Vientos de denuncia: bureaucracy strikes back

Ante la denuncia a las librerías hecha ya en este blog, uno de los dementores se propone demostrar lo que la burocracia le ha hecho vivir en carne propia, en este caso, dentro de uno de los establecimientos de la UBA, pequeña mancha dentro de la totalidad de este infierno. En este sistema nos hallamos frente a la ¿ineficacia? burocrática y sus terribles defensores: los empleados administrativos. Cómo será la situación que hasta en Azkaban las cosas eran más sencillas.

Colegio Nacional de Buenos Aires, Departamento de Orientación, 11.30 de la mañana: embrión de lo que en un futuro será Puán o Sociales o Medicina. Esta ingenua interlocutora se acerca a la esquina del claustro central buscando la puerta al costado de la cartelera que anuncia los paneles del muestreo de carreras que seguirán en su mayoría los alumnos de quinto año. Toca a la puerta. Nadie contesta, aunque las luces están prendidas. Podemos deducir que se escondieron todos en el baño y nadie quiere atender al alumnado o que no hay nadie y se fueron dejando las luces prendidas y contradiciendo todo aquello que es defendido por la comisión de Medioambiente y Greenpeace. Sé que parecerá extraño, pero la primera opción no es tan descabellada.
Si esto ocurrió un día lunes, veamos lo que ocurrió el día martes en el mismo lugar pero una hora más temprano. La misma ingenua interlocutora se acerca a Orientación pensando ‘ahora no se me escapan’, sin sospechar que nada habría cambiado desde el día anterior: ninguna persona saldría a atenderme ni daría señales de vida. Por supuesto, las luces encendidas. Pero la resolución de quien les escribe esta vez sería distinta. Camino hacia el otro lado del claustro central hasta llegar a Vicerrectoría y su simpático cartel ‘No golpee, pase directamente’. Obedientemente me lanzo a la cacería de respuestas burocráticas.

-Hola, permiso

Dos empleados. Una señora tomando un café en el primer escritorio. Un señor que se escabulle por la puerta de atrás del escritorio de la primera señora. Instantes ulteriores me daría cuenta de que era el mismísimo Vicerrector del turno mañana.

-¿Qué necesitás?

Me acerco al único ser viviente a no ser por alguna planta al estilo de helecho gigante que hay en la ventana.

-Quería averiguar por el CBC, yo estoy en sexto humanísticas y quería saber si me tengo que inscribir igual al segundo cuatrimestre en alguna sede.
-Pero…
-Yo tenía una materia aparte del colegio y ya la rendí –me adelanté, sintiéndome Bolt, el corredor jamaiquino que superó su propia marca record en los 100 metros libres.
-Mirá, eso se averigua en Orientación

Es aquí donde uno se da cuenta que todo aquello que se relacione a la UBA y sus burocracias son un laberinto sin fin como el de la Biblioteca de la Abadía que el maravilloso Umberto Eco describe en su no menos maravilloso El nombre de la rosa. Sólo que esta vez no hay misterio alguno y sí, mucho tiempo que perder.

-En Orientación no hay nadie, ya fui ayer también, pero no me responden.
-Qué raro. Intentá de nuevo.

La señora toma su café, señal más que evidente de que no había nada que hacer allí dentro. Frustrada, cansada, un poco rabiosa, me alejo hacia la calle para renovar aires.

Jueves, nuevo intento. Voy a las 12 pero acompañada de una compañera y amiga, a quien podríamos identificar para salvaguardar su identidad como Micaelita. Milagrosamente y contra todo pronóstico, nos atiende una señora. Le explico mi situación y me dice que averigüe en la sede donde cursé la primera materia. Le menciono que ya averigüé allí y que me dijeron que no debía anotarme pero que mi duda había surgido porque a un compañero de sexto que estaba cursando en otra sede le habían dicho lo contrario. La señora me mira, atónita, y me dice:

“¿Les dieron diferente información?”

Yo asiento.

“Qué horror” (con gesto de señora bien de Barrio Norte que ve a un cartonero y agarra fuertemente su cartera)

Pero si uno creía que allí terminaba esta pesadilla de terror que jamás desembocaría en buen puerto, la señora añade algunos comentarios que podrían compararse quizá al Juego del Miedo II y III.

“¿Sabés lo que pasa? Que la señorita que sabe bien lo del CBC está de viaje”

No sólo no te dan respuesta sino que te dicen que alguien la tiene, una única persona entre todo el personal administrativo, y que esa persona es más difícil de hallar que un indio toba perdido en el Impenetrable. Micaelita tampoco pudo resolver su problema, cuestión más que obvia para el lector a esta altura del partido. Refunfuñando, salimos de Orientación, sin respuesta, habiendo perdido nuestro tiempo y con ganas de matar a alguien, pues la fecha de inscripción en las sedes del CBC terminaba esa misma tarde.

¿Cuál es la moraleja de esta historia? Pues, damas y caballeros, el sentido común ha muerto y vemos que la burocracia nos invade, nos arranca el cerebro y nos deja con cara de asustados. Quien les escribe ha llegado a la sospecha de que debe haber alguna locademia de empleados públicos –quizá comandada por aquel mítico personaje de Gasalla que gritaba ¡atrás, atrás!- que los prepara para tomar mate, darnos papeles que nunca sirven para los trámites que tenemos que realizar y decirnos que, cualquiera sean los planteos que les hacemos, debemos resolverlos en otra parte y seguramente en otro horario. Es así que me pregunto, ¿qué hacer en estas ocasiones? ¿Cómo hacer catarsis sin conseguir una espada láser y matar a todos? Sólo nos queda seguir adelante, con la frente en alto y muchas fotocopias de cualquier papel que se nos dé para hacer un trámite –tratando siempre de conservar el original-; o como diría la nunca bien ponderada Marilú Castillo, profesora de psicología, una pepa y un café.

Comentarios

  1. Qué aportar al texto de Athos, es más que autoexplicativo. Sólo quiero agregar, anunciar, a cualquier empleado administrativo del ambiente de la UBA, que además sea un cibernauta, que además esté lo suficientemente aburrido como para haber desembocado en las aguas de este blog, fuente de toda razón y justicia, que tengo preparadas para él y sus compañeros remeras pintadas a mano con la leyenda "ACÁ NO ES" para que usen durante el horario de trabajo, así como los jóvenes incompetentes de las boleterías de los cines usan las remeras del BAFICI.

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  2. Gasti, ¿me regalás una de esas remeras para mi futuro de empleada administrativa de ventanilla (son el peor tipo)?

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  3. yo me prendo al pedido de Porthos. voy a ir a Legalizaciones de Uriburu con esa remera.

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