Llamarnos elitistas es más nefasto pero menos humillante que llamarnos antisociales.

Aunque este blog que no sabe de husos horarios porque no tiene idas ni vueltas, porque es como el rock, que no atrasa ni adelanta, y simplemente da una hora que es posible, peor no probable, o al revés, no me acuerdo cuál era la diferencia; yo les comento que son las 23 41 y eso sí es importante porque significa que estoy escribiendo este artículo bajo la luz inspiradora de Peter Capusotto y eso es un dato que hay que tener en cuenta. Aclarado este punto, me dispongo a tirarme de cabeza al tema del mismo que no lo voy a resumir porque si no después ustedes pajeros no van a leer el artículo entero.

Nos los representantes del pueblo de la Nación Argentina, digo, del Colegio Nacional de Buenos Aires, nos egresamos del mismo y es como una cruz permanente que llevamos a cuestas. Mi pasado me condena, podríamos decir. Pero no lo decimos porque si no ahí sí que nos emparedan. No, en serio, pónganse a pensar. Somos graduados (no ex-alumnos, sino graduados) de la Alta Casa de Estudios, del so called mejor colegio del país. Eso siempre va a pesar en nuestros corazones. Y mis blogocompañeras me comprenden y me acompañan en el sentimiento, estoy segura. Estamos ya casi en octubre, y en la quinta materia que estoy cursando, y recién hace una semana me hice un amigo. Está bien, uno diría, algo es algo. Quiero hacer un breve repaso de algunos episodios que merecen ser traídos a colación cuando hablamos de mi desempeño social en el CBC.

Primer cuatrimestre: Matemática. El aula más grande de toda la Ciudad Universitaria, la comisión más numerosa. 250 alumnos y 3 profesores (cada uno, vale la aclaración, y si no vale entonces realmente estamos tocando fondo, más indeseable que otro). Segunda clase, tema del día: suma de fracciones. Sábado a la mañana. Yo estaba a punto de desfallecer, y sepan, sépanlo, por Dios, que no exagero. Ya había lidiado con una mujer, evidentemente futura "careta de la FADU" cuando intenté explicarle qué era el factor común. Estaba inmersa en mis pensamientos mirando la muy atractiva espalda de un muy simpático chico que tenía una remera blanca que le quedaba súper bien, pensando cómo hago para enamorarme de una espalda, pensando en el plato de fideos (aproximadamente de las dimensiones de una cancha de fútbol 11 o el Lago Nahuel Huapi) que me iba a comer ni bien llegara a casa, o quizás estaba durmiendo y soñando con Bruce Willis, ya no me acuerdo, cuando una chica me preguntó si tenía un sacapuntas. Volví de mi nirvana y le presté el sacapuntas con forma de destornillador que había adquirido al romper un huevo de Pascua. Se lo presto con mi mejor sonrisa, hace un comentario al respecto de lo tierno, infantil, inmaduro, enfermo de tener semejante artilugio en la cartuchera, mira de reojo el resto del contenido de la misma que incluye un pincel, tres gomas de borrar y una lapicera con forma de sapo que como no podía regalársela a mi hermana, me la quedé yo. Pero ya había formulado la pregunta del mal: ¿Para qué carrera estás? Y yo, ávida de comunicación en mi vida, le solté el rollo, le conté, me contó, hicimos un par de ejercicios, y después de ese día no la vi más. No sé qué hice, lo juro. Soy una persona simpática. Pero no prendió.

Segundo cuatrimestre: Biología. La clase más lenta y aburrida DE TODAS. Teníamos que hacer un ejercicio, y como yo no había comprado la guía, espiaba la de la chica de al lado, que en un momento creo que se cansó de sentirse observada porque la puso en el medio y empezamos a discutir sobre el ejercicio. También entablé conversación con ella, pero fue cosa de una noche, porque tampoco volvimos a hablar a pesar de que es una clase mucho más chiquita. Yo creo que los espanto.

En la otra materia, Biofísica, creí haber encontrado a una ex-compañera de la primaria, pero por evitar la posible humillación de preguntar toda efusiva "¡Heeeeeyyy! vos sos Magdalena????" y que la respuesta fuese "No, me llamo María Martha García Belsunce y no encuentro mi country", no lo pregunté. Pero ella sí, y tuvimos una breve conversación tras la cual me convencí de que era un poco pancha, como decimos en la jerga gedienta, y huí de ella. Fue así como llegué a la clase del último viernes donde, parada esperando que saliera la gente del aula, escuché una voz que me decía "Hola, Juli, ¿cómo andás?", saludándome como si me hubiera visto ayer. Lo vi de reojo y lo confundí con alguien que me cae mal, pero que no puedo fingir no conocer, por lo que no podía hacer otra cosa que saludarlo con la misma naturalidad que él. A los dos microsegundos me di cuenta de que no era quien creía que era sino otra persona, que me caía mal, pero que sí podía fingir no conocer. Igualmente no quería, porque como dije, necesito amigos. Así que hablé con él, me senté con él, resolví problemas con él y después fui a hacer un trámite con él, incluso a fumar con él. Y me cayó bien, eso fue lo más raro. Que antes me caía mal, y ahora me cae bien. Son las vueltas naturales de la autopista Buenos Aires-La Plata, que se transfieren naturalmente a la vida que me alcanza.
Tengo un amigo en el CBC, y eso siempre es bueno. Tarde, a tres meses de terminar las clases, pero tengo un amigo.


Pero no cuenta, porque fue al Colegio Nacional de Buenos Aires, también.

 

Comentarios

  1. peron dijo que para un justicialista no había nada mejor que otro justicialista. felicito a Aramis por no haber caído en la paradoja justicialista pero aplicada al nacional buenos aires. o ese hombre era un CNBA kid? porque si así fue, bienvenida a la doctrina. eeeerrrrrrppppp.

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  2. no entiendo mucho el comentario anterior así que voy a hablar de MI experiencia.
    mis encantos sociales y yo (id est los encantos sociales más paupérrimos del universo) nos conseguimos un amiguito. ya no lo tolero, me habla una vez más y lo emboco. eso es mejor o peor que espantar gente?
    como dijera morrissey: "this might disturb you but i find i'm ok by myself"

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  3. lo que quiero decir es que no hay que cerrarse porque entre esa marea de gente aparentemente igual del cbc, hay personas buena onda. por lo tanto, no hay que seguir la doctrina cerrada y excluyente del justicialismo que Perón propulsó.nada más. perdón por la poca claridad, me parezco a una guía de biología de cuarto año que habla de protozoos.saludos.

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  4. me olvidé de decir que yo en el cbc hice dos amigos y que ambos van a estudiar antropología. y con la chica (Eva) sigo hablando. nada. y sí, que se llame Eva es un poco paradójico ya que mencioné al justicialismo.

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