Che, Heisenberg es el del principio de incertidumbre? No estoy seguro...
Aquí me encomiendo a Dios Padre Todopoderoso al elaborar el primer artículo sobre el buen hombre de la física alemana que se ganó un lugar en nuestros corazones, en nuestros programas de IPC y, por sobre todas las cosas, en nuestro blog: Werner Karl Heisenberg. Para vos que decías, ah, estas minitas seguro usaron cualquier nombre de cualquier gato para hacerse un blog en el cual hablar de los Pauls sin sentirse mal, pero no deben ni saber quién es. Sí, para vos pebete: tomá!
Primero y principal, hablar de Heisenberg no es moco de pavo (ñami). Hay que hacer averiguaciones, buscar información, antes de ponerse a hablar de él como quien comenta la estatización del fútbol (el otro día vi Defensores de Belgrano vs. San Martín de los Andes en Canal 7: partidazo). Es por eso, porque aunque Ud. no lo crea soy una persona seria que se toma en serio su trabajo, que yo hice mis averiguaciones y encontré toda suerte de datos útiles y sumamente interesantes, que voy a pasar a relatar para que todos lean, comenten y olviden a los tres días. El nombre de Heisenberg nunca fue debidamente aclamado por la juventud de hoy en día, de suerte que yo sigo aquí esperándote y que tu dulce boca ruede por mi piel... No, bueno, esto hay que tomárselo en serio. De suerte que estoy aquí reivindicando el Santo Nombre del creador de la mecánica cuántica matricial (la copada, no la de Schrödinger, el gato, la inmortalidad cuántica y esas huevadas). Aclarado esto, y habiéndome clavado dos porciones de tarta de acelga (a panza llena, corazón contento; ya lo dijo Max Planck), procedo a escribir sobre mi ídolo Namber-Wan Kenobi.
Nacido el 5 de diciembre de 1901 en la ciudad de Wurzburgo, nieto del director del Maximilian Gymnasium de München (convertido en cuartel militar durante la Guerra Mundial), fue miembro de una organización paramilitar que preparaba a los jóvenes para la guerra, y él mismo contribuyó a la supresión de fuerzas comunistas bávaras. Aunque eso a nadie le importa. Lo destacable a este punto es que era bastante pintón para la época:

Como todo freak del pabellón I, aunque dudo que alguna vez haya asistido a uno, se le daban tremendamente bien las matemáticas y las ciencias fácticas, y de hecho varios de los ensayos publicados en su juventud fueron calificados como extraordinarios en el Gymnasium, pero sus dotes artísticas (aunque no más fueran las de crítica) fueron desdeñadas. Por eso, se dedicó a demostrar los principios de Fermat, trabajar con Wolfgang Pauli y el arte se lo dejó a los talentosos de su época, que no me acuerdo quiénes eran.
Lo interesante de todo este asunto es que evidentemente Heisenberg y sus amigotes del barrio habían visto esa peli con Robin Williams, Ethan Hawke todo gordito y Robert Sean Leonard más orejudo que nunca. Obvio que hablo de La Sociedad de los Poetas Muertos. Y digo esto porque formaron una pandilla llamada Bund Deuscher Neupfadfinder, que eran unos locos bárbaros porque se escapaban a la montaña y pasaban toda la noche ahí, pero ni fumaban ni tomaban nada. Es hasta el día de hoy que los heisenbergólogos tratan de descubrir qué es lo que hacían seis adolescentes dentro de aquellas cavernas saladas; algunos aventuran los episodios más sexualmente bizarros, que harían que Buttman se cayera de culo y se quedara en el piso. E hiciera un agujero. Pero vamos, amigos y amigas, no hay que ser una luz azul en el camino para deducir que se la pasaban contándose chistes del estilo de: "-e^x, vení, integrate!! -Para qué si da lo mismo..." o "Los científicos jugando a las escondidas, Newton dibuja un cuadrado con tiza y se queda ahí parado, Einstein le dice, Newton careta, ya te encontré, y Newton le responde, no soy Newton soy Pascal", leyendo poemas de Cristian Gil Fuster y comentando el peinado de Emilia Attias en los Martín Fierro, que siempre merece ser comentado.
Ahora, a lo que nos compete (uy, dije pete, qué mala que soy!): la formación científica de mi Dearly Beloved. Él mismo lo resumió en una sola frase:
La enunciación del principio de incertidumbre de Heisenberg, como todas las cosas buenas en la vida (cfr. la relatividad, el dulce de leche o yo), no fue buscado sino un accidente en una situación sumamente delicada que precisaba un control absoluto sobre todas las cosas; y obviamente salió mal para lo programado, pero infinitamente mejor que lo que pudo haber sido. Quiero decir, le valió el Premio Nobel de física en 1933. No es un detalle menor. (Ahora es cuando siento que me van a crecer las caderas y la barba, voy a empezar a usar tangas y voy a recitar un romance para explicar lo que son los sebos. Y me voy a hacer profesora de historia.)
La mecánica matricial fue el primer paso hacia la nueva teoría cuántica de los átomos. Mientras Heisenberg trabajaba con Max Born y Pascual Jordan en Göttingen, elaboraron una versión completa de la nueva teoría cuántica, una nueva dinámica que servía para calcular las propiedades de los átomos, igual que había servido la mecánica de Newton para calcular las órbitas de los planetas. Aunque la mecánica cuántica (como se la denominaría más tarde) concordaba magníficamente con el experimento, a sus creadores les resultaba difícil interpretarla como imagen de la realidad. La imagen visual simple de la realidad material que se deduce de la vieja mecánica newtoniana (planetas que orbitan el Sol o movimiento de las bolas de billar) no tiene analogía en la mecánica cuántica. Las convenciones visuales de nuestra experiencia ordinaria no pueden aplicarse al micromundo de los átomos, que hemos de intentar entender de otro modo.
Para concebir el mundo cuántico Heisenberg y Niels Bohr se esforzaron por hallar una estructura nueva que estuviera de acuerdo con la nueva mecánic a cuántica. Heisenberg descubrió, cuando intentaba resolver estos problemas interpretativos, el «principio de incertidumbre», principio que revelaba una característica distintiva de la mecánica cuántica que no existía en la mecánica newtoniana.
Según el principio de incertidumbre, ciertos pares de variables físicas, como la posición y el momento (masa por velocidad) de una partícula, no pueden calcularse simultáneamente con la precisión que se quiera. Así, si repetimos el cálculo de la posición y el momento de una partícula cuántica determinada (por ejemplo, un electrón), nos encontramos con que dichos cálculos fluctúan en torno a valores medios. Estas fluctuaciones reflejan, pues, nuestra incertidumbre en la determinación de la posición y el momento. Según el principio de incertidumbre, el producto de esas incertidumbres en los cálculos no puede reducirse a cero. Si el electrón obedeciese las leyes de la mecánica newtoniana, las incertidumbres podrían reducirse a cero y la posición y el momento del electrón podrían determinarse con toda precisión.
Transcribiendo: Comela, Newton.
de Oro de Pirita, 15/02/1925
Primero y principal, hablar de Heisenberg no es moco de pavo (ñami). Hay que hacer averiguaciones, buscar información, antes de ponerse a hablar de él como quien comenta la estatización del fútbol (el otro día vi Defensores de Belgrano vs. San Martín de los Andes en Canal 7: partidazo). Es por eso, porque aunque Ud. no lo crea soy una persona seria que se toma en serio su trabajo, que yo hice mis averiguaciones y encontré toda suerte de datos útiles y sumamente interesantes, que voy a pasar a relatar para que todos lean, comenten y olviden a los tres días. El nombre de Heisenberg nunca fue debidamente aclamado por la juventud de hoy en día, de suerte que yo sigo aquí esperándote y que tu dulce boca ruede por mi piel... No, bueno, esto hay que tomárselo en serio. De suerte que estoy aquí reivindicando el Santo Nombre del creador de la mecánica cuántica matricial (la copada, no la de Schrödinger, el gato, la inmortalidad cuántica y esas huevadas). Aclarado esto, y habiéndome clavado dos porciones de tarta de acelga (a panza llena, corazón contento; ya lo dijo Max Planck), procedo a escribir sobre mi ídolo Namber-Wan Kenobi.
Nacido el 5 de diciembre de 1901 en la ciudad de Wurzburgo, nieto del director del Maximilian Gymnasium de München (convertido en cuartel militar durante la Guerra Mundial), fue miembro de una organización paramilitar que preparaba a los jóvenes para la guerra, y él mismo contribuyó a la supresión de fuerzas comunistas bávaras. Aunque eso a nadie le importa. Lo destacable a este punto es que era bastante pintón para la época:

Como todo freak del pabellón I, aunque dudo que alguna vez haya asistido a uno, se le daban tremendamente bien las matemáticas y las ciencias fácticas, y de hecho varios de los ensayos publicados en su juventud fueron calificados como extraordinarios en el Gymnasium, pero sus dotes artísticas (aunque no más fueran las de crítica) fueron desdeñadas. Por eso, se dedicó a demostrar los principios de Fermat, trabajar con Wolfgang Pauli y el arte se lo dejó a los talentosos de su época, que no me acuerdo quiénes eran.
Lo interesante de todo este asunto es que evidentemente Heisenberg y sus amigotes del barrio habían visto esa peli con Robin Williams, Ethan Hawke todo gordito y Robert Sean Leonard más orejudo que nunca. Obvio que hablo de La Sociedad de los Poetas Muertos. Y digo esto porque formaron una pandilla llamada Bund Deuscher Neupfadfinder, que eran unos locos bárbaros porque se escapaban a la montaña y pasaban toda la noche ahí, pero ni fumaban ni tomaban nada. Es hasta el día de hoy que los heisenbergólogos tratan de descubrir qué es lo que hacían seis adolescentes dentro de aquellas cavernas saladas; algunos aventuran los episodios más sexualmente bizarros, que harían que Buttman se cayera de culo y se quedara en el piso. E hiciera un agujero. Pero vamos, amigos y amigas, no hay que ser una luz azul en el camino para deducir que se la pasaban contándose chistes del estilo de: "-e^x, vení, integrate!! -Para qué si da lo mismo..." o "Los científicos jugando a las escondidas, Newton dibuja un cuadrado con tiza y se queda ahí parado, Einstein le dice, Newton careta, ya te encontré, y Newton le responde, no soy Newton soy Pascal", leyendo poemas de Cristian Gil Fuster y comentando el peinado de Emilia Attias en los Martín Fierro, que siempre merece ser comentado.
Ahora, a lo que nos compete (uy, dije pete, qué mala que soy!): la formación científica de mi Dearly Beloved. Él mismo lo resumió en una sola frase:
"Aprendí optimismo de Sommerfeld , matemáticas en Göttingen, y física con Bohr".
La enunciación del principio de incertidumbre de Heisenberg, como todas las cosas buenas en la vida (cfr. la relatividad, el dulce de leche o yo), no fue buscado sino un accidente en una situación sumamente delicada que precisaba un control absoluto sobre todas las cosas; y obviamente salió mal para lo programado, pero infinitamente mejor que lo que pudo haber sido. Quiero decir, le valió el Premio Nobel de física en 1933. No es un detalle menor. (Ahora es cuando siento que me van a crecer las caderas y la barba, voy a empezar a usar tangas y voy a recitar un romance para explicar lo que son los sebos. Y me voy a hacer profesora de historia.)
La mecánica matricial fue el primer paso hacia la nueva teoría cuántica de los átomos. Mientras Heisenberg trabajaba con Max Born y Pascual Jordan en Göttingen, elaboraron una versión completa de la nueva teoría cuántica, una nueva dinámica que servía para calcular las propiedades de los átomos, igual que había servido la mecánica de Newton para calcular las órbitas de los planetas. Aunque la mecánica cuántica (como se la denominaría más tarde) concordaba magníficamente con el experimento, a sus creadores les resultaba difícil interpretarla como imagen de la realidad. La imagen visual simple de la realidad material que se deduce de la vieja mecánica newtoniana (planetas que orbitan el Sol o movimiento de las bolas de billar) no tiene analogía en la mecánica cuántica. Las convenciones visuales de nuestra experiencia ordinaria no pueden aplicarse al micromundo de los átomos, que hemos de intentar entender de otro modo.
Para concebir el mundo cuántico Heisenberg y Niels Bohr se esforzaron por hallar una estructura nueva que estuviera de acuerdo con la nueva mecánic a cuántica. Heisenberg descubrió, cuando intentaba resolver estos problemas interpretativos, el «principio de incertidumbre», principio que revelaba una característica distintiva de la mecánica cuántica que no existía en la mecánica newtoniana.
Según el principio de incertidumbre, ciertos pares de variables físicas, como la posición y el momento (masa por velocidad) de una partícula, no pueden calcularse simultáneamente con la precisión que se quiera. Así, si repetimos el cálculo de la posición y el momento de una partícula cuántica determinada (por ejemplo, un electrón), nos encontramos con que dichos cálculos fluctúan en torno a valores medios. Estas fluctuaciones reflejan, pues, nuestra incertidumbre en la determinación de la posición y el momento. Según el principio de incertidumbre, el producto de esas incertidumbres en los cálculos no puede reducirse a cero. Si el electrón obedeciese las leyes de la mecánica newtoniana, las incertidumbres podrían reducirse a cero y la posición y el momento del electrón podrían determinarse con toda precisión.
Transcribiendo: Comela, Newton.
de Oro de Pirita, 15/02/1925
"Es hasta el día de hoy que los heisenbergólogos tratan de descubrir qué es lo que hacían seis adolescentes dentro de aquellas cavernas saladas; algunos aventuran los episodios más sexualmente bizarros, que harían que Buttman se cayera de culo y se quedara en el piso."
ResponderEliminarCuando me canse de la seriedad, y decida abrir un blog de relatos eróticos bajo el nombre de Almudena Robirosa, voy a dedicar mi primer relato a Heisenberg (sobre todo por la pinta que tenía, con el sweatercito me ganó). El segundo se lo voy a dedicar a mi historia de doble penetración con Manet y Degas. Pero no quiero seguir adelantando relatos.
Muchas gracias por tu aporte, Aramis, ahora las masas pueden entender a Heisenberg sin que se arme harto condoro (es que Almudena es chilena y tengo que practicar). Ahora podemos poner una placa en este blog (?), que diga simplemente:
Heisenberg pudo haber estado aquí.
bravo, Aramis. sçolo pùedo decir que Haeisenberg se ha ganado un lugar en mi corazoncito, sin poder precisar ni en qué momento ni en qué posición, y añadir que finalmnete le hiciste justicia al nombre del blog, demostrando que no sólo somos caras bonitas. gracias, de nuevo, y debo decir que hoy más que nunca Heisenberg not dead
ResponderEliminarsi lo mirás de lejitos parece ewan mcgregor sin verruga
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