La increíble y triste historia de la cándida Darth Vader y sus dementores desalmados: parte II


Dicen que las segundas partes son siempre peores. Y Legalmente Rubia II lo demuestra. Pero en fin, contra viento y marea, me siento al compás de la vigüela a escribir esta segunda parte de la serie de eventos (des)afortunados que vivimos la semana pasada. Después de todo, también dicen por ahí que por cada nueva ventana que abrís en Internet Explorer se muere un perro. Y hasta ahora, no oigo menos ladridos.


Vamos o no vamos. Al final, nadie puede ir. Y yo no iba a ir sola a un evento como era La Kermese de Blogs. Es decir, analicemos las variables:

 Martes 19hs
 Centro Cultural Rojas (al cual había ido misteriosamente por primera vez esa tarde a retirar las entradas que nadie me pidió después)
 Cuarenta y cinco minutos de viaje
 Kermese de blogs
 Sola

La única persona/dementor que podía acompañarme era Porthos, pero salía a las 8 de la facultad y aunque estaba a tres cuadras de allí, no sabíamos cuánto iba a durar el evento. Fui.

18.55, Centro Cultural Rojas, Auditorio. Fuente grande de chupetines antes de entrar, revistas Oblogo gratis, folletos. Entro a la sala, sola, y me siento por el fondo para estar cerca de la puerta y encontrarme con Porthos. El auditorio es completamente negro y mi celular no tenía señal. Hacía mucho frío en la calle. Si uno sale del Rojas y mira la vereda de enfrente, ve un cartel de una mujer provocativa y arriba un letrero rojo que dice Buttman en letras gigantes. Pintoresco. Volvamos al auditorio. Yo, sola, mirando la revista Oblogo de distribución gratuita. Va cayendo gente al baile. 19.26hs y el pescado sin vender. Comienza finalmente la Kermese. Un hombre de pelo negro, flequillo para el costado, remera a rayas violetas y negras, anteojitos negros, zapatillas rojas y pantalón pseudo-chupín se para en el escenario y toma el micrófono. ‘Bueno, algunos ya me conocerán de la primera Kermese, yo soy el Capitán Intriga’. Y comienza a mostrar videos obtenidos en Internet que mostraban a gente que en su juventud había sabido ser bonita y/o talentosa y que, droga mediante, se había transformado en un monstruo de siliconas. Lo que el Capi dio en llamar ‘los llevados por el mar’. Las ¿60? Personas de la sala se reían como si el mismo Groucho Marx hubiese estado presente con sus místicas frases al estilo de la principal causa de divorcio es el matrimonio. La reflexión final de esos breves minutos fue la siguiente: no entres en la droga, porque es malo…pero si entraste, no la dejes porque acabás como Charly.

El manejo cibernético-técnico de la situación lo llevaba a cabo un hombre al que el Capitán dio en llamar Susano. ‘Hacé click ahora…no, fijáte el volumen antes. Ahí va. ¡Pero no te adelantes!’, etc,etc,etc. Se presenta otro hombre, blogger también, en el escenario. Un gordito con cara de oficinista frustrado que se come un sándwich de milanesa y lechuga no fresca y hace mil que intenta levantarse a la recepcionista de la empresa. ¡Pobre! Le faltaron las mentho-plus que ayudan al nuevo a integrarse. En fin, Diego, el gordito con corbata de dudoso estampado, se presenta. ‘Tiene cinco blogs’, dice el Capi entre maravillado e incrédulo. ‘¿Cómo hacés para actualizarlos a todos?’, pregunta en un amable tono al estilo Julián Weich. Diego, transpirando, saca un papel de su bolsillo. ‘Mi machete’. Ahora sí, estábamos listos para el espectáculo stand-up comedy del blogger. Parecía uno de esos yanquis que hacen chistes en frente de una multitud acerca de su suegra, pero en vez de hablar de la madre de su ‘señora’, hablaba de su blog llamado No entiendo a las mujeres. Lo terrorífico de la situación es que hizo la categorización de los blogs femeninos. Es decir: ‘si muestra la foto normal, es gauchita; si no la muestra, es un minón –eso dice el mito urbano-; si muestra fotos modificadas o partes de fotos de una Cosmopolitan, es un garrón;….’. Como de costumbre, no me sentí identificada con ninguna categorización. Nuestro blog es más que una Cosmo y unas buenas gambas. La cuestión es que el machista Diego se va finalmente entre las risas y los aplausos con una reflexión –se ve que es costumbre en la comunidad-: si sos heterosexual, es imposible conseguir pareja a través de un blog. Yo, parca como una pared. Y en este momento mágico –en el cual le di el OK a Porthos para venir a hacerme compañía después de luchar con la señal de mi celular-, entra en escena Lía.

Lía es un hombre homosexual –aclaro que este evento fue en un 80% gay- que no quiere que su familia y/o amigos se enteren de sus andanzas amorosas. Fracasó varias veces en la búsqueda de su tan deseado anonimato. De hecho, esa noche, sesenta personas lo vimos en vivo. Su blog, Los 1001 hombres de Lía, no era más que un racconto un poco vulgar y superficial de lo chicos con los que salía o de cómo la había pasado en la marcha por el orgullo gay. Con fotos ilustrativas, de más está decirlo. Comentario como me calientan los feos o al menos éste tenía todos los dientes y no se comía las eses fueron muy comunes. Tengo el tonito de loca del Capitán Intriga leyendo fragmentos del blog resonando en mi mente. Yo pensé que Ronnie Arias exageraba en su papel de gay loca. Pero no, hay gente así las 24hs del día. En eso, llega Porthos. Y escucha parte de la lectura casi espiritual del blog de Lía, cuyo nombre verdadero nunca nos fue revelado. Lía se fijaba en la vestimenta, en los blogs de los sujetos, de dónde venían, si tenían auto o plata. Contaba cada evento de su vida, si se lavaba las axilas, si su ropa interior estaba limpia, si salía o no con un francés, si tal era activo o pasivo –sexualmente, claro está-, entre otros pormenores. La gente, enloquecida, se moría de la risa otra vez. Porthos y yo, atónitas, en medio de la masa enardecida, sintiéndonos las más jóvenes, las más under –desde el punto de vista blogístico-, las más heterosexuales del lugar y las más descolocadas. Quién nos diría que días después tendríamos entre los comentarios de nuestro blog uno de la Loca de Mierda. Pero en ese momento, no teníamos ningún comentarista troll, definición dada por Diego. Según el oficinista frustrado, hay comentaristas que te festejan todo lo que decís. Hay comentaristas que te critican todo lo que decís (troll) y éstos son los que te vuelven un auténtico blogger. Hay comentaristas que leen lo que escribís de verdad y hacen un aporte importante a tu escrito. Entre otros comentaristas. Y aquí va el chiste de Diego.

¿Cuántos bloggers se necesitan para cambiar una lamparita?... Uno solo. Pero se requieren 10 comentaristas (jajajajajajajajajajaja x 3582 veces).

Prosigo cronológicamente. Lía fue toda una experiencia. Y al comienzo, una frustración. Yo me esperaba nada más ni nada menos que a Lupine, de La Internet Apesta (LIA). Pero la vida suele ser muy cruel y uno se va criando a los porrazos y desilusiones. Después de dedicarle mucho rato a la lectura del blog de Lía (más o menos le conocí 30 hombres y muchas reflexiones intermedias), aparece en escena la blogger –sí, una mujer al final- Constance. En mi caso, me aburrió terriblemente. Era un video, lo que expusieron, que hizo esta mujer acerca de la historia de los programas para bajarse música como el Ares o el Napster, etc. Fueron los diez minutos más lentos de la noche. Comentarios en general, nada que rescatar, pasamos a otra cosa. Resulta que el Capi le había dado 50 pesos a tres personas (50 por cabeza, digamos) y ellos debían comprar diversas cosas. Uno fue al Barrio Chino y compró como 15 amuletos de la suerte, uno más feo que el otro. El tercero, en un orden no lineal, compró cosas que nunca había comprado antes pero que siempre había querido tener. Por ejemplo, un filtro para hacer cigarros (…) sabor frutilla o unos anteojos de sol que le quedaban bien. Y otro sujeto, el primero, compró libros (El cartero llama dos veces, Antígona, uno de T. Elliot y uno de Matilde Sánchez). Puedo decir que en ese momento –confío que lo mismo le ocurrió a Porthos, cómplice, una vez más, en esa noche de locura- sentí que no estaba soñando, que la vida era como yo pensaba, que no me había vuelto solipsista, que no todos los bloggers eran tan raros, que no todos los bloggers eran gays, que no todos los bloggers eran superficiales, que no todos los bloggers eran medio boludos. Porque uno esperaba un encuentro freak. Pero no, damas y caballeros. Era gente que no tenía vida pero que era, me animo a decir, mala gente, como diría Juanes. Es ahí que pensé, como dice Porthos, que Heisenberg Not Dead era la revolución que el mundo blogger estaba esperando. Pero, volviendo, una vez mostrados los artículos comprados, se repartieron números para rifarlos. De hecho, Porthos se quedó con dos números. Sin embargo, no ganamos nada, tan sólo odio y envidia por los ganadores.

Finalmente, subió a escena el machista de la noche. ‘Este blog lo financia La Garchford University’. Incluso había un gráfico de garchabilidad. Y muchos tips para mirarle las tetas a las mujeres sin que ellas se percatasen. Un horror ese blog. Y un imbécil el flaco que lo presentó. Otro blog comentado fue el de Lux, un joven que daba putitips, es decir, tips para putos, literalmente. Me acuerdo que te ayudaba a saber si tu pareja se te estaba instalando en tu casa. En fin, qué suerte que la Chiqui Legrand no estaba, su moral se habría horrorizado. Y ella que es tan memoriosa…

Para terminar, subieron unos flacos al escenario que tenían un sello digital en el cual trataban de ayudar a pibes que se querían dedicar a la música pero que por diversas razones no eran tenidos en cuenta por grandes sellos discográficos. Para dar un ejemplo, llevaron a dos muchachos de un grupo musical. Uno era igual a Mr. Pink en Perros de la calle, con cara de esquizofrénico mal medicado. El otro tenía una peluca muy rara y se parecía a cualquier caracterización hecha por Capusotto pero con anteojos negros. Un Juan Carlos Pelotudo, por ejemplo. La cuestión es que el grupo se presenta. ‘Hola, qué tal, nosotros somos los Putos Caretas’. Una música horrible. La miré a Porthos en la segunda canción y le dije ‘Me parece que es tiempo de irnos’. Nos levantamos y abandonamos el recinto. Desde la puerta, se escuchaban los gritos de Mr. Pink.

Caminamos dos cuadras comentando el suceso y pensando cómo lo íbamos a relatar en nuestro blog, único e inigualable. Yo rescato la experiencia: conocí a la comunidad blogger porteña, blogs con muchos comentaristas, videoblogs…ahora tengo una mayor amplitud térmica a la hora de hablar de la blogosfera. Y además, el recuerdo del Capitán Intriga, con su voz aflautada y su danzarín flequillo. En un momento, y digo esto como último recuerdo, el Capi estaba hablando y así, como quien no quiere la cosa, dice ‘Ay, creo que tengo la bragueta abierta…perdón’ y se sube el cierre. Qué noche, Teté. Sólo un comentario: Capitán Intriga…bienvenido a Latin American Blog-Idol.

Y respondiendo a la pregunta del primer artículo acerca de si las aventuras raras son criadas por dios y amontonadas por el diablo o el viento, puedo argumentar lo siguiente: no, no las reúne el diablo. Las reúne el hecho de que son gratis y de que nosotras, como Panigasi, somos gasoleras right till the end.

Comentarios

  1. Me golpeó el recuerdo tan preciso de aquella noche de sexo ajeno, olor a gente y blogs. Cuando me recupere del shock cultural, hago un comentario como la gente (o como un blogger).

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  2. Tardé, pero lo logré. Mi memoria me ayudó, el muchacho que compró libros era un caballero del blog Hablando del Asunto. Yo leo ese blog y recibo los mails, es muy bueno. El resto, nefasto. Ni quiero pensar lo que habrán sido las barbitangas de szperling en la más reciente edición de la kermese.

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