Summer wasting (XI): baby's gonna die tonight

Tracey Emin es la mujer de mi vida.


TN denuncia que estos son tiempos de crispación (mi hermano corrige "son tiempos de Kris-pasión") y yo estoy de acuerdo. Crispación porque Pino Solanas es un terrible pelotudo, porque Carrió merece ahogarse en su propio vómito, porque Redrado merece clavarse el flequillo en los ojos y quedar ciego (más ciego si eso es posible), porque Cobos tiene que crecer, porque Biolcati está pidiendo a gritos ser descabezado, porque Macri sólo sabe qué significa la palabra "austeridad" cuando se lo recomienda a "ellos" (que aparentemente son los Kirchner, llevando a cabo un "despilfarro total"), porque estoy harta del calor, porque quiero golpear a todos los padres del mundo y porque mi paciencia es más corta que mi segundo nombre (que tiene sólo cuatro letras). Dejando la perífrasis política para otro día y el descontento meteorológico para charla de ascensor, quedémonos con las últimas dos cosas. Ustedes creen que se viene una queja adolescente sobre mis padres, no se engañen. Ésta es una queja adolescente sobre la condición de padre y un intento de explicación de por qué no quiero, ni por accidente, acceder a la maternidad.
No quiero ser madre. En un momento lo quise, lo quise con tanto fervor que entendí que la condición determinante de los padres es que no les importa serlo. Me van a decir lo que me dice todo el mundo: "eso lo decís ahora, pero ya te quiero ver dentro de quince años". Si después de semejante estupidez sigo accediendo a dedicarte tiempo, te invito a preguntarme dentro de quince años para demostrarte que voy a sostener lo mismo. Cada día pongo a prueba mis ansias de maternidad y confirmo que son inexistentes. ¿Por qué? Porque me gustan los niños.
Mi vida en este momento parece estar llena de bebés pequeños que por tal o cual motivo son muy cercanos a mí. No porque sean muchos (son sólo dos y uno de ellos nació hace apenas tres días) sino porque me preocupo por ambos. Para darles un ejemplo: un día después del nacimiento de este último soñé que su madre me prohibía verlo y que yo gritaba, pataleaba, lloraba como una condenada y me iba a mirar "Love actually" mientras lágrimas ardientes caían por mis mejillas y yo me preguntaba cómo alguien podía ser capaz de separarme de un niño que amo. Desperté asustada, como mínimo. Desde que viví mi primera experiencia de crianza de un tercero (soy la más chica de tres hijos y era demasiado chica cuando mis primos nacieron como para que su crianza me resultara pedagógica) pasaron 3 meses y 16 días. Nació mi sobrino y durante más de dos meses lo vi con una frecuencia de 2 o 3 veces por semana, varias horas por encuentro, con licencia para hacer lo que quisiera (cuando tenía 15 días volqué un mate sobre su pierna, por suerte yo lo tomo frío). Aprendí lo que se aprende sobre bebés cuando uno tiene uno cerca. Y, por curiosidad premonitoria, aprendí cómo es el crecimiento de un niño. Antes de esta experiencia ya me dolía ver niños maltratados, descuidados o simplemente aburridos por culpa de sus padres. En cuanto adquirí un mínimo conocimiento y una aún más limitada experiencia en cuidado de niños (también cuidé algunos más grandes) mis preocupaciones se agudizaron tanto como mi resentimiento hacia esa extraña sub-especie que son los padres. La lógica es la siguiente: cualquier criatura menor de 15 años (en épocas de extrema benevolencia extendí esta frontera etárea hasta los 25) es incapaz de tomar una decisión completa y absolutamente independientemente, ipso facto cualquier mala decisión y/o situación adversa y/o mal que les afecte es responsabilidad de los padres. Philip Larkin la hizo más corta y más clara en "This be the verse":

They fuck you up your mum and dad,
they may not mean to but they do.
They fill you with the faults they had
and add some extra just for you.

But they were fucked up in their turn
by fools in old style hats and coats
who half the time were soppy stern
and half at one another's throats.

Man hands on misery to man,
it deepens like a coastal shelf.
Get out as early as you can,
and don't have any kids yourself.*

*Ignoro si la métrica es así, mi memoria falla para esas cosas.

Más claro, echále agua. Siempre está el que asegura que es difícil lastimar a un niño pero vamos, seamos honestos, cuando uno le dice que no a un chico le está causando dolor. Claro que es efímero, pero todas las formas de dolor son efímeras. Y eso de que los chicos no se acuerdan es mentira, yo recuerdo vívidamente la desesperación y la envidia que sentía cuando veía que otros tenían juguetes que a mí no me habían comprado, y ni hablar de la soledad inherente a todos los niños. Pero lo más doloroso es que a los niños les saquen el derecho a hablar, y es lo que se hace constantemente. Creo que fue Ducrot quien dijo que cuando uno le decía a un chico "no te hablo a vos", no le arrebataba simplemente su condición de alocutario, sino también su condición de locutor. Y uno tal vez lo hace con las mejores intenciones, pero las intenciones no alcanzan. Y el dolor es necesario para crecer, pero eso no significa que debo ser yo quien lo inflige. La crianza perfecta es imposible, está bien, es un hecho. Es precisamente por eso que no me interesa aventurarme en la maternidad. ¿Para sentirme culpable por todo lo que hago y angustiar a mis hijos? ¿Para resentir todo lo que hacen porque me recuerdan constantemente que me equivoqué en tal o cual cosa? ¿Para vivir paralizada por el miedo? ¿Para ver que me convertí en algo que odio - una madre -? Ni lo piensen. Los errores de la paternidad me violentan y entristecen.
Ahora vamos a mi verdadero problema: mi impaciencia, mi problema con los padres y mi deseo del control absoluto se confabulan para impedir que yo disfrute que otros tengan hijos. Temo por lo que pueda suceder a esos chicos y siento que es mi deber velar por su seguridad. Odio a los padres y a veces incluso a los hijos (a partir de los 6 años) porque veo en ellos todas las faltas de sus padres. Cada momento que comparto con un niño lo vivo buscando los errores de sus padres. Y si no estoy con ellos, imagino los posibles errores y me preocupo de antemano. Me dicen que tener un hijo es lo más lindo que te puede pasar en la vida. Puede ser, pero también es lo más horrible que te puede pasar en la vida. Que los demás tengan hijos, yo estoy dispuesta a quedarme sola como Tracey Emin. Sola y libre de culpas.

Comentarios

  1. yo no voya tener hijos por una razon mas egosita de la que hemos hablado largo y tendido. me resulta, no obstante, curioso que a vos te preocupe tanto ser la causa del dolor y sufrimiento de los niños cuando a Arjona le parece maravilloso y de un alto grado de responsabilidad ser el albañil (SIC) de una vida nueva. creo que son puntos de vista, yo no crucifico a los que tienen hijos ni les echaria en cara sus faltas porque se que no tengo la capacidad de ser madre pero creo que es parte de la vida heredar ciertos errores. arjona lo dijo tb: te heredan sus complejos, iglesia y hasta equipo de futbol. en este pais, que seria sin esa tradicion? creo que hay cosas buenas y cosas malas en la paternidad y maternidad. pero es asi en todo. sin embargo, veo que tu desesperacion es protectora y eso, excepto que te vuelvas loca como CArrio, no puede ser tan malo.a veces, hay que correr riesgos.

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