Humanos en el camino
Sábado a la noche, caminando por la ciudad en el límite entre Flores y Paternal. Había llovido torrencialmente y debíamos sortear los charcos de las veredas. Seis personas, entre ellas, un solo hombre. Ya habíamos vivido el Yo nunca…y algún que otro partido de truco. Hasta ahora no pasa de una salida adolescente que estaba llegando a su fin. Pero nadie imaginaría que el mismo Gastón Pauls se apoderaría en rostro y alma de una de las mujeres allí presentes: nada más y nada menos que una de las queridas dementores, Aramis.
Cejas curvadas, mirada desesperada, voz quebrada y potente al mismo tiempo en una fusión misteriosa e inexplicable. Girando su cabeza rápidamente, haciendo honor merecido al qué pelazo, la mueca de aquellos sin esperanzas que el mítico y porteño ser urbano sólo sabe encontrar en la ciudad que no duerme. Y las melodías infaltables de la madrugada llegando a su final más desolador. Gastón Pauls no era sólo un humano en el camino del sábado a la noche; lo acompañaban, con un coro femenino inigualable, Iván Noble y sus Caballeros de la Quema, Vicentico y sus Fabulosos Cadillacs –en alguna ocasión, Celia Cruz-, Shakira, Christian Castro a dos voces, Enanitos Verdes y su famoso y eterno No le dijo nada, un Lache incipiente con su nunca bien ponderado I see dead people y alguna otra banda mítica de nuestra juventud en ciernes.
Cómo explicar lo que Gastón Pauls representa al decir ‘siempre habrá vasos vacíos’ o al ritmo de ‘vos sabés, todo, todo, todo es el amor’, sin mencionar el ‘vuelvo a mi cucha rengueando estas ganas borrachas de volverte a ver’. Ni hablar del ‘y de repente I see dead people…¡qué cagada!’
Pero si algún desprevenido piensa en el semi-calvo cuarentón de ojos claros que tuvo un hijo con Agustina Cherry, le puedo asegurar que se equivoca a manos llenas. En un cuerpo de mujer voluptuoso que acababa de olvidarse el celular en la casa del novio de una de las coristas había ingresado de manera imperceptible el espíritu casi maquiavélico del conductor de aquel increíble programa en que un gordito simpaticón de 17 años de La Pampa aseguraba no necesitar masturbarse para ser feliz. Nuestra querida amiga estaba poseída.
Sinceramente, esta reportera de noches de alcobas vacías y lluvias tropicales no le haría justicia a las 15 cuadras caminadas hasta la parada del aún más místico 110, ramal 1 porque el conductor fue conciso al responder cuánto más tardaría el ramal 2, óptimo en esa ocasión para la alegre y femenina muchachada –el hombre se había quedado a media cuadra, esperando con una de las chicas el 133-: “No lo esperen, falta como una hora y media”. Y eran casi las 4 de la mañana.
Lo más curioso, y quizá Gastón Pauls quiera hacer algún programa de misterios respecto de este hecho, es que a los dos días de que esa muchachada mencionada hubiese ido a dormir a la casa de quien les escribe, una toalla celeste y una sábana a rayas hayan desaparecido. Me pregunto, con las cejas curvadas, la mirada perdida y la voz atónita y quebrada, si no aparecerán en mayordomía del Colegio Nacional, bajo etiquetas de “Entrega” “de” “guías” “2009”. Nunca lo sabremos, pues sólo somos humanos en el camino.
Cejas curvadas, mirada desesperada, voz quebrada y potente al mismo tiempo en una fusión misteriosa e inexplicable. Girando su cabeza rápidamente, haciendo honor merecido al qué pelazo, la mueca de aquellos sin esperanzas que el mítico y porteño ser urbano sólo sabe encontrar en la ciudad que no duerme. Y las melodías infaltables de la madrugada llegando a su final más desolador. Gastón Pauls no era sólo un humano en el camino del sábado a la noche; lo acompañaban, con un coro femenino inigualable, Iván Noble y sus Caballeros de la Quema, Vicentico y sus Fabulosos Cadillacs –en alguna ocasión, Celia Cruz-, Shakira, Christian Castro a dos voces, Enanitos Verdes y su famoso y eterno No le dijo nada, un Lache incipiente con su nunca bien ponderado I see dead people y alguna otra banda mítica de nuestra juventud en ciernes.
Cómo explicar lo que Gastón Pauls representa al decir ‘siempre habrá vasos vacíos’ o al ritmo de ‘vos sabés, todo, todo, todo es el amor’, sin mencionar el ‘vuelvo a mi cucha rengueando estas ganas borrachas de volverte a ver’. Ni hablar del ‘y de repente I see dead people…¡qué cagada!’
Pero si algún desprevenido piensa en el semi-calvo cuarentón de ojos claros que tuvo un hijo con Agustina Cherry, le puedo asegurar que se equivoca a manos llenas. En un cuerpo de mujer voluptuoso que acababa de olvidarse el celular en la casa del novio de una de las coristas había ingresado de manera imperceptible el espíritu casi maquiavélico del conductor de aquel increíble programa en que un gordito simpaticón de 17 años de La Pampa aseguraba no necesitar masturbarse para ser feliz. Nuestra querida amiga estaba poseída.
Sinceramente, esta reportera de noches de alcobas vacías y lluvias tropicales no le haría justicia a las 15 cuadras caminadas hasta la parada del aún más místico 110, ramal 1 porque el conductor fue conciso al responder cuánto más tardaría el ramal 2, óptimo en esa ocasión para la alegre y femenina muchachada –el hombre se había quedado a media cuadra, esperando con una de las chicas el 133-: “No lo esperen, falta como una hora y media”. Y eran casi las 4 de la mañana.
Lo más curioso, y quizá Gastón Pauls quiera hacer algún programa de misterios respecto de este hecho, es que a los dos días de que esa muchachada mencionada hubiese ido a dormir a la casa de quien les escribe, una toalla celeste y una sábana a rayas hayan desaparecido. Me pregunto, con las cejas curvadas, la mirada perdida y la voz atónita y quebrada, si no aparecerán en mayordomía del Colegio Nacional, bajo etiquetas de “Entrega” “de” “guías” “2009”. Nunca lo sabremos, pues sólo somos humanos en el camino.
Bajo el radio espiritual del pampeano adolescente que no necesitaba ni quería masturbarse (¿no tenía 21 años?)y la mención del colectivo 133 que, como dicen en algún país del mundo, viene el día de San Nunca, si llueve sentencio: la desaparición de tu ropa de cama (que ignoraba hasta hace segundos) es la venganza de los guionistas. O un chiste del orden secreto del universo.
ResponderEliminar"milanesa" "de" "pollo" "casera".
ResponderEliminarInsisto en que tenéis que verla a Maite poniendo cara de Gasti Pauls, le sale igual que al 10 de copas.
ALTA ENTRADA al 2020
ResponderEliminargastón pauls me paga 10 (diez) "pesos" "uruguayos" cada vez que imito su rostro angelical. escuché por ahí que también juanita viale y sebastian estebanez pagan por la imitación de sus facciones. quizá quieran empezar a hacerse unas chirolas para la bondiola.
no sé si notan mi dedicación con respecto al diseño de esta honorable página web.
ResponderEliminarescucho opiniones
¿Ya escuchás opiniones? Creo que tenés que ir al médico cuando te pasa eso.
ResponderEliminarY te cuento que a mí me pagan por imitar al talento de Inés Efrón pero como nunca aparece no es muy cotizado.
Che, una pregunta: ¿cómo se supone que tenemos que hacer para dejar el aislamiento blogósfero e ingresar al mundo virtual? Muy bueno el programa, las miro siempre.