El lado porno de Miyagi

Encerar y pulir. Pintar la cerca. Sacarle las astillas al piso. Daniel-san le dice a Miyagi “soy su maldito esclavo”. Me pregunto en esta húmeda tarde, ¿cuál es el mensaje subliminal de Karate Kid?

Canal 11 es un mundo de sorpresas, sobre todo los sábados a la tarde. Mientras leía la historia de los diferentes patrones que rigieron la economía mundial (como el patrón oro o el patrón cambio oro o el patrón dólar), mi hermano estaba viendo al viejo Miyagi y su joven aprendiz en una película que, puedo afirmar sin pelos en la lengua, se ha convertido en un clásico pochoclero. Pero haciendo un análisis en frío y más allá de la emoción que nos puede provocar esa última pelea entre Daniel-san y el maldito bastardo del otro doyo (Kobra-Kyle), he llegado a plantearme el mensaje subliminal de esta película. ¿A qué responden esos autos increíbles –e impecables luego, gracias al encerar y pulir que el maestro enseña a su discípulo- que Miyagi acumula en la entrada de su casa y que provienen de Detroit? ¿De qué murió la señora Miyagi? ¿Por qué el maestro le hace una torta a Daniel-san? ¿Cómo puede tener ese vínculo tan familiar e íntimo –afirma Miyagi que Daniel es uno de los mejores amigos que pudo tener- cuando todas las películas japonesas afirman lo contrario? ¿De qué vive el maestro Miyagi? ¿No tiene ningún otro familiar? Como diría Arjona, una duda puede más que una razón.

Las películas siempre dejan cabos sueltos. Sobre todo, las hollywoodenses. Pero el otro día, buscando una foto en Google del anciano y sabio maestro, me encontré con la que ilustra este artículo titulada como ‘el lado porno de Miyagi’ y la magia de la película se esfumó para darle paso a la razón moderna y occidental. ¿Será que no se puede ya vivir en un mundo de ensueño, donde pintando una cerca aprendamos técnicas defensivas de karate? Y ahí están de nuevo, azotándome, las dudas iluministas que no me dejan dormir en paz. ¿Cómo hace Daniel-san para no tener nada que hacer durante el día? ¿Por qué la novia rubia es más valiente que él? ¿Cómo es posible que a la primera ‘cita’ Daniel-san conozca a los padres de ella? ¡Y encima la madre los espera, bochornosamente, al pie de la escalera, con ese auto que no va para atrás ni para adelante! Mi hermano y yo, viendo el film –porque a la larga, el FMI tuvo que ser desplazado por el violento tatami-, nos miramos y nos preguntamos ‘¿por qué es tan fácil partirle la cara a Daniel-san?’.

Preguntas sin respuestas, como la típica de ‘¿por qué Sibarita es tan rica?’. He comprendido que no se puede llegar siempre a la verdad o que quizá no estemos preparados para oírla y actuar en consecuencia. Prefiero quedarme con el maestro que se va de pesca y se emociona con un joven norteamericano acosado por bully-boys karatecas que nada saben de honor y amistad. Miyagi, en esa mirada oriental que ha heredado miles de años de cultura parsimoniosa y sanguinaria al mismo tiempo, oculta la ferocidad humana más contradictoria jamás imaginada. Quizá todos tengamos un lado porno y, retomando a Porthos, no debemos jamás avergonzarnos de aquél. Miyagi, con sus autos venidos misteriosamente de Detroit o su dinero inagotable, dejó entrever su lado porno en aquella fotografía. Pero jamás podremos desconfiar de un hombre que sabe enseñar a hacer la grulla o cura contracturas con una suerte de reiki casero. ¡Bienvenido el lado porno de Miyagi! ¡Bienvenidas las películas que plantean interrogantes y a su vez, nos conmueven con unos golpes dados en el momento preciso! Karate Kid no puede ser rebatida ni por una foto ni por un batallón de preguntas capciosas por una simple razón: es un clásico. Los clásicos, como los gatos y Shakira, siempre caen de pie. Y como dice el maestro, para acertar el golpe de la grulla, hay que estar bien parado.

Comentarios

  1. En nombre de Heisenberg Not Dead te entrego el premio "Ocultas Carnestolendas" 2016 al mejor título de artículo publicado en blog entre el 24 y el 28 de noviembre del 2009. Felicitaciones. Si nos mandás tu dirección, en breve (id est 90 días hábiles) te llegará un mouse óptico roto y un par de hojas para que puedas imprimir tu artículo ganador.

    ResponderEliminar
  2. Gracias HND por cumplir mi sueño de ser la mejor tituladora en un lapso de cuatro días. Por otra parte, quería saber si puedo cambiar los premios puesto que ya tengo un mouse óptico roto y también tengo hojas, pero acepto un cartucho nuevo para impresora bajo todo concepto. Me halagó mucho tu comentario, besitos.Señor Montonero Cobos, renuncie.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Periodismo independiente. Periodismo de investigación. ¿Dónde tenés la custodia?

No será el mago de Oz, PERO…

Otro eslabón del pedigrí