Summer wasting (XIV): what became of the likely lads

Recuerdo la primera vez que vi una foto de The Libertines. Fue tarde, ellos ya se habían separado, reunido y vuelto a separar, era el 2008 y yo era la única persona del mundo que no había visto la cara redonda de Pete Doherty. Era la cubierta de su último y segundo disco (arriba), "The Libertines". La foto fue sacada por Roger Sargent después del "Freedom gig" que los Libertines dieron en el 2003 para celebrar que Pete Doherty había salido de su (primera) visita a la cárcel. Recuerdo pensar que Carl Barât (izquierda) parecía andrógino y que una alta dosis de homoerotismo habitaba la foto. Me gustó. Con el tiempo leí reseñas, opiniones, etc. que involucraban a estos dos muchachos, generalmente ilustradas, y me acostumbré a sus apariencias. En ese momento también había escuchado los discos de Dirty Pretty Things (la banda que formó Barât cuando The Libertines se separó por los problemas en su relación con Doherty - nunca el nombre de una banda fue tan apropiado).
Este verano decidí reflotar ambas bandas: The Libertines y Dirty Pretty Things (cada una armada con dos discos), con el bonus track del recital acústico que Barât dio en México en el 2005 y que finalmente me pude bajar. Escuchando "Can't stand me now" me di cuenta de la verdad: The Libertines es una basura al lado de las melodías y letras tanto más complejas de Dirty Pretty Things ("What became of the likely lads" es la gran excepción gran), pero por alguna razón yo disfrutaba más escuchar la banda de Doherty. Escuché las voces de Doherty, con sus quejidos adolescentes y magnéticos, y Barât, cuyos balbuceos y gruñidos aflojan las piernas de países enteros (o sencillamente las mías) y me di cuenta de la clave del éxito de The Libertines: el homoerotismo (esta vez con mejor ilustración abajo).
Pero siempre que llovió, paró. Y así como en las películas la gente se enamora, Barât encontró otro muchachito con el que divertirse. Sí, señores: Adam Green (derecha). En un documental que hicieron juntos para la televisión de Alemania (donde Green es un "hécsito") que se encargaba de mostrar simplemente una noche con Barât y Green en Londres no falta la escena de alcoba. Los dos llegan al hotel donde se aloja Green, que a esta altura está completamente borracho y sólo de suerte sobrevivió a una posible pelea con irlandeses, se recuesta sobre la cama y Barât lo reta porque eso no es sexy. Después Green abraza un rato a Barât hasta que finalmente el inglés decide irse a su cama. Sólo hace falta ver el video de "Friends of mine" (canción que Barât y Green escribieron) del recital que dieron juntos en el Centre Pompidou para entender de qué hablo cuando hablo de homoerotismo. Green mezcla su canto con risitas nerviosas y gestos torpes dirigidos a su contertulio y Barât simplemente no le saca los ojos de encima, de vez en cuando siguiéndole un poco el juego para que el neoyorquino se ría. Atención, los impresionables sentarse: circularía por el mercado negro de Amsterdam una película porno amateur protagonizada por Green y Barât. (Invito a todos a hacer las averiguaciones pertinentes y decirme cómo corno conseguirla) Ellos nunca lo desmintieron y hasta los más escépticos se atreven a decir que entre estos dos pasan cosas. Por eso, mi deseo del 2010 (además de dominar el acento chaqueño y conseguir el film supracitado) es que Barât dedique en su primer disco solista una canción de amor al norteamericano que le alegra las noches.

No en vano se preguntó a Doherty y a Barât en repetidas ocasiones si lo suyo era una relación amorosa: tenían los celos, las obsesiones, el amor desenfrenado, la tensión sexual (sobre todo en el escenario). Sólo faltaba la confirmación, que nunca llegó. Sí llegaron los relatos de ambos: las rabias cuando el otro se conseguía un nuevo amigo o una nueva novia, las competencias por las chicas, la necesidad de estar lo más cerca posible el uno del otro, los hábitos posesivos, las letras de amor que, todos sabíamos, hablaban de su relación. Barât confesó haberse drogado con heroína sólo para estar un poco más cerca de Doherty. Pero uno no pudo más. A punto de empezar una gira por Japón, camino al aeropuerto, nadie pasó a buscar a Doherty. Doherty entró al departamento de Mayfair de Barât y robó lo que más dolería a su enamorado: un par de guitarras y alguna otra cosa de colección. Además de los innumerables escándalos, vimos a Barât cantar al borde de las lágrimas, repitiendo hasta el cansancio en las entrevistas cuánto extrañaba a Doherty, siempre parco y deprimido.
Después vino "Dirty Pretty Things" y no fue lo mismo. Si bien las dos formaciones mantuvieron a Gary Powell en la batería y el cuarto en cuestión nunca fue de gran relevancia para ninguna de las dos bandas, Didz Hammond como parejita de Barât no funcionaba. Juntos no son dinamita, son dos nenes jugando (Hammond el más revoltoso y Barât casi avergonzado la mayoría del tiempo). Sí, la banda es mejor pero el sexo vende y ver a Barât y a Doherty queriendo comerse arriba del escenario (en todos los sentidos posibles) supera las mejores canciones de Dirty Pretty Things.
Pero siempre que llovió, paró. Y así como en las películas la gente se enamora, Barât encontró otro muchachito con el que divertirse. Sí, señores: Adam Green (derecha). En un documental que hicieron juntos para la televisión de Alemania (donde Green es un "hécsito") que se encargaba de mostrar simplemente una noche con Barât y Green en Londres no falta la escena de alcoba. Los dos llegan al hotel donde se aloja Green, que a esta altura está completamente borracho y sólo de suerte sobrevivió a una posible pelea con irlandeses, se recuesta sobre la cama y Barât lo reta porque eso no es sexy. Después Green abraza un rato a Barât hasta que finalmente el inglés decide irse a su cama. Sólo hace falta ver el video de "Friends of mine" (canción que Barât y Green escribieron) del recital que dieron juntos en el Centre Pompidou para entender de qué hablo cuando hablo de homoerotismo. Green mezcla su canto con risitas nerviosas y gestos torpes dirigidos a su contertulio y Barât simplemente no le saca los ojos de encima, de vez en cuando siguiéndole un poco el juego para que el neoyorquino se ría. Atención, los impresionables sentarse: circularía por el mercado negro de Amsterdam una película porno amateur protagonizada por Green y Barât. (Invito a todos a hacer las averiguaciones pertinentes y decirme cómo corno conseguirla) Ellos nunca lo desmintieron y hasta los más escépticos se atreven a decir que entre estos dos pasan cosas. Por eso, mi deseo del 2010 (además de dominar el acento chaqueño y conseguir el film supracitado) es que Barât dedique en su primer disco solista una canción de amor al norteamericano que le alegra las noches.
When my eyes meet your eyes, you know it`s true:

Sería injusto decir que el éxito reside en el homoerotismo (sobre todo en estos tiempos en los que están tan de moda las "bromantic comedies") porque la verdad de la milanesa es que el éxito reside en los ojos de Carlos Ashley Raphael Barât (sic). Podría decir que su pelo es noche cerrada, su piel campos de maíz, sus antebrazos clásicos pero aún esa evidencia se derrumba frente a no tanto sus ojos azules como su mirada magnum. (Dato inútil del día: existe un grupo en Facebook intitulado "Carl Barat made me pregnant with his eyes") Tiene una mirada fría como el acero, pero esos ojos entrecerrados medio dormidos, medio borrachos, un poco desinteresados y bastante ardientes duelen de placer. Duelen de placer porque combinados con su rapidísimo balbuceo que no es interrumpido ni para respirar, son señal de alguien que se sabe irresistible sin el más mínimo esfuerzo. Son señal de alguien que, intempestivo y nervioso a la vez, puede mostrarse jocoso o lastimoso sin perder un gramo de sex appeal. Y eso es lo mejor de Carl: a él no le importa ser sexy, él sólo se preocupa por Pete...o por Adam, depende la temporada.
(Antes de que se quejen les digo: si en Página12 pueden dedicar una página entera a las piernas de Penélope Cruz en una mala película, si Martín Kohan puede escribir sobre la sonrisa de Cristina Fernández en Diario Perfil -!!!!!!!-, si a Jorge Asís le permiten tipear en una computadora, yo tranquilamente puedo escribir todo un artículo sobre cómo se me caen las medias de sólo pensar en Carl Barât. Si de cualquier manera esto no lo lee nadie, yo escribo lo que quiero. )
si que lo lee alguien, y no sabes como me ha gustado. creo que uno de los deseos mas grandes y profundos que tengo es volver a ver a estos 2 juntos sobre el escenario haciéndose cariñitos :)
ResponderEliminarAun así... yo siempre me quedaré con Pete, the libertines y babyshambles... pero pensar en volver a verlos sobre un escenario juntos, me pone la piel de gallina :)
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