, Verónica Llinás, Andrea Bonelli, Laura Novoa, Julieta Díaz, Mex Urtizberea, Tomás Fonzi, Luis Ziembrowski.....). Y con otro ingrediente: cada papel fue elegido con precisión y certeza para el actor o actriz que correspondía. Nadie habría hecho mejor de Fanny que la Cherri. Nadie podría ser ese actor vanidoso e hipersensible más que Luciano Cáceres. Nadie podria ser esa escritora frustrada, grandilocuente, agresiva pero también sensiblizada ante una historia de amor que ya no es más que Llinás. Y nadie mejor que Goity para ese empresario con peluquín que olvida el nombre de los empleados de su canal (Megacanal), que es su vida, al igual que su nuevo amor: la misteriosa Marcia Enriquez (Julieta Díaz), que alimenta su historia de venganza. Cada personaje tiene su propia magia, su simpatía, y sobre todo una capacidad para hacernos reir. Sí, es una comedia para reírse mucho. 
Yo no había visto ni un solo capítulo antes de leer el comunicado/denuncia. Pero necesité saber por qué una serie había sido levantada después de tan sólo 18 emisiones. ¿Sería muy mala? Pero con ese elenco, lo dudé. Así que me aventuré a la única salida posible: mirarla. Y la verdad es que la telenovela es muy buena, es original, es fresca. Algunos críticos dijeron quizá demasiado naif para el prime time, pero hubo series igual de inocentes que ganaron esa franja horaria, sobre todo de la mano de Pol-ka. No es un problema de contenido o de actuación: es un problema de target. ¿A quién va dirigida esta serie? Creo que a personas en sus veintilargos, como yo, pero somos esas mismas personas las que no podemos sentarnos todos los días en el mismo horario a ver la tele, porque la vida hoy no es así, no al menos en la Ciudad de Buenos Aires. Y las señoras, a quienes más de una telenovela se les ha dedicado casi con exclusividad (pienso en mis abuelas), no sé si engancharían con esta propuesta. Es más, muchas de ellas pueden estar mirando Las Estrellas en ese momento. ¿Los adolescentes quizá? Menos. La cultura de la telenovela no les es tan propia, más allá de alguna serie con Lali Espósito. Entonces cómo puede subir el rating, cómo puede funcionar una apuesta de estas características. Necesitamos marcos que regulen la producción de ficción en la pantalla chica local. Necesitamos, para aquellos que amamos que nos cuenten historias, que haya apoyo financiero y que sea una voluntad política y cultural dar ese apoyo. Porque no soy de las que creen que la telenovela muere: es mentira, lo vemos con los enlatados de Brasil o Turquía, que se consumen vorazmente en las mismas pantallas de TV abierta. La población (parte de ella al menos) sigue sedienta de historias que ingresen a las casas, que mantengan en vilo al espectador, que sean entretenidas y placenteras o dolorosas pero necesarias. Telenovelas que interpelen. La pregunta es, con tantos públicos de tan variados hábitos, cómo hacerlo, cómo lograrlo. La historia de Fanny, la fanática, es la historia de muchos de nosotros, del otro lado de la pantalla. La TV es nuestra ventana personal a otras vidas imposibles, incluso en escenarios locales. Queremos seguir teniendo esas ventanas, hacia vidas lujosas o de gente común, hacia fábricas y estudios de TV, hacia historias en pueblos rurales o en barrios privados. No nos hemos cansado de las historias, pero los medios y los tiempos han cambiado y la TV y sus pergeniadores así como los gobiernos deben encontrar la manera para que esa sed de cultura popular se mantenga satisfecha. Para tristezas graves tenemos la realidad a diario. Por lo menos, en esa ventana de mundos ficticios pero afectividad real desde y hacia el espectador, deberíamos poder ser más felices. Pero para eso la ventana no puede cerrarse. 

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