Una parte de la euforia
Hace unos días tuve una crisis de identidad: me di cuenta de que entre mis más de 100 aros no tengo ni un par entero (tengo un solitario, un medio par perdido y otro medio par roto) de plumas. Simplemente lo necesitaba. Mandé un mensaje de texto a Gretichen y le propuse ir a comprar aros. Ella, que comparte el fetiche, encantada. Después de pensar adónde corno ir a comprar aros, las opciones se redujeron a dos: Palermoe o San Telmoe.
Pros y contras de San Telmo:
-no es Palermo (+)
-lo conozco muy bien (+)
-hay buenos precios (+)
-hay variedad (+)
Pros y contras de Palermo:
-es Palermo = menenismo (-)
-no lo conozco (+)
-no conozco los precios (-)
-no conozco la variedad (+)
Aunque Palermo es Palermo, elegí ir por allá, en principio para darle una oportunidad y ver si ofrecía algo distinto a San Telmo que queda cerca de mi casa y siempre será un refugio arístico.
Gre y yo arreglamos la cita: a las 11hs. en Serrano y Honduras (alerta Cristian Castro). Ella llegó a las 11.28hs. Yo llegué a las 11.55hs. En el frío chileno y la humedad porteña nos dimos cuenta de que a esa hora no había NADA abierto. Decidimos ir a un café a calentar las patas y llenar los estómagos. Entramos a un café donde había una pared con videoclips, un mozo que hacía mucho contacto visual con la clientela y un diario Clarín sobre la mesa 2. Elegimos la mesa 2. Mientras nos llenábamos con café y medialunas, leímos todas las páginas de Clarín riéndonos de las editoriales, de los policiales y hasta de la sección espectáculos. Hacía mucho que no leíamos el gran diario argentino pero fue lindo poder quejarse de la mala calidad del papel y agregar con cara de abuela "y eso que tienen Papel Prensa, si no imagináte". Lo más gracioso: la encuesta sobre administradores vs. porteros. Lo más Clarín: la página entera que le dedicaron al 20% de Telecom que Telecom Italia sacará de ventaja sobre Werthein. El detalle de color: pasamos cinco minutos imaginando a Magnetto cantando "tengo el corazón con agujeritos" porque al hueso de Telecom lo mordisqueaban otros perros. Salimos del bar a la 1 y en Palermo todo (menos Peter's Hot Dog, panchero de confianza) seguía cerrado. Vagando por las calles sin nombre, asumimos que hoy cinco de agosto era el día en el que los palermitanos festejaban el feudo de San Luis (así de chetos son) y entonces estaban todos en una fiesta con todos los aros del mundo festejando el Día de Rodríguez Saa. Las calles seguían vacías y Gre tiró una mejor teoría: era una prueba del destino. Te enfrentaban a varios pares de aros: uno era el beso de una princesa y otro la muerte segura. O quizás uno era para salir de la Matrix y otro para ser Keanu Reeves. Pero ni sabíamos dónde estaban esos aros. Finalmente divisamos un localcito de "bishú". Nos asomamos: decía abierto pero no había nadie. Revisamos el horario diez veces: de 10 a 20hs. Todo estaba bien, así que tocamos el timbre. Un par de minutos después un hombre abrió la puerta de una casa de al lado, nos saludó y vino a abrir la puerta del local. "Waka waka, porque esto es Palermo" pensé. Miramos una y otra vez todos los aros ("ordenados sólo por color, no por precio") hasta que el hombre nos indicó que los de una sección eran los de 10pe. Como los demás escalaban a precios de tres cifras, nos abalanzamos sobre esa sección. Cuarenta minutos después, nos habíamos decidido. Cada una llevaría dos aros usables y uno para atreverse a más. Greti llevó dos pares naranjas (y no porque esté a favor de "la familia") y uno que ahora doy en llamar "Si Carmen Miranda hubiera vivido en la Inglaterra Victoriana usaría estos aros en Navidad". Yo llevé unos "aros trufa", unos dorados y rosados que pegan con mi pelo y, a falta de plumas, dos peludos (sí, pompones peludos) que ahora llamo "Fantasía para Rusia con amor, del espía que me amó". Después de ver transacciones sumamente truchas entre el hombre latino y una anciana, y después de soportar que el hombre tardara quince minutos en guardar seis pares de aros, nos fuimos con el corazón contento. Volviendo hacia el epicentro del menenismo (Plaza Cristian Castro Serrano), divisamos un lugar que tenía lo que buscábamos: aros del tamaño de nuestros puños atiborrados de flores y brillos y tela y piedras de colores que fueran imposibles de usar. Entramos, vimos los aros y a mí me dolió la cabeza. Tan grandes, tan brillantes, tantas flores: ¡no sabía cuál elegir! Por suerte, nos limitaba nuestro presupuesto. Después de veinte minutos de deliberación conjunta, elegimos los aros. Yo me compré un par de aros dorados enormes que son como si Barbarella hubiera visitado un casino con música disco de fondo y alfombras búlgaras, aunque en realidad lo que sonaba era un remix de "Disco 2000". Gre se compró unos aros que llamamos sencillamente: el corazón de la TARDIS. Tienen todo lo que uno pueda imaginar (momento étnico, momento moderno, estructura, textura, lindo dorado, hacen ruido con el viento y son más grandes que tu cara) y un dash (palabra palermitana que aprendimos hoy) de fucsia, ah, y son absolutamente enormes. Lo mejor de todo es que salimos absolutamente excitadas y ya fichamos los aros que vamos a comprar la próxima: a mí me tocan unos aros negros y dorados que son una viuda tomando jerez una noche de verano en Barcelona y Greti se va a comprar unos hermosos (va a enfrentar su miedo a las perlas, combinadas con dorado y rojo) que son como una monarquía en un país centroamericano con mucha inmigración portuguesa. Cuando nos separamos, todavía temblando de la emoción con la promesa de una cita el sábado para pintarnos las uñas, estrenar aros e ir al cine, se dio este intercambio de mensajes de texto:
Gre:-Estoy en Palermo, yendo a casa. Beso.
Gre:-Estoy tan emocionada que me equivoqué.
Yo: -Yo ya me puse los aros dorados...temblando. Vivan Perón y la humanidad.
Gre:-Pienso en la ropa que voy a usar el sábado a la noche. Nunca como hoy Clarín la tuvo tan adentro.
Yo:- El operativo crispación de Magnetto es hoy más que nunca, aros mediante, CRIS PASIÓN.
Conclusión: Pizzarnik va a vender aros, nosotras vamos a ser felices y somos oficialistas all nite long. Que la sigan chupando.
revivo el místico jueves lluvioso en Palermoe a través de esta maravillosa crónica. cuando llegué a casa, mi madre y yo nos pusimos a revisar aros juntas y yo seguí pensando en lo que me voy a poner el sábado (que aún no lo decidí). sólo sé qué aros y que el Toro querido me va a prestar algún esmalte azul. el jueves fue un gran día para la ciencia. TODO SER DE LA TIERRA MEDIA QUE TENGA CRISIS ARÍSTICAS DEBE ANOTAR ESA DIRECCIÓN MENEMISTA, INCLUSO, CRISTIAN CASTRO, QUE SÉ MUY BIEN QUE NOS ESTÁS LEYENDO EN ESTE MOMENTO.
ResponderEliminarsólo quiero decir que están lloviendo estrellas alrededor de mí. es eso.
próximamente, actividad en grupo: PERCHAS INTERVENIDAS.ampliaremos. (con foto y guía didáctica).