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Mostrando entradas de junio, 2012

Participación Estelar

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Estábamos perdidos y la historia era confusa. Somos intelectuales del bronceado, eruditos del supermercado en un mundo lleno de piolas.  Estábamos desesperados y nadie contaba la historia.  Quisimos escribir y nos sentimos pumas, y esto fue lo mejor que nos salió: una mezcla extraña de ensayo y exabrupto. El casamiento de un homenaje y una parodia. Esto no es un manifiesto, tampoco una confesión o una advertencia. Lo más probable es que tan solo sea un síntoma.   HND. 

Pausa País

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Estamos muy tristes pero Juan Alberto nos dejó lo mejor que nos podía dejar: los frutos de su trabajo (y no borramos a Tinelli de la lista porque las contradicciones nos engrandecen). Es poco y nada lo que podemos decir en estos momentos de bronca y tristeza porque, como diría una gran amiga, huelgan las palabras. Hoy la Argentina perdió uno de sus mejores hijos, ese que sin miedos ni tibiezas dijo a todo el país "me gusta ser argentino, la puta madre que me parió".  Desde este (poco y nada) humilde espacio queremos decir sólo esto: HASTA SIEMPRE, CAMPEÓN.

El retorno del Rey

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Mi hermano abre la puerta bruscamente. No le veo la cara pero sí la mano que alienta el gol de Trezeguet y nos pone 1-0 arriba de Almirante Brown. No pude ver el partido: me pongo nerviosa. Me encierro en mi cuarto a estudiar, con la mitad del cerebro en los apuntes y el corazón en el partido. Mi hermano vuelve a entrar, pero esta vez de cuerpo entero. Pienso lo peor, pero no: gol de Ferro. Además, Desamparados iba ganando y Quilmes también (no todo es perfecto). Festejo que los cordobeses no puedan, al igual que los rosarinos (nada personal). Penal para River, de repente. Segundo tiempo: Trezeguet tampoco puede. No lo podemos creer. Lo único que veo del partido es la esperanza de finiquitarlo y encima fracasa. Me retiro, indignada, mientras pienso que estamos meados por una manada de elefantes. Pero el juego no se acaba hasta que se acaba, como dice un personaje de Brad Pitt. Al ratito nomás, Trezeguet se reivindica: 2-0 ganamos, segunda participación del nunca bien ponderado Ro

Someone like you

La televisión me apasiona. Por suerte, mis compañero/a Porthos lo entiende y me sigue queriendo (eso espero). El mundo televisivo es fragmentario y fugaz, hasta frenético podríamos decir. Sin embargo, hay un momento de paz: hay un personaje relativamente nuevo que nos habla con el corazón, para llegar al nuestro, para contarnos míticas historias del corazón. No es una telenovela, el personaje de hecho es real: existe más allá de la pantalla, como tantas otras cosas que a veces aparecen de manera oculta unas horas al día. Hay mucha ficción, excediendo, claro está, el género ficcional en sí mismo. Discursos que crean realidad desde lo ficto : nos narran cosas que pueden o no suceder, pero que llegan a cobrar importancia, casi, casi, como Dios. ¿Importa si sucede o importa aferrarnos a ellas? Pero hoy no quiero pensar en eso. Hoy quiero hablar de esta persona televisiva que transmite amor y parsimonia (no, no es Claudio María Domínguez, que me pone sumamente nerviosa). Hoy quiero defen

¿Qué ves cuando me ves?

Una mujer poderosa y rica se enamora de un mecánico bonachón que no tiene dónde caerse muerto; un cuarentón que sigue pensando que es un adolescente y que de esa manera está logrando escapar del sistema opresivo en que vivimos; un conductor carismático que te hace preguntas por plata y al mismo tiempo te cumple un sueño casi eternamente postergado; otro conductor que se hace el logi –aunque algunos desconfiamos- y te propone que lo que te separa de ‘la felicidad’ es tan sólo un minuto; una mujer de sesenta largos nos pasa películas que interpelen directamente a nuestro corazón mientras tomamos el té; un hombre que es muchos hombres trabaja con su prima en una casa de citas que tiene un solo empleado y es amigo de un cura que se hace preguntas existenciales en base a algo que no se sabe muy bien si existe (¿y acaso importa?); un hombre que dona esperma y no puede dejar de pensar que cualquier mujer con la que se cruce podría ser su hija; un conductor de noticiero de medianoche que hac

Churros para todos y todas

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Lectores: hay algo que me aqueja. Si observamos la revista OhLalá o la previa en la alfombra roja de los Martín Fierro, pareciera que para ser un macho argentino hay que tener un rol protagónico en una ficción de Telefe o Canal 13 (o no), tener barba y ser -sin dar más rodeos- un pelotudo. Esos muchachitos prefabricados tipo Luciano Castro (sólo me acordaba del nombre de pila y el vello facial, tuve que googlear el apellido), Gonzalo nosécuánto y Ludovico Di Santo (¿quién sos?) inundan las notas de actualidad que muestran las giras patéticas que los actores y actrices y seres indescriptibles dan por los locales de ropa los fines de semana para manguear un descuento. Podría hablar de Juan Darthes, Sebastián Estevanez o Facundo Arana pero esos señores se ganaron los lugares que ocupan. A mí los que realmente me indignan son estos peludos (sí, peludos) que prolongan su adolescencia hasta entrados los 40 años à la Nicolás Cabré, usan jeans tiro bajo para desmayar hombres y mujeres con sus