Summer wasting (VI): all my love to long ago
Hoy: Por qué levanto la copa (en realidad es una taza de café) por los nuevos tiempos.

Termina la década sin nombre (aunque me pregunto cómo van a llamar a la corriente) y ya hay señales de cambio: Adam Green saca nuevo disco, "Minor Love".
Hace ya más de diez años que Adam Green vio la luz con Kimya Dawson en ese maravilloso dúo que eran los Moldy Peaches. En ese momento, Dawson tenía la voz infantil que hoy mantiene y Green tenía voz adolescente, un poco demasiado all-american, y ni un pelo en el pecho. Hoy, en cambio, tiene pelos en el pecho (él mismo lo dijo) y la voz más profunda y sexy que se posó sobre esta tierra desde Leonard Cohen (no olvidemos el hiatus de Ian Curtis). Hace muy poco vi la suerte de road movie que hicieron los Strokes hace unos años, con linda musicalización por parte de Albert Hammond Jr., en la cual muestran una gira compartida con sus conciudadanos, los Moldy Peaches, por Reino Unido, Irlanda, Estados Unidos y algún otro país europeo. En las pocas apariciones de los no-Strokes se ve a una Dawson lúcida, graciosa y simpática y a un Green absoluta y completamente dado vuelta, en la mayoría de las ocasiones babeándose, pesando no más de 45kg. y siendo el bufón de la corte indie, cuyo rey es personificado por Julian Casablancas, que en este video parece el hermano mayor de Green, con un poco más de lucidez, unos centímetros más de altura, bastante más peso y una voz más azucarada. Hoy Green hace chistes, cita a Keats en sus videos, tiene la panza y la barba que se merece, un departamento hermoso y parece el maestro de Casablancas. Además de una forma de sensualidad que sólo puede aparecer en el cuerpo de un neoyorquino drogado, Green tiene siete discos de canciones y unos cuantos singles. Escuchar a Adam Green es un placer, en principio, por dos cosas: me hace pensar en Leonard Cohen y me hace pensar en Nueva York.
Green me produce lo mismo que Cohen: esa noción de que eso que uno está viviendo, ese goce estético schopenhaueriano, no es ni un buen disco ni un buen rato, es una forma de felicidad. Una forma de felicidad que consiste en tener el corazón roto e inflamado al mismo tiempo. Hace tiempo ya que tengo la sospecha de que Cohen y Green son exactamente el mismo hombre, puesto en dos puntos diferentes (no muy diferentes) del tiempo y el espacio, y los dos lidiaron con eso de la misma manera: escribiendo canciones. Como el hecho de escribir canciones es poco para justificar la comparación, tienen un aspecto similar (clásicos ejemplos de narigudos norteamericanos, Cohen de rasgos más duros y su heredero de piel más floja), probablemente por ser judío-americanos los dos, tienen voces similares y los dos buscan en el mismo lugar: amid the garbage and the flowers. Así es que cuando escuchamos a Green cantar I'll be getting head under the rainbow en Mozzarella Swastikas, inevitablemente nos retrotraemos a Chelsea Hotel #2 y ese maravilloso you were talking so brave and so sweet, giving me head on the umade bed que en la voz de Cohen duele de placer. Cohen ruega: let me see your beauty broken down y Green, que ya estuvo ahí y conoce los axiomas del amor roto, nos tranquiliza cantando there's no wrong way to fuck a girl with no legs, just tell her you love her as she's crawling away. Pero las analogías son vagas cuando escritas, hace falta sentarse en la oscuridad, escuchar esas consonantes húmedas y largas de Cohen e inmediatamente después la pronunciación perfectamente neoyorquina de Green para entender el parecido. Hace falta dejarse conmover y comprender que, en sus labios, la canción se vuelve fisiológica.
El segundo gran placer de escuchar a Adam Green es uno que además comparte con algunas canciones de Cohen: sonar a Nueva York. Todas las ciudades tienen un sonido que las identifica, pero si hay alguna cuyo sonido es particularmente reconocible esa es Nueva York. Lou Reed lo cantó: New York City's the place where they said `hey, sugar, take a walk on the wild side´. ¿Qué suena a Nueva York? Entre otras cosas, todo The Velvet Underground, algunas cosas de Lou Reed, Patti Smith, el discazo de Cohen I'm your man que hace entrada triunfal en nuestros oídos con First we take Manhattan y algunos temas más, Gershwin, Bright Eyes, Después de Daniel Melero (Dios sabe por qué), Tango de García-Aznar (especialmente Gramercy Park Hotel por razones obvias), Lhasa de Sela, Pavement, Regina Spektor, The Strokes (aunque eso no les guste), Sky Larkin (por motivos que desconocemos, ¿habrá sido el video que transcurría en la Gran Manzana?), algunos temas de She & Him, Titus Andronicus, Piazzolla, la inglesita prodigio Dionne Bromfield, Iggy Pop (nunca entendí muy bien esto), incluso algunos momentos de The Who y por supuesto, todo lo que Adam Green tocó, id est The Moldy Peaches y sus álbumes como solista. Es que escucho la voz de Green y ya siento la brisa en la cara, las veredas anchas, las chicas lindas, las luces brillantes, los grandes edificios y sobre todo, la gente. La cantidad de gente que se mueve de acá para allá, toda esa gente entre la cual se esconden los violadores, los supuestos terroristas, los inmigrantes ilegales, las modelitos en ascenso, los poetas, los ejecutivos y los Adam Green. Es que en una ciudad así, todo y todos pueden pasar. Bluebirds suena a mañana o mediodía en Brooklyn. Hard to Be a Girl suena a noche en soledad, con vista al Central Park. Bunnyranch es una tarde en la 5ta Avenida. Dance with me es un viaje en colectivo de noche por la 3ra. Drugs es un atardecer caminando sobre Broadway, etc. ¿Me explico? Claro que no, pero a partir de este nuevo disco, Minor Love, Green me hizo el favor de ilustrarlo él mismo. En su sitio web anuncia que del nuevo disco habrá cuatro videos, de los cuales tres ya fueron subidos y el próximo se subirá en breve, a modo de "adelanto" del disco que hace apenas dos días salió en Reino Unido y cinco en el resto de Europa. Todos los videos anteriores a estos eran bizarrísimos (ver Morning after Midnight y Baby's gonna die tonight)y mostraban a Green cantando en una situación inesperada; irritaban y distraían de la canción. El primer video del nuevo disco, Breaking Locks, muestra a Green entrando a lo que creemos es su departamento neoyorquino (hermoso, a propósito) y pintando (ignoraba su talento hasta este video) sobre un cartón, haciendo una suerte de cut-up plástico versión 2.0 con figuras de obras enigmáticas y no tanto. El video es veraniego, tranquilo y acompaña bien la canción. Además, está filmado cual video casero y eso le da una faceta voyeurista a todo el asunto que lo hace más interesante aún. En el segundo video, Buddy Bradley, Green camina por Manhattan cantando a una cámara y haciendo una suerte de bailecito (digamos que la motricidad no es su fuerte), llamando la atención de los transeúntes y, lamentablemente, distrayendo al espectador, tanto que tuve que ver el video obligándome a desviar los ojos de la pantalla para escuchar la canción. El tercero es Give them a token: mi favorito. La escena abre con Green arrodillado pintando una lámina pequeña de papel, citando a alguien y recordando unos segundos más tarde que ese alguien es Keats. Green entonces mira a la cámara y anuncia con cara de nene contento que van a ir al Met (Metropolitan Museum), se lava los dientes, se toma el subte y entra al Met. Ahora no sólo muestra a Nueva York, sino que muestra la Nueva York de horas en museos peleando con turistas molestos y suspirando por lienzos viejos y gastados que en algún momento fueron manoseados por un genio. Así es que Green entra al patio de escultura clásica, se para frente al tiburón de Hirst, se sienta frente a un Pollock, muestra con orgullo su cinturón con la odalisca de Ingres y finalmente sale a caminar por el Central Park y decora un farol con el cartoncito que había pintado y acarreado por todo el museo. El video y el tema no compiten por la atención, pero se acompañan y completan. Estos videos tienen más sentido que los anteriores, son más seguros de sí mismos, más auténticos, menos adolescentes y sobre todo, más neoyorquinos. Si alguien tenía dudas sobre la integridad de Green como artista, esas dudas son aplastadas por estos videos. Retoman la larga línea de poetas e infelices que pasaron sus años más creativos en NYC y muestran que Green es digno de tener una habitación en el Chelsea Hotel. Ahora lo puedo escuchar tranquila, sin tener que explicar por qué pienso en Strand Books cada vez que escucho Friends of mine, ni por qué recuerdo la mugre de Union Square cada vez que suena Bungee. Porque Green entendió su sonido y lo tradujo en imágenes, ovación de pie.
ESTE ES NUESTRO ARTÍCULO NÚMERO 100!!!!!!!!
ResponderEliminarSale fiesta loca con David Tennant y demás íconos de la sensualidad masculina. Y con Cristian Gil, of course.
Ok, yo me enfiesto con el sonic screwdriver y me convierto en leyenda urbana. Es el nº 100 en serio?
ResponderEliminarMañana hacemos fête como nosotras sabemos hacerla (?): mirando tele, comiendo un montón y puteando a pino solanas
ResponderEliminarÚltimo post del día: no comentastes lo sensual que es adam. Me fallastes."Mi alma está rompida, mi alma está rompida, pues nuestro destino ya está escribido"
ResponderEliminar(Le advertí a mi hna que si me molesta en su casamiento me pongo a recitar a cris gil f.)
Standing ovation para vos Chivi también porque en tu artículo condensaste un estusiasmo tal por el pibe Green que ya me estoy bajando sus discos solistas.
ResponderEliminar(¿Los títulos de esta seguidilla, "summer wasting", tiene algo que ver con ciertos ingleses encantadores?)
Por supollo, Lei. Supongo que este viernes nos vemos, y me contás qué te pareció Green.
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