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Mostrando entradas de septiembre, 2009

Let`s all get nervous

Habrán notado ya que cada miembro del equipo de Heisenberg Not Dead es único e irreemplazable. Cada uno de nosotros tiene su estilo, su forma, su extensión, su tamagochi y, ¿por qué no su color favorito?. Resultado (o causa) de esta serie de particularidades es que cada uno de nosotros libre una batalla personal contra distintas esferas de la actividad humana. Si nos mantenemos cerca es porque confluimos en la mayoría de estas luchas y, al divisarnos en el campo de batalla, no tuvimos que hacer más que sonreír con complicidad para entender que estamos (y siempre estuvimos) del mismo lado. Es por esa eterna camaradería heisenbergiana que juzgo necesario relatar lo que me sucedió el fin de semana próximo pasado y sonreír. Sábado 26 de septiembre de 2009, clima agradable. El escribiente camina por San Telmo, volviendo de su taller de análisis literario con la alegría de saber que le espera una noche a solas en su humilde morada. Se detiene junto a un kiosco de diarios y un título en for

La increíble y triste historia de la cándida Darth Vader y sus dementores desalmados: parte II

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Dicen que las segundas partes son siempre peores. Y Legalmente Rubia II lo demuestra. Pero en fin, contra viento y marea, me siento al compás de la vigüela a escribir esta segunda parte de la serie de eventos (des)afortunados que vivimos la semana pasada. Después de todo, también dicen por ahí que por cada nueva ventana que abrís en Internet Explorer se muere un perro. Y hasta ahora, no oigo menos ladridos. Vamos o no vamos. Al final, nadie puede ir. Y yo no iba a ir sola a un evento como era La Kermese de Blogs. Es decir, analicemos las variables:  Martes 19hs  Centro Cultural Rojas (al cual había ido misteriosamente por primera vez esa tarde a retirar las entradas que nadie me pidió después)  Cuarenta y cinco minutos de viaje  Kermese de blogs  Sola La única persona/dementor que podía acompañarme era Porthos, pero salía a las 8 de la facultad y aunque estaba a tres cuadras de allí, no sabíamos cuánto iba a durar el evento. Fui. 18.55, Centro Cultural Rojas, Auditorio. Fuente gra

Llamarnos elitistas es más nefasto pero menos humillante que llamarnos antisociales.

Aunque este blog que no sabe de husos horarios porque no tiene idas ni vueltas, porque es como el rock, que no atrasa ni adelanta, y simplemente da una hora que es posible, peor no probable, o al revés, no me acuerdo cuál era la diferencia; yo les comento que son las 23 41 y eso sí es importante porque significa que estoy escribiendo este artículo bajo la luz inspiradora de Peter Capusotto y eso es un dato que hay que tener en cuenta. Aclarado este punto, me dispongo a tirarme de cabeza al tema del mismo que no lo voy a resumir porque si no después ustedes pajeros no van a leer el artículo entero. Nos los representantes del pueblo de la Nación Argentina, digo, del Colegio Nacional de Buenos Aires, nos egresamos del mismo y es como una cruz permanente que llevamos a cuestas. Mi pasado me condena , podríamos decir. Pero no lo decimos porque si no ahí sí que nos emparedan. No, en serio, pónganse a pensar. Somos graduados (no ex-alumnos, sino graduados ) de la Alta Casa de Estudios , del s

Manifiesto para una nueva femineidad

Oscilando entre comer una chocolina y enumerar los artículos comprendidos en la 179º categoría de la Enciclopedia del Instituto Bibliográfico de Bruselas (“Crueldad con los animales. Protección de los animales. El duelo y el suicidio desde el punto de vista de la moral. Vicios y defectos varios. Virtudes y cualidades varias.“) un rayo de lucidez golpeó mi frente pálida, rebotó y cayó muerto sobre la mesa. Vomitó unos últimos destellos antes de desvanecerse y en ese moribundo fulgor vi la forma de un charango. Agitados los ánimos por la aparición del instrumento, me invitaron a sentarme. Me senté sin poder pensar con claridad. Respirando cada vez más hondo sentí algo atado alrededor de mis costillas aprisionándome, versión abreviada del chaleco de fuerza, sentí la rigidez de un alambre sobre mi pecho y llevé una mano al esternón para aliviar el encierro. Entonces me di cuenta: era mi corpiño. Es curioso como, cuando nos damos el lujo de preguntar, los hábitos más cotidianos nos produce

De rerum natura: otra interpretación sobre la tapa del disco Abbey Road.

Viernes 6 p.m. Salgo de mi clase de canto y camino las 3 cuadras que me separan de la parada del 130. Espero 10 minutos hasta que me doy cuenta de que no tengo monedas. Cruzo la calle con altos riesgos de ser atropellada por un camión blindado. A la velocidad del rayo subo la colina por Alsina y me compro una barra de cereal (de las rojas, mi nueva adicción). Bajo la colina. Viernes 6.40 p.m. Estoy parada aferrada a uno de los caños del 93. (Odio el olor que me deja el caño en la mano). Las calles están atestadas de autos, motos, colectivos, monos con navajas. La señora anciana que está sentada más próxima a mí comenta aquejada que no llegará jamás a destino. Viernes 6.50 p.m. La señora anciana me pide ayuda para ponerse el tapado. Viernes 6.55 p.m. La señora anciana desciende del transporte en un arranque de histeria. Consigo el glorioso asiento. A mi lado se para a leer un sujeto extraño al que de aquí en más conoceremos como “sujeto extraño que lee”. Viernes 7.10 p.m. El c

Libaciones de un dementor yóguico o cómo leer Martín Fierro

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No, ávido lector, acá no habrá ni dementores yóguicos (aunque sí libaciones) ni claves beatrizsarlianas para leer un triste ejemplar de la poesía gauchesca. Aquí soplan hoy los vientos de denuncia (para variar) que por motivos de dominio público manifestaré a la brevedad: 1) ¿Cómo puede ser que, después del gran artículo gran en el que expliqué cómo ordenar librerías, éstas sigan desordenadas? El otro día visité una librería nueva (cuyo nombre no voy a divulgar porque ya va a llegar la hora en que confeccione una lista negra de librerías) en la que las vendedoras no sabían qué libros tenían. Y encima, eran prejuiciosas. Yo pedí a una de las señoritas libros de un X autor (sí, adivinaron: Alan Pauls, quería libros previos a la era Editorial "nos hacemos los cancheros y te cobramos 156656466pe por libro"Anagrama) y ella dedujo que yo estaba buscando "El Pasado". Le expliqué que no quería ese libro y me dijo "Ah, entonces no sé qué estás buscando". Comprend

La increíble y triste historia de la cándida Darth Vader y sus dementores desalmados: parte I

Mi vida es como la de cualquier dementor. Curso unas horas a la mañana, recientemente conseguí un trabajo que aunque sea de pocas horas semanales, me ayuda al menos mientras encuentro algo más estable, salgo con mis amigos dementores y no dementores, duermo la siesta, miro tele, leo libros, escucho música, riego las plantas, alimento a mi gato, le saco el alma a algún Harry Potter o su gordo primo Dudley, escribo artículos para un blog y esas cosas de rutina que se vuelven casi indispensables. A mi modo, con mis cosas, mis actividades, mis estudios, soy feliz. Cada día tiene un proyecto incluso, a veces, el proyecto de no hacer nada. Y es así como de repente, desde el cielo o el infierno, zas, sin previo aviso, lo imprevisto. Aquello que uno no entiende cómo sucede. Y lo más curioso, muchos imprevistos en un lapso de tres días. Como se pregunta Carry Bradshaw en sus columnas, a las cosas raras y curiosas, ¿dios las cría y el diablo (o el viento, dependiendo la versión) las amontona? P

C' est la fête!

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Heisenberg Not Dead tiene el agrado de invitarlos al festejo de los 27 artículos publicado. Número importante si los hay, múltiplo de 1, 3, 9 y 27 mismo. La fiesta se realizará el 32 de octubre, a las 26hs. en Lugano 1 y 2. No se olviden de traer sillas para jugar al juego de la silla, Salicrem para el pos-baile de la estatua, bebidas los chicos y comida las chicas. Si quieren, un alimento no perecedero es bienvenido. Y la consigna de la fiesta eeeeesssss (a prestar atención, eh): TRAER UN MIEMBRO DE LA FAMILIA PAULS. ¡Los esperamos! Prensa - Heisenberg Not Dead.

Writing in the style of any riot girl

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Hoy sonó mi despertador a las 5.40hs., y mi cabeza llena de sueño se levantó al compás de la lluvia para apagarlo. Apagué el despertador sabiendo que me esperaban dos horas de filosofía y murmuré "hoy no". Froté las piernas ("patitas" a esa hora) contra las zonas frescas de las sábanas y seguí durmiendo, hoy era día de franco. Me levanté a las 9.30hs., desayuné, leí el diario, estudié, revisé mails, me bañé y salí. Salí para el MALBA, quería ver la muestra de Yente y Prati. La muestra superó mis expectativas, me sentí culpable por haber ignorado a dos artistas de tal calibre. Pero apenas entré, algo, como diría mi abuela, me hizo ruido. Apenas entraba uno a la exhibición había una pequeña salita con una explicación de los aportes de Pettoruti (decía que Pettoruti estuvo con el futurismo, mentira), Xul Solar y Juan del Prete y sus respectivas obras. Supongo que para ponerlo a uno en tema. Después se pasaba a la sección de Yente. Una breve biografía que decía, en

Somos como somos, decadentes, así somos

El jueves a la noche, mientras daba vueltas por la casa sin saber qué hacer a las diez de la noche, me di cuenta de que no tenía ganas de pensar. Entonces me dije ‘voy a ver la televisión’. Y con el control remoto en mano, hice zapping por los cinco canales con que cuento. Milagrosamente, en canal 9 estaban por transmitir Latin American Idol , y como supo decir Sabina en una de sus místicas canciones, quitándome las botas me dije ‘ésta es la mía’ . Y tanto que lo era, veo al señor Mediavilla –del cual sólo sé que es la pareja de Patricia Sosa, hasta donde Dios me quiera llevar- en su papel de jurado cruel; a los otros dos miembros del jurado que tienen ese ritmo, ese sabor, ese son (?), ese color caribe en la voz y en la piel y a los que no conozco; y veo a los miles de costarricenses que esperaban por ingresar a la sala donde serían evaluados. Primero me pregunté por qué esos tres hombres que juzgaban quién debía pasar a la siguiente ronda y quién no eran tenidos por sujetos legítimos

Cuando creés que nunca vas a salir del pozo te regalan, te prestan, te encontrás o te llueve un libro de Hugh Laurie.

Esto es una historia real. Le sucedió a una amiga de la amiga de la prima de la hija del hermano del esposo de la amiga de mi madre. O sea, a mí. He aquí mi testimonio. Corría el mes de agosto del año 2009, y quienes son de mi generación sabrán que eran otros tiempos... éramos tan jóvenes, tan llenos de vida, tan despreocupados de las preocupaciones que preocupan a los preocupados... Hacía un mes que estaba de vacaciones, tiempo en el cual había terminado las seiscientas cuarenta y dos lecturas que tenía empezadas, había empezado a aprender a tocar el piano, pintado al menos 8 remeras, salido a andar en bicicleta, empezado el gimnasio y gastado todos mis ahorros. Una semana después empecé el CBC. Oh calamidad. Pensaba que iba a ser emocionante, por fin, estudiar algo que tenga que ver conmigo, hacer amigos, tener profesores que la tengan clara y todo eso que le había pasado a Georgi cuando cursó las últimas dos materias. Cómo pueden caber tantos errores en una sola cabeza, todavía me l

Sin título o cómo escribir acerca de la nada misma

Martes. Giro mi cabeza hacia la derecha y veo a mi gato durmiendo sobre el teclado de mi hermano. La casa está sola, vacía, salvo por mi muda presencia y la del felino, del cual sólo proviene un ronroneo sutil. ‘Hace días que no escribo nada para el blog’ pienso. Y sin más, resuelvo sentarme frente a la computadora y esperar que la inspiración divina de Poseidón o cualquier otro dios del Olimpo me ayude. Pero no todo es tan fácil en la vida. Es entonces cuando decido darle un empujoncito a la cuestión: pongo música. Pero no es sencilla la elección que debo hacer. En una revelación repentina –como toda revelación-, mis dedos se apresuran a clickear todos los íconos de archivos necesarios para finalmente llegar a la carpeta de Franz Ferdinand. ‘Hace mucho que no los escucho’ pienso. Y hago click con el botón derecho del Mouse, dirigiéndome a la opción play in Winamp . Escucho algunos temas, me acuerdo de Porthos y sigo escuchando más temas, mirando a mi gato, cada vez más acomodado sobre

Capítulo II de un amor que es más fuerte: loving goes by haps.

Lunes otra vez sobre la ciudad. Suena el despertador, lo apago y apoyo mi cabeza sobre la almohada. Media hora más tarde, mis ojos se abren apurados y, sin haber salido todavía de la cama, pienso que la semana ya está arruinada y que es mejor renunciar y tirarse por el balcón o fingir enfermedad. No hago ninguna de las dos cosas, torpemente corro al baño (que está ocupado), y de vuelta a la habitación. Me pongo la ropa tropezándome y finalmente accedo al baño tan sólo diez minutos antes de la hora de partida. Hago lo que puedo. Bajo a la cocina corriendo, trago tres galletitas, arrojo medio vaso de agua adentro de mi boca y ya estoy saliendo. Camino las nueve cuadras que me separan de mi clase de semiología pensando cómo asesinar a todos de un tiro. No se me ocurre nada. Llego y el docente -que ya es de público conocimiento- ya está en el aula (con ropa igual aunque de distinto color), pero está sentado y leyendo un libro. Miro mi reloj: faltaban dos minutos para las nueve. Me arrojo e

Es la especie que nos une.

Llega el lunes a la mañana. Hora de ir a la clase de semiología. Con cinco minutos de retraso llega el docente a cargo, yo ya estoy sentado y mirando el reloj frenéticamente. Hombre de no más de cuarenta años, pelo corto ceniciento, una altura de aproximadamente 1,9m. (el hombre, no el pelo). Jeans modernosos (casi dignos de Emma Horvilleur que claramente no se viste por ideología), mocasines, sweater a rombos color borgoña cosecha ' 78 y camisa gris de solapas de cartón que se escapa por debajo del sweater, pero aún así está metida en el pantalón -paradoja de la indumentaria que no ha resuelto el escribiente. Se mueve con la confianza de alguien que estudió primero filosofía y después letras (?), mantiene la compostura, deja el paraguas más largo del planeta Tierra sobre el escritorio y finalmente con dos brazos que parecen robados del Doctor Octopus arrastra el escritorio (aunque lo arrastra con tanta ligereza que el mueble parece colaborar) hacia un costado del aula. Inmutable

The Clumsy Bazooca Corruption Experience: Day One.

Lunes, 11.15 a .m. Darth Vader llega tarde como siempre. Entra a una clase de 40 personajes, con su respiración sonando detrás del atuendo negro que todos recordarán. La deshidratación producto de los nervios (Darth Vader es una niñita cuando de empezar cosas se trata) ha demandado el consumo de más de medio litro de agua durante el trayecto en transporte público (considérense no más de 20 minutos). “El encapuchado” sale del aula para dirigirse a los sanitarios a expeler el exceso de líquido en vejiga. A metros de haber traspasado el umbral, ve que un sujeto muy particular se acerca caminando. El susodicho lleva bombachas de gaucho al mejor estilo Vestido por ideología o comprador callejero , una colita de caballo baja con rulitos y una remera negra tan al cuerpo que deja adivinar el sanguche de crudo y queso que se mandó el día anterior. Y lo que hace evidente su condición de Sr. Profesor: a) un café de máquina b) un bolsito azul de un congreso sobrecargado al borde del estall