Summer wasting (XII): nunca andes descalza en un jardín


Vengo de comulgar y estoy en éxtasis,
aunque comulgué como un ahogado

Viernes 29 de enero, 2010. Temperatura: altísima. Sensación térmica: insufrible. Darth Vader y dos dementores llegan a la casa de quien les escribe (porque mi hogar es el más austral) en principio para hacer el reencuentro con Darth Vader, recién llegado del norte, y para ir al recital de Pedro Aznar en la Costanera. Cuando estamos los cuatro en mi cocina comiendo bizcochitos de grasa "Jorgito" y fruta con voracidad, Darth Vader pregunta qué hicimos en el tiempo en el que él estuvo de viaje. "A mí me creció un pene" le confieso, e iniciamos una ronda de confesiones: aprendimos a tejer, hicimos un programa de divulgación científica para Canal Encuentro auspiciado por mi pene, miramos "Scarface", encontramos dos momias similares a la Niña del Rayo en Plaza Almagro, trabajamos en la CoNEA, fundamos un hospital y algunas cosas más. Darth Vader se ríe como un niño. Está confirmado: nuestra magia no se perdió. Partimos hacia el Anfiteatro. Caminos hasta Defensa por Caseros, doblamos en Brasil y seguimos hasta el Boulevard Rosario Vera Peñaloza. Su ruta interrumpida por una parada técnica en las instalaciones sanitarias de una parrilla. Finalmente llegamos al Anfiteatro, inhalamos el repelente que perfumaba a las masas estivales y nos sentamos en un huequito sobre el pasto entre una pareja de hippies (se escribe "hippie" y se pronuncia "jipi"), unas mujeres con un niño hermoso, un peludo, una familia muy normal, un hombre extremadamente delgado que es 50% Hugh Laurie y 50% Luis Alberto Spinetta y un energúmeno que no paraba de tocar la armónica. Reclamo a mis acompañantes que no me dejaron llevar tereré (primer paso hacia mi meta 2010: dominar el acento chaqueño). Comentamos el calor, las personas que nos rodean y aplaudimos cuando el cantante de Rata Blanca devenido folk sobre el escenario así lo sugiere. Nos reímos de las letras spinettianas del dúo Orozco-Barrientos y sonrientes estudiamos el entusiasmo con el que cantan. Llega el elemento masculino de nuestra familia argentina: S. y J.. Nos besan, se sientan y piden agua. Termina el dúo Orozco-Barrientos, los aplaudimos y nos paramos. Tratamos de encontrar a P., el hermano de Aramis y no podemos. Nos movemos unos pasos para adelante y luego de una corta espera (que a los demás pareció larga) sale Pedro Aznar al escenario. Abre con "Quebrado". No cualquiera puede cantar mi seguridad es falsa / una lanza abrió un costado / detrás de esta máscara hay un chico asustado / quebrado sin dejar de ser un superhombre. Aramis y Darth Vader comentan su atractivo. Segundo tema: "Alcira y la torre". No lo canto en acto de protesta (nunca me conmovió mucho) pero los estribillos los tengo que balbucear porque es más fuerte que yo. En el solo de bajo me doy vuelta y pregunto a tres de mis contertulios: "¿Está mal si su bajo sin trastes me hace eyacular?" a lo cual Atos sonríe, pero la muchachada se queda sorprendida, creo que no están acostumbrados a mis constantes alusiones a la eyaculación. Suenan los primeros segundos de "Nocturno Suburbano" y yo pronuncio una advertencia que será repetida a lo largo de toda la noche: ¡qué temazo! ¿Qué decir de "Nocturno Suburbano", la canción más estival, conmovedora e íntima del último disco? Ese tema para mí es mi living con las ventanas francesas abiertas de par en par, un mate en la mano, la luz mortecina del atardecer sugiriendo las formas de los sillones en los que me apoltrono, escuchando la voz grave y azucarada de Pedro Aznar. No recuerdo en qué orden, pero también tocó "Décimas" (Aramis dijo que su voz dolía de placer -coincido-, y que su estrofa favorita fue que al fin la mala fortuna / se vaya a dormir un rato / se quite traje y zapato, se olvide de mi existencia / que yo frente a su sentencia declaro mi desacato -coincido- ), "Si me das tu amor", "Perros del Amanecer" (¡qué temazo, por dió! piden paz las filas de los siempre igual), "Lina de Luto" (le confesé a Aramis que la última vez que escuché ese tema en vivo lloré entre parejas cuarentonas que se besuqueaban), "Tu amor", "La carne", "Fugu", "Jealous guy", "Ya no hay forma de pedir perdón", "A primera vista", "While my guitar gently weeps" y algunas más. Pasé todo el recital bailando y cantando, ignorando qué pasaba a mi alrededor. Cuando terminó, mientras nos alejábamos, S. dio en la tecla al decirme: "A vos no te importa nada, vos seguís en el recital". En efecto, no me importó nada. Pedro Aznar es el único hombre por el cual olvido que estoy sudando.*



*Sres. Lectores: la razón por la cual este artículo es chotísimo es que sencillamente "huelgan las palabras" (Atos, op.cit.) a la hora de describir la experiencia Pedro Aznar. El que avisa no es traidor, chúpenme un huevo.

Comentarios

  1. creo que es una crónica genial. vos, Toro, descifraste una parte: que los lectores inventen el resto.

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