De rerum natura: otra interpretación sobre la tapa del disco Abbey Road.

Viernes 6 p.m. Salgo de mi clase de canto y camino las 3 cuadras que me separan de la parada del 130. Espero 10 minutos hasta que me doy cuenta de que no tengo monedas. Cruzo la calle con altos riesgos de ser atropellada por un camión blindado. A la velocidad del rayo subo la colina por Alsina y me compro una barra de cereal (de las rojas, mi nueva adicción). Bajo la colina.

Viernes 6.40 p.m. Estoy parada aferrada a uno de los caños del 93. (Odio el olor que me deja el caño en la mano). Las calles están atestadas de autos, motos, colectivos, monos con navajas. La señora anciana que está sentada más próxima a mí comenta aquejada que no llegará jamás a destino.

Viernes 6.50 p.m. La señora anciana me pide ayuda para ponerse el tapado.

Viernes 6.55 p.m. La señora anciana desciende del transporte en un arranque de histeria. Consigo el glorioso asiento. A mi lado se para a leer un sujeto extraño al que de aquí en más conoceremos como “sujeto extraño que lee”.

Viernes 7.10 p.m. El colectivo frena bruscamente. El “sujeto extraño que lee” me mira y pronuncia estas aladas palabras: “En cualquier momento me caigo encima tuyo, genia”. Yo sonrío por cortesía y vuelvo a mi interesante actividad consistente únicamente en mirar los monos con navaja que se pelean allá abajo en el mundo de los transeúntes. Siento los ojos del “sujeto extraño que lee” clavados en mi nuca. De un momento a otro escucho su voz fraternal: “¿Qué te anda pasando? Ya te vas a poder comunicar, no sufras.” Yo vuelvo a sonreír por cortesía y deseo tener un anotador para dejar constancia de la situación. Sigo mirando por la ventana y el “sujeto extraño que lee” vuelve a su lectura. Con mucho cuidado de no levantar sospechas echo un vistazo a la portada del libro del “sujeto extraño que lee”. Lo que ven mis ojos explica todo, en letras naranjas despojadas de toda verguenza: PAULO COELHO.

El “sujeto extraño que lee” no dura ni dos segundos haciendo que lee y vuelve a la carga con un monólogo del estilo del siguiente:

“Lee a Osho y a Coelho, te cambian la vida. Empecé este libro antes de ayer y ya lo estoy terminando. (…) Ojo, yo soy tipo normal, eh. (…)Yo conozco mi misión en la vida y es tiempo de que busques la tuya. (…) Hay que saber cuál es el don de cada uno y darle para adelante. Mi don es acercarme a la gente a la que me quiero acercar. Yo sé cómo llegar a las personas que me interesan. (…) Aprendí a ser optimista después de todas las malas que me dio la vida. Ahora cuando alguien que no quiero ver me llama pienso que esa persona me quiere. Qué bueno que esa persona me quiera, ¿no? Y si llueve y hace frío, ¿qué importa? Me abrigo un poco más.”

A todo esto yo me limito a sonreír cortésmente y planear esta entrada del blog.

A continuación les voy a dejar la última frase que me dijo antes de bajarse. La dejo con la intención de compartir con ustedes la sabiduría que hoy me ha llegado ¿de las alturas? y espero que todas sepan aprovecharla. Después de todo, todos tenemos un don.

La meditación es lo que te va a permitir acceder a este estado de vida en el que yo estoy. Vas a ver que vas a ser una persona mucho más feliz. Y seguí adelante con las cosas que te gustan. Queréte, genia. Queréte y respetate mucho.

Comentarios

  1. un solo comentario: el 93 es un microcosmos. Quiéranse, genias.

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  2. Nunca me tomé el 93, ¿será por eso que no me quiero?

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  3. debo decir que esa es una pregunta muy metafísica...mariluesca. Y como es una pregunta al estilo Marilu's questions, te respondo como ella lo haría: nada que entender y mucho que aprovechar. O si preferís, una pepa y un café

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