Nunca sé de lo que opino, pero soy buen opinante

Sí, lo adivinaron: hoy HND, que es un medio que no usa Fibertel y que por lo tanto es un medio ultrakirchnerista y ultraindependiente y más vejado que piripicho de calefón (3.21 veces más vejado, nos informa el Instituto de Presos y Sifilíticos sito en Villa Celina), informa sobre los 33 mineros (aseguran que son también orientales) chilenos que están atrapados pero sanos y salvos.

La verdad de la milanesa es la siguiente: los 33 mineros chilenos (todos imitadores del look de Yuri Gagarin que vemos en la parte de arriba de nuestras pantallas, si no somos ciegos y si no somos murciélagos durmiendo) eran usuarios de Fibertel (me lo informa una fuente tan confiable como mi Kuñado). Los 33 usaban la excelentísima conexión a internet para leer diarios progresistas como El Mercurio, a la hora de informarse de la realidad nacional, y El País, a la hora de informarse de la realidad mundial (porque el mundo es Europa, ¿cachai?). En sus largas jornadas de minería, que ni la fuerza de voluntad del notable líder político Fino....digo... Pino Solanas pudo abolir, comentaban la realidad latinoamericana (preciso balance entre la realidad nacional y la internacional). Un día, cuando fue a Chile, una vez, se les acercó una mujer rubia y enorme, que aunque no llevaba un rosario sobre su pecho, emanaba un aura que ni las propagandas de Actimel revelan. Dijo que su nombre no importaba, que Dios estaba con los mineros y que ellos debían quedarse tranquilos y que ella (se refería a sí misma en primera persona del plural, "nosotros" decía) "siempre vamos a estar". Preocupados, los 33 mineros de color naranja-de-cono-de-piso-resbaloso-porque-fue-mojado-con-un-trapo-de-piso le preguntaron qué pasaba, qué era lo terrible que se aproximaba y que esta mujer veía. Ella no contestó. Le preguntaron si había armas. "Sísísísísísí", contestó ella, apretando los labios. Le preguntaron si esto era un plan contra ella. Ella pronunció un apellido alemán impronunciable y aseguró que este personaje quería "romper a Carrió". Los mineros no entendían. Le preguntaron si debían ir a la plaza del pueblo. Ella les dijo que no, que iba a haber tanques a la vuelta de la esquina. Uno de los chilenos juntó coraje y le preguntó: "¿qué va a pasar?". Ella posó la mirada en el vacío y con los ojos vidriosos se disculpó. "No quiero hablar más". Repitió: "nosotros vamos a estar". Un minero un tanto más cobarde le preguntó si quería llorar. Ella insistió: "nosotros vamos a estar". Esta misteriosa mujer profeta desapareció en el desierto, y los chilenos, sacudido el miedo, siguieron con su rutina. Entraron a la mina y empezaron a trabajar. Unas horas después todo se había derrumbado. Vecinos de la mina aseguran que vieron una figura metálica voladora con el rostro de Perón sobrevolar la zona, enarbolando una bandera que rezaba "KIRCHNER 2011. GORILAS: LTA.". En la cabina del Perónbot (así lo llamaron con singular tonada chilena), un hombre con bigote, que tenía colgados alrededor del cuello unos guantes de boxeo y que llevaba en la cabeza un casco. Unos segundos más tarde, choripanes, Coca-Colas, pedazos de glaciares, cadetes del grupo Clarín, niños ricos que no recibían AUH y jubilados sin 82% móvil llovieron sobre la mina, provocando el colapso. Una marcha estridente y populista retumbó por todos los rincones de Atacama, haciendo que cada grano de arena temblara de terror al escuchar algo así como "...ón...ón...gran....sooo.....eneraaaaal....valéees....ón....óooon". El terror invadió los cuerpos de los mineros cuando uno de ellos, el más aburrido, en el refugio llamado casualmente "Los 33", sacó su Blackberry (porque en Chile, que es un país serio, los mineros son muy bien pagos). No podía conectarse a Internet. "Puta que no hay conexión, weón" protestó. Buscaron señales de la mujer rubia que había prometido estar. Ni rastro. Para 33 chilenos, sólo hubo días sin Fibertel.