Yo sólo tengo esta puta antena (licencia poética incluida)
De cómo reconocer un pelotudo en ocho pasos (casi) elegantemente:
Soy ansiosa, un poco perfeccionista y estoy desesperada. Esa es, entre tantas otras, una de las posibles síntesis de mi carácter. Los resultados: nunca hago nada, pero siempre estoy planeando cosas absolutamente geniales. Allí reside el secreto de lo que los demás juzgan una forma salvaje de inteligencia: cada tanto puedo tirar alguna que otra reflexión que suena hermética y perfecta pero en cuestión de minutos se cae peor que una churrasquera (sólo para entendidos, "los" "demás" "son" "excluyidos") . Por la tercera ley de Newton (?) me impuse una auto-disciplina acorde a mis vicios, pero sólo pude imponerla a) en el plano emocional/intelectual y b) mal. ¿Qué quiero decir con esto? La idea es ser una persona práctica, meticulosa, paciente y cuidadosa. No pude, me quedé con los pragmatismos y reduccionismos típicos de una persona con el agua al cuello. Soy Tántalo sin el romanticismo, digámoslo así. Así es que, antes de terminar de ver una película, necesito compulsivamente decir si es buena, en qué escuela imaginaria creada en mi pensamiento puede ser clasificada, cuáles son los aciertos y los errores, a qué se parece y a quién le puede gustar. Claro que para hacer eso evado las partes difíciles, me quedo con las interpretaciones que convienen a mi teoría que no es más que un estante que me gustó y que ahora debo llenar de objetos, y después la defiendo como si fuera la Biblia. Ah, porque además tengo un carácter podrido, me indigno de cero a cien en cinco segundos, me saca de quicio absolutamente todo y me violento con mucha facilidad. Únicamente tengo paciencia para la literatura y las artes visuales, y con la literatura la estoy perdiendo. Y deberían verme con la política: me apasiona pero no tengo nada de paciencia, así que en las discusiones termino peor parada que Michetti (jeje), salvo cuando hablo de peronismo (sé mucho sobre el peronismo).
Mi mayor problema es con la gente. Francamente me importan un pito los demás, no tengo tiempo para ellos a menos que tengan algo interesante para decir y adivinen qué, la mayoría de la gente no tiene cosas interesantes para decir. Es como dijo Damien Hirst, yo odio a la gente hasta que demuestren lo contrario. No puedo evitarlo, a la segunda palabra que pronuncian ya puedo ubicarlos en un X eslabón de la idiosincrasia porteña, ya puedo predecir sus opiniones políticas e ideológicas, sus gustos culturales y sus deseos para las fiestas. ¿Si me equivoco? ¡Pero claro que me equivoco! Imposible equivocarse con un método científico tan sesgado y obstinado. Pero hay algo que me desespera más que nada, algo que me saca de mis cabales, me violenta, me pone nerviosa, no puedo pensar con claridad ni respirar tranquila: es no saber si alguien es o no un pelotudo (N. del A.: pelotudo es distinto de boludo. El boludo no hace daño, puede hasta ser enternecedor. El pelotudo es peligroso.). Ya sé qué piensan, que es todo cuestión de piel. Bueno, con mi carácter ansioso la vida es cuestión de piel, no puedo permitirme dejarlo a la suerte, necesito saberlo todo con certeza. Los casos que más me afectan son aquellos que son muy parecidos a mí, porque entonces me doy cuenta de que ninguna salida es favorable. O debo aceptar que esa persona es inteligente (aunque sea dudoso) o debo aceptar que es un reverendo pelotudo, y que también lo soy yo. Como quiero creer que todos pasamos por estos momentos exasperantes en los que nos preguntamos si la persona que estamos analizando es efectivamente un pelotudo importante, me propuse hacer una guía. No pretende más que guiar a aquellos que estamos perdidos en el desierto de la vida social y que no nacimos con el GPS que sí tienen la mayoría de los pelotudos que envidiamos.
1) No dejarse engañar por trasfondo familiar, es muy engorroso. Sirve un poco para identificar socio-culturalmente pero de un olmo pueden salir peras. Lo digo por experiencia: NO presten atención a la familia porque del panorama más próspero puede salir también una fruta podrida.
2) No juzgar por las relaciones que establece con los demás. Siempre se pueden justificar las relaciones más vergonzosas, más importante y valioso es ver cómo se posiciona en términos de género y en términos del estrato social en el que se siente contenido. Una vez hecha la investigación pertinente, se puede recurrir a las relaciones para confrontar con la información conseguida y ver si, aunque pelotudo, al menos es coherente.
3) Poner a prueba el sentido del humor. Esto es fundamental. Si se ríe de chistes escatológicos y de suegras malvadas: al tacho. Si se puede reír de un huérfano y de un absurdo: pulgares arriba.
4) Indagar sobre política y sobre sexo, sin ponerse autorreferencial. No puede fallar este punto. ¿Es peronista? ¿Es radical disidente (no lo son todos los radicales)? ¿Es satánico-stalinista? El sexo es un terreno complicado, hay que dar pasos cortos y seguros. Los objetivos son saber si tiene algún problema con: la pornografía, el sadomasoquismo, la homosexualidad, el celibato y la eyaculación ultra-precoz. Si siente que alguno de los anteriores vulnera sus derechos, que siga participando.
5) Religión: vale todo menos la astrología. Zoroastrista o maradoniano nos vienen al pelo.
6) Analizar existencia de inquietud cultural. Juzgar los gustos es un laburo fino, y para que sea honesto hace falta contextualizar. Es más un trabajo antropológico que otra cosa, pero es un hecho que si alguien te dice "lloro con `Náufrago´", hay que cortar por lo sano. Si te dicen que lloran con el episodio final de "Cebollitas", ahí hay terreno fértil. ¿Ven que se trata de sutilezas?
7) Estudiar el habla. Tener en cuenta sociolecto, cronolecto y defectos del habla. No se toleran errores como "comisería". Eso es de tachero, y los tacheros son inaceptables.
8) Si la respuesta a los anteriores puntos fue favorable, lo último es estudiar la rutina. La verdad de la milanesa es que en la cancha se ven los pingos.
Avis au lecteur: Puede parecer muy esperanzador ver la solución a nuestra frustrada vida social en ocho pasos, pero cumplir con estos ocho pasos puede tomar años y puede significar sacrificios enormes como pisar un bar en Palermoe y/o intercambiar fonemas con extraños en una fiesta. Por eso yo insisto: hay que mandar a todos a la recalcate conch of their sister, yo les pago el boleto de ida.
luego de analizar si soy una auténtica pelotuda, puedo comentar que estás listo, querido Toro, para guiar al rebaño de ovejas que es ese grupo (idealizado quizás) de lectores de HND. ¡Muerte a los chistes de suegras malvadas!¡Muerte a las 'comiserías'! Y nunca establecer relación con los fanáticos de la Garchford University o de blogs como 'no entiendo a las mujeres'. Si nos encontramos con esos sujetos, como dice Mirtha Legrand, los miramos a los ojos y les decimos '¿le pido un remis'? (nota mental: aclarar que igualmente odiamos a tilingas como Mirtha Legrand, fascistas y derechosas que se horrorizan de la inseguridad mientras pasean sus perros feos en Miami)
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