Tienes la culpa de este bolero

Yo no sé qué es lo que me gusta de los boleros. Serán sus historias dolorosas, sus voces melosas, graves, moribundas, sufrientes, candorosas, húmedas. Será que me recuerdan a América Latina y su desesperación, aunque su origen sea español. ¿Cuántos boleros cuentan historias con final feliz? El mundo desahuciado de los boleros es uno de los más tristes y bellos; por esa razón, en esta noche calurosa, mi homenaje hacia ellos.

Cariño como el nuestro es un castigo
Que se lleva en el alma hasta la muerte
Mi suerte necesita de tu suerte
Y tú me necesitas mucho más
Por eso no habrá nunca despedidas
Ni paz alguna habrá de consolarnos
El paso del dolor ha de encontrarnos de rodillas en la vida,
Frente a frente y nada más

Dos mujeres: una monja y una prostituta que canta letras de amor. Mirándose de frente, mientras pican heroína, se dirigen en lenta melodía esta canción de dolor y desamor. Entre tinieblas, Pedro Almodóvar. Boleros, baladas, abandonos, blues de incierto final. En esta Latinoamérica, tierra de boleros calientes, el amor se entreteje con el dolor, se funden en un mismo canto de viva voz que llora y lamenta el pasado perdido y que añora lo que quizás nunca sucedió.

Bolero, siguiendo a mi paradigmática Porthos:

Bolero, danza española en compás ternario derivada de la seguidilla. Menos rápida que ésta, se divide en tres partes. Los bailarines, ya sean solos o por parejas, danzan acompañados por una guitarra y, algunas veces, por cantos y toques de castañuelas. También se conoce por este nombre a un género melódico cubano de carácter ligero, escrito en compás binario y tempo lento. Surgió en el siglo XVIII y, a partir de entonces, se ha convertido en uno de los ritmos más populares de Latinoamérica. Un famoso ejemplo del bolero dentro de la música clásica es el Bolero para orquesta del compositor francés Maurice Ravel.
El bolero latinoamericano tuvo su origen en Cuba para después extenderse al resto de América. Alcanzó su punto culminante durante la década de 1950 con Agustín Lara y temas como “Imposible” (1928). Algunos de sus principales autores fueron Osvaldo Farrés, Pedro Flores, Álvaro Carrillo o Julio Gutiérrez, entre otros muchos. Su relación con la música española del siglo XVII es lejana. La base musical la componían dos guitarras y un requinto para las melodías, a lo que se sumaban dos voces que realizaban las armonías. Así lo idearon Los Panchos en 1944. Si bien el bolero ha tenido modificaciones a lo largo de los años, el contenido de sus letras ha tratado siempre sobre amores imposibles o inútiles.

Ay, amor, si me dejas la vida
Déjame también el alma sentir
Si sólo queda en mí dolor y vida,
Ay, amor, no me dejes vivir

Nuestro querido Bola de Nieve, de esa isla en medio del Caribe de tabaco y coches negros, de Santiago y semillas secas, de techos de palmera y lunas llenas. Bola de Nieve tardaba casi dos años en preparar sus canciones y presentarlas finalmente en público. Será el camino más corto que halló para realizar su idea, según Rep, un camino enrevesado y complejo, lleno de vueltas, como el amor de los boleros. Y me pregunto, ¿cuál es la diferencia con la balada de amor?

Balada,

Balada (música), canción folclórica narrativa basada en la parte más dramática de un relato, construida por medio de una serie de diálogos y acciones. En un sentido técnico y al mismo tiempo más amplio, es un poema narrativo corto, cantado en reuniones populares o por gentes sencillas. La palabra balada se utilizó por primera vez en un sentido general para señalar un poema corto y simple, cantado o no, que podía tener un carácter narrativo o lírico, cruel o amable, sentimental o satírico, religioso o profano y vagamente asociado a la danza. En la música popular del siglo XX se ha convertido en sinónimo de canción de amor lenta.
Estas canciones representan un tipo de literatura y música que se desarrolló por toda Europa durante la baja edad media. A diferencia de los romances y los cuentos rimados del medievo, las baladas tienden a tensar una estructura dramática que a veces omite todo material preliminar, toda exposición y descripción e incluso toda motivación, para atender a la escena central. También es cierto que la balada presenta sólo el último acto de una obra teatral, dejando que el oyente o lector completen el material precedente. Cuando nació, se trataba de una nueva forma de arte y literatura, distinta de cualquier otra forma de expresión anterior.
La poesía de la balada
Las baladas de las islas Británicas, Escandinavia, Alemania, Francia e Italia están organizadas en estrofas así como muchas baladas en lengua española. La mayoría constan de una serie de cuartetas con patrones de acentos en forma de 4 3 4 3 (estas cuartetas eran originalmente dobles versos de 7 acentos), pero también es popular el patrón de 4 4 4 4 acentos. Las cuartetas están rimadas y a menudo poseen estribillos que comentan la acción o enfatizan el clima emocional. Siguen un diálogo en el que no se identifican quienes hablan y una conversación y acción que a menudo se construye lentamente hasta su conclusión dramática. Algunas baladas se mueven en un estilo que ha sido descrito como de dilatación y salto, centrándose en una situación concreta para luego saltar a una escena completamente diferente. Gran parte del lenguaje y la acción aparecen estilizados: son frecuentes las imágenes tópicas y estereotipadas (labios del color de la rosa, manos blancas como los lirios, corceles blancos como la leche), así como sucede también con las conductas (un amante abre un ataúd para besar los labios secos y fríos del cadáver de la persona amada; un hombre sube a una niña a sus rodillas para escuchar una explicación). Los relatos pueden incluso compartir finales idénticos.


Como se darán cuenta, no hay mucho parecido entre balada y bolero, pero todo cambia de acuerdo a quién se apropie de lo que se está modificando, y en la música como en el lenguaje, estos cambios son frecuentes a lo largo de la historia y durante procesos que abarcan muchos años. El signo –que conforma la lengua- es inmutable y mutable a la vez, decía Saussure. En la música popular del siglo XX, la balada y el bolero se acercaron y aún hoy no dudo que esa confusión –en la que me incluyo- haya quedado arraigada sobre todo en gentes sencillas. Pero hoy no he venido a hablar de la balada en sí, sino del bolero. Pero, como el que avisa no es traidor, si entremezclo los términos es porque me siento parte de esas gentes sencillas, y después de todo, la temática de este artículo se centra en letras que hablen de amor. Fala-me de amor.


Lo dudo, lo dudo, lo dudo
Que tú llegues a quererme como yo te quiero a ti
Lo dudo, lo dudo, lo dudo
Que halles un amor más puro, como el que tienes en mí

Ese amor inútil al que antes me referí, ese amor no correspondido que duele y deja en el abandono a corazones heridos que buscan en bares y aventuras, como Arjona, una cura a tanta aflicción. La indiferencia, el rechazo, la guitarra y la voz de los famosos TNT. ¿Por qué, en esta vida que no nos alcanza, necesito escuchar historias de gente desgraciada que fue golpeada por el amor ingrato? ¿Qué es esa identificación infundamentada que me une a esa sangre caliente y esa voz desconsolada, hombre o mujer?

Almodóvar usa y abusa de los boleros en sus películas. Las mujeres, tristes, solitarias y abandonadas, llegan a sus casas, llegan a los bares y se encuentran con una Chabela Vargas que llora sus penas con su voz risueña. ¡Quién pudiera reír como llora Chabela!, dice Sabina con razón. Como un club de solitarios, el bolero los une a todos en involuntaria hermandad. En la soledad, los corazones rotos laten al ritmo pegajoso del bolero que anuncia y demuestra lo que Sabina bien sabe: cada vez son más tristes las canciones de amor.

¿Y a qué debo, dime entonces, tu abandono?
¿Y en qué ruta tu promesa se perdió?
Y si dices la verdad, yo te perdono
Y te llevo en mi regazo junto a Dios

Será que me gusta que el bolero hable de mujeres y hombres que aman o mueren, pero que perdonan en el silencio del sufrimiento. No me dejes vivir o dime la verdad y te llevo junto a Dios, qué sólo me reconforta cuando lo escucho en la voz de Eydie Gorme. Pero lo que más me atrae del bolero es la libertad y la verdad. Seres que reconocen que ese amor que sienten sólo les brinda sufrimiento y prefieren separarse para lastimarse lo menos posible, en la distancia. No buscan la continuidad de la pareja por costumbre, no buscan volver a empezar. La cruda realidad los devora y ellos le ofrecen la otra mejilla. Prefiero que te vayas a lastimarte aún más. Eso es el verdadero amor.

Nosotros que nos queremos tanto debemos separarnos,
No me preguntes más
No es falta de cariño,
Te quiero con el alma
Te juro que te adoro y en nombre de este amor,
Y por tu bien, te digo adiós

Entonces, ya descubrí mi encanto por los boleros, mi rendimiento incondicional hacia ellos: los boleros no son otra cosa que la cara real del amor, del verdadero amor. No hay finales rosas ni princesas, no hay príncipes azules ni castillos de cristal. Hay sangre, pasión, valentía y traiciones; hay un poco de lo que el hombre realmente es y del hombre al que querría parecerse; hay celos y abandonos, hay huidas y promesas rotas; pero antes que nada hay verdad, por dolorosa que sea. Y cuando hay verdad, podemos saborear la libertad plena que nos permite levantarnos y superar ese dolor desgarrador o morir de amor, en buena ley. Como el personaje mítico cubano de Fernando Peña, esa viejita loca y divina de 78 años que supo ser Milagritos López con su programa Vereda tropical, brindo mis boleros y mi amor hacia ellos a todo aquel que quiera leer este largo artículo. Y me voy con esta última canción mencionada, Vereda tropical, que, al fin y al cabo, es una linda definición para este género: el bolero es una vereda tropical, una oración caribe, con amor, desgracia, recuerdos y añoranzas, preguntas sin respuesta –y a veces, hasta venganza-, pero ante todo, con libertad.

Voy por la vereda tropical
La noche plena de quietud
Con su perfume de humedad
Es la brisa que viene del mar
Soy el rumor de una canción,
Canción de amor y de piedad
Con ella fui noche tras noche hasta el mar
Para besar su boca fresca de amor
Y me juró quererme más y más
Y no olvidar jamás aquella noche junto al mar
¡Ay, sólo me queda recordar!
Mis ojos mueren de llorar
Y el alma muere de esperar
¿Por qué se fue?
Tú la dejaste ir, vereda tropical,
Hasta volver a mí
Quiero besar su boca otra vez junto al mar,
Vereda tropical.

Comentarios

  1. Atos, aplaudo de pie tu ardua investigación del universo de los boleros y las baladas. Yo tampoco entiendo muy bien la diferencia, pero el bolero suena más noble. Te felicito también porque aprendiste a poner colorcitos en las letras, y me gusta mucho cómo queda, después me vas a enseñar.
    Ahora, en clave más emotiva, quiero decir que entiendo finalmente por qué cuando pienso en tu casa es inevitable oír en mi mente un bolero lento y caluroso, el rumor de una canción, que viene de aquel rincón de tu living para empapar toda la casa.
    Saludos tropicales desde el calor de Barracas.

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