Son todos putos

Me pasé todo el día pensando qué sorete escribir para explicar por qué estoy a favor del matrimonio igualitario. Se me ocurrieron varias cosas: escribir una larga lista de insultos a Chiche Duhalde, exponer todos los argumentos conservadores y refutarlos uno por uno, dejar en claro por qué la comunidad GLTTBI merece los mismos derechos que el resto, explicar que un Estado (uno como el del Bicentenario, no un Estado neoliberal à la Macri que asume que la igualdad es la igualdad ante la ley) debe garantizar a cada ciudadano sus derechos, aunque eso moleste a la señora Negre de Alonso, convocar a una quema simbólica de fotos de Mirtha Legrand, etc. La verdad es que no puedo hacer ninguna. No puedo hacerlo y reconozco aquí mis limitaciones: no puedo explicar por qué estoy a favor del matrimonio igualitario sencillamente porque no entiendo cómo se puede estar en contra. ¿Acaso los derechos de cualquier habitante de la República Argentina se ven vulnerados por la ampliación de derechos a uno de los sectores más duramente discriminados? Y no me vengan con el cuentito de los niños, porque nadie llora por la vejación de los niños cuando los hermanos Noble-Herrera se privan a sí mismos, a la sociedad y a sus propios hijos del derecho a la identidad, nadie llora por los niños cuando Carrió socava medidas de ampliación del sistema de seguridad social diciendo que la asignación universal por hijo no es universal porque no la reciben los ricos, nadie llora por los niños cuando Macri destruye la ciudad de Buenos Aires y la mortalidad infantil aumenta un punto y un bebé de 20 semanas muere bajo una autopista (¡y la funcionaria Michetti culpa a los padres irresponsables!) y un hospital público niega la atención médico a tres chicos por falta de abastecimiento, y nadie llora frente a la cantidad de embarazos adolescentes y muertes por abortos clandestinos que se podrían solucionar con educación sexual, así como nadie celebró la ley nacional de educación ni el aumento de un 25% de la escolaridad a sólo un mes de la implementación de la AUH. Entonces, ya que se cae de maduro que no tienen reales argumentos, es hora de asumirlo. El problema de Olmedo, Duhalde, Bergoglio, Carrió, Hotton, Negre de Alonso, etc. es que son todos putos. Más vergonzoso que ser putos es que, además, todos ellos son hijos de puta. Y nietos y bisnietos de hijos de puta. Y eso no lo pueden justificar ni con leyes naturales ni con Biblias, por eso propongo una nueva ley: que se casen todos, menos los de derecha. Para ellos unión civil. Después de todo, es sabido que si crían chicos (propios o apropiados porque a la derecha le sobran ganas de repartir amor), lo más probable es que estos sean de derecha. Y todos sabemos que eso, además de ser una enfermedad, es incurable.