Zoon politikon

Comiendo helado, pensaba en lo que le pasó a Pino Solanas o lo que, mejor dicho, va a terminar pasándole, ya que en estos momentos estamos tan sólo en los comienzos. ¿Será que llegar a una posición en la que uno tiene un cierto poder cambia la ideología de las personas? ¿O las muestra tal cual han sido siempre? ¿Será que Pino no sabe interpretar lo que sus votantes le han querido decir? La metamorfosis ¿inevitable? de un hombre político en una mujer Carrió. Y Pino solamente encendió la luz de guiño para girar a la derecha.

Pensando en nuestro ya homenajeado Hernán Cortés, que hoy obtuvo un 8 de promedio anual en Ciencia Política –¡vamos, Herni, Flor no es vengativa!-, inseguridad es que la izquierda de repente (al menos, aparentemente) se tire de panzazo a la derecha. Porque si hablamos de Macri, y, bueno, nadie espera menos de él que un Ministro de Educación que apoya la dictadura y piensa que los jóvenes tienen la cabeza quemada por el rock –Capusotto, la realidad supera la ficción- al mejor estilo Onganía. ¿Se viene el corte de pelo masivo para todos en un coiffeur de seccional?
Pero volviendo a esta Centro Izquierda –que asegura ser y querer ser la tercera pata de nuestra realidad política- que no se sabe bien qué es, me hallo sumida en la incertidumbre. Y ya no tendré a Raimundi en el recinto para calmar mis angustias. Centro e izquierda al mismo tiempo es como caminar y mascar chicle, refrán aparte. En realidad, es como andar en skate pero moviendo las piernas como si anduviésemos en bicicleta. Es querer caminar y correr. Ser sapo y príncipe sin beso de por medio. ¿Es la anomia durkheiniana? ¿Es la vida que no nos alcanza? ¿O es la cobardía que indicaría, según Silvio Rodríguez, que los políticos no son amantes? Me da miedo la incertidumbre de la doble personalidad que ni siquiera queda claro cómo funciona, a diferencia de Jano –¡qué recurrencia!-. Y si Keynes tiene razón y frente a la incertidumbre nos volvemos agentes irracionales más allá de cualquier tasa de interés, no dudo que una locura colectiva sobrevenga la ciudad y la recorra como un espectro o fantasma pero nada rojo.

¿Cuál es la conclusión de este escrito? No lo sé –nunca lo sé-, pero puedo decir que es doloroso que la primera votación de tu vida acabe en decepción y desilusión. Y supongo que no soy la única. Pino se planta, dijeron. Pero el peso de los frutos a veces tuerce el tronco. Esperemos que llegue pronto el ingeniero agrónomo que se requiere en estos casos o, al menos, un técnico en jardinería. Pino, no te duermas, no acabes en Hora Clave, no seas hijo de puta. Desde HND, la interpelación a los hombres –y, ¿por qué no?, a la historia-. Sé que fui advertida por el staff de no adentrarme en política pero esto no llega a ser ni un prólogo de un análisis. Es sólo la reflexión de un dementor cansado que come helado un jueves caluroso pensando en estos hombres ambidiestros. Y me voy con una frase que citó Claudio Morgado –al que supe ver en Cablín durante mi edad más tierna y cruel-: si ganás con la derecha, gana la derecha.