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Mostrando entradas de julio, 2012

Race, life is a race and I'm gonna win

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SE VAN TODOS A CAGAR, VOLVIÓ LA TOSTADENSE Mentira, por un rato nada más. Sólo para compartir con todo lo pibe LO CONTENTA QUE ME PONEN LOS JUEGOS OLÍMPICOS. Los amo, amo todo de ellos, amo el equipo (¿ustedes vieron las camperas de los argentinos?), amo los deportes en equipo e individuales, amo a Liu Song alias EL CHINITO DEL PING PONG, amo a Valeria Pereyra, representante argentina en gimnasia después de la ausencia en Beijing, amo a Federico Molinari, el primer argentino en llegar a una final de gimnasia, tanto masculina como femenina. Amo a la peque Pareto, que se quedó afuera injustamente. Amo cómo somos todos fanáticos de todos los deportes durante dos semanas. AMO LOS SALTOS ORNAMENTALES SINCRONIZADOS, son increíbles. PERO SOBRE TODO, amo a Federico Molinari (sí, otra vez). Pero es que mírenlo! Pero mírenlo de nuevo!! Me lo morfo con una de esas coberturas de merengue que le ponen a los cupcakes Y ya que estoy acá, aprovecho para dejarles un par d

Como el fuego reflejado en el agua dibujaba partículas de Dios

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Tengo algo que confesar: extraño a Gustavo Cerati. En todo este tiempo no pude ni quise decirlo porque parecía falso de tan obvio. Pero lo cierto es que extraño a Cerati, lo extraño tanto que casi no puedo escuchar sus discos.  Escuchar a Cerati (o a Soda) es como ir a un telo. Pensás en el artificio, en la puesta en escena y una vez adentro te das cuenta que es todo honesto, todo brutal, todo crudeza. Ya estás ahí, ya lo estás escuchando y el verbo vive en la carne. Si la violencia aparece en el lenguaje y se traslada a la materia, lo mismo pasa con el erotismo, ¿no? Y Cerati es pura palabra.  No tengo mucho más para decir, ¿vieron cómo es la angustia que a uno lo enmudece? Lo único que puedo contarles hoy es que lo extraño y que me están haciendo falta sus recitales. Quizás más adelante pueda charlarlo un poco más. Mientras tanto, seguiré desordenando sus palabras a ver si así lo hago aparecer.

Los dueños del pabellón

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Más vale tarde que nunca, dice la sabiduría popular. Y así fue que llegó a mis manos la serie Tumberos , dirigida hace aproximadamente diez años por Israel Caetano, bajo la producción de Sebastián Ortega y ¡Marcelo Tinelli! (quién te ha visto y quién te ve). Una serie de once capítulos, protagonizada por Germán Palacios (de preso a policía, quién diría) y con grandes actuaciones del genial Carlos Belloso y Roly Serrano, entre otros (qué capo Diego Alonso). Hasta actuó en un par de capítulos Gastón Pauls, como por obra del destino. Veamos qué podemos sacar, luego de una desenfranada maratón en compañía de mi hermano y pese a que me tenía que levantar temprano para rendir un examen.  Ulises Parodi (Palacios) era un abogado con plata, que movía causas de mucho dinero y cuyo tío era un senador a lo Duhalde, bien corrupto y con bastón de mafioso para completar la imagen estereotipada. Pero un día las cosas no andan bien y le tienden una cama, en la cual él aparece como homicida de una

Homeward bound

Hace mucho tiempo, en este maravilloso blog solíamos hablar de la familia Pauls. Es imposible saber exactamente por qué fueron desapareciendo de nuestras líneas cibernéticas, supongo que fuimos creciendo y queriendo abarcarlo todo, como nos fuese posible. Pero la vida da muchas vueltas (¿o las vueltas las damos nosotros, como cantan los uruguayos?) y aquí me siento, escuchando a Lucho Gatica y tomando mate, luego de una jornada larga y agotadora de estudio, a escribirles a todos ustedes, fieles lectores, aunque más no sean unas líneas sobre el gran Gastón Pauls.  La genealogía no es el origen: es lo único que recuerdo de un texto de Foucault que nos leía una loca profesora de psicología cuando estábamos en quinto año del secundario. Sin embargo, yo quiero retrotraerme a ese primer artículo que escribí y que fue inspirado en la mueca angelical y melancólica de Gastón. Me acuerdo de Aramis, una noche, caminando por la calle –aún vestidas de fiesta-, imitando sus cejas caídas de perr

Menos tu vientre

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Yerma es una mujer joven, hermosa y llena de vida. O al menos así la vemos al principio de la obra. Vive con su esposo, un hombre enjuto llamado Juan que en realidad la ama, pero tal vez su amor, ese amor no alcance. Yerma quiere tener un hijo (ella viene de una casta muy fértil) pero su marido no está muy preocupado al respecto: él es un campesino, hombre de campo nomás, y quiere volver a su casa (donde también viven sus austeras y masculinas hermanas) y que su mujer lo aguarde con una sonrisa, sumisa, encerrada en el claustro del hogar. Pero Yerma tiene sangre en sus venas, tiene leche en sus pechos, aunque el vientre parece estar muerto. Sea Juan el del problema, ya no importa: porque ella está casada y es una mujer honrada que no dejará a su tieso marido a pesar de todo (o de nada). Yerma ve cómo las muchachas del pueblo van quedando preñadas. Todas ellas, sonrientes, aún niñas en muchos aspectos, correteando con sus panzas llenas de vida y ternura. Todas ellas, salvo Yerma. Y es

One and only

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Y estás en tu casa, solo, algo melancólico, como todas esas personas que parecen andar perdidas allá fuera en la ciudad. Tan solo que no sabés qué hacer. Solamente podemos hundirnos en la única voz que podría llegar a envolvernos. Quizá no conseguiríamos escapar a la soledad, pero como dice una bella canción, la soledad nos devoraría y seríamos dos, dos con ella, la joven mujer británica de apenas 24 años que cierra sus ojos, en color gris, y uno no sabe si está por llorar o quiere salir a matar. Never mind, I'll find someone like you No sé nada de la vida de Adele. Sólo pienso en su voz única que cuando se hace escuchar parece ser la única voz. Tiene furia y fuerza pero no es una música destructiva, no puede derrotarnos. Nos hace dar cuenta de lo triste que puede ser el amor, las canciones de amor, un hombre que se va o que nunca vuelve o al que igualmente se sigue esperando. When will I see you again? You left with no goodbye, not a single word was said No f