Varones son los nuestros
En los momentos en los que quisiera tener unos brazos masculinos en los que reposar, en los momentos en los que necesito relajarme y despejar la mente, en los momentos en los que decido entregarme a la tranquilidad siempre sé qué debo hacer: mirar videos de Mariotto. Es que Gabriel Mariotto sintetiza a la perfección todo lo que uno (yo) quisiera encontrar en un funcionario (hombre). Claro que uno puede regodearse con Bossio, pero por momentos me pregunto si no es demasiado tierno y poco pasional. También está el encantador Abal Medina, cuya máxima virtud coincide con su máximo defecto: es tan sólo encantador. Si necesitamos algo más viril y apasionado, podemos recurrir al compañero Calcagno, pero tanta chicana aumenta los latidos y también los nervios. O quizás uno se proponga disfrutar a Mariano Recalde, pisa fuerte, es joven y absolutamente irresistible, pero entre tanto ojo celeste falta sangre de conurbano. A Mariotto no le falta nada. Y es precisamente por eso que acalora a la vez que pone paños fríos, instala el debate mientras aclara, piropea cuando provoca.
Gabriel Mariotto tiene 46 años, es escorpiano y de Lomas de Zamora. Es licenciado en Periodismo y en Comunicación Social de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora, fue Decano de la Facultad de Ciencias Sociales de dicha universidad y aún hoy ejerce allí la docencia. Fue funcionario de Néstor desde el 2003 como subsecretario de la Secretaría de Medios de Comunicación de la Jefatura de Gabinete y en el 2008 Cristina lo designó como interventor del Comité Federal de Radiodifusión (COMFER). Hoy, Gabriel Mariotto es el titular de la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (AFSCA) y el principal promotor de la nueva Ley de Servicios Audiovisuales (también conocida como Ley Mordaza, si sos un gorilón). Ahora bien, el tipo hizo mil y una otras cosas, como dirigir un documental sobre el Padre Mugica y tener programas de radio varios.
Las virtudes de Mariotto como funcionario son fáciles de enumerar: todas. El tipo tiene una claridad impresionante, una trayectoria militante de la hostia, desarma cualquier argumento con la mayor elegancia, nunca abandona la cortesía, combina a la perfección la rigurosidad académica con el lenguaje coloquial y puede mantener un clima ameno de diálogo con el más acérrimo opositor, sin salirse de su lugar pero sin conceder ni un milímetro.
Igual de fáciles pero más divertidos de desentrañar son los atributos de Mariotto como hombre, como objeto de deseo. En una ocasión me contaron fuentes allegadas (si Fontevecchia puede, yo también) que Mariotto pasó su época universitaria, aquellas horas de militancia en la JUP que hoy relata con nostalgia, "mordisqueando cuellos" (sic). Créame, lector, cuando le digo que de sólo oír esa expresión asociada al compañero Mariotto me sentí más mujer. ¿Y cómo no sentirme más mujer si Gabriel es cada día más hombre? Esa voz de locutor, esa perfecta dicción rioplatense, esa cabeza "de pelo oscuro como sus sueños", esa barriga que sólo se despega de la camisa celeste y el saco de tweed para ponerse la camiseta de Banfield, esas manos del color de la tierra que se ven tan bien acariciando un libro como trenzando chinchulines (se me hace agua la boca, lector, ¿a usted?). Me tomo hoy la licencia de robarle una expresión que utiliza la compañera Bruno Sierra para ensayar una explicación de lo que me hace este señor: Mariotto me subleva.
Le cuento a usted, lector, que esta bloguera que no tiene vida que le alcance tuvo la oportunidad (el honor) de asistir a la presentación de la canasta navideña en Casa Rosada. Me invitaron a último minuto y obviamente no me negué. Fui, con el corazón partido, pero fui. Mi corazón estaba repartido por Buenos Aires: una parte me acompañaba en el caluroso pero corto viaje a Plaza de Mayo, otra partecita estaba en el patio de la Facultad de Filosofía y Letras en una charla homenaje a Néstor Kirchner en la cual iba a hablar Mariotto, y la parte más importante estaba en mi hogar, con mis dos sobrinos, a quienes dejé por apenas unas horas con una culpa que me inundaba el pecho. Estaba yo sentada en el salón de las Mujeres Argentinas, conversando con un compañero y sopesando tanto sentimiento encontrado, cuando vi ingresar al salón a un semental del peronismo bonaerense y con tanta rapidez me volvió la partecita del corazón que había dejado en el barrio de Caballito que no me quedó otra opción que entregárselo casi todo (casi, porque no hay hombre que le quite un minuto de mi atención a los retoños que tengo por sobrinos) sin acuso de recibo, exclamando en medio de la conversación: "¡Mariotto!". El compañero con el que conversaba estaba de espaldas, no lo vio entrar y se sorprendió con mi exclamación. Frente a su mirada inquisitiva, sonreí mostrando los dientes, con el alivio que me significaba saber que no había dejado plantado a Mariotto, mi Mariotto, y le dije: "entró Mariotto. Él iba a estar en mi facultad a las....hace veinte minutos. Está acá. Qué lindo que no me lo perdí". Ese pequeño gesto de alegría devino una charla sumamente delirante en la que suponíamos la existencia de un impostor de Mariotto, un gemelo malvado que por no tener la mitad de la labia había sido sometido de por vida a ser la sombra de su hermano. Yo no sé si es que el amor nos pone un poco tontos a todos, o si es que el aire acondicionado no reciclaba bien el aire, pero la cosa es que en cuestión de minutos éramos seis militantes charlando sobre las bondades de Mariotto, y cuánto nos gustaba escucharlo, y qué entrevista habíamos disfrutado más.
A esta altura del artículo, yo debería dar una conclusión. Como me gustan las cosas circulares (salvo los aros, que prefiero ovalados o rectangulares), la conclusión es la misma que la premisa inicial: que Mariotto está más fuerte que la casa del tercer chanchito. Y a quien opine lo contrario, le dejo tres regalitos:
-Mariotto opinando sobre Tinelli (curiosidato: me encanta cuando cruza las piernas).
-Mariotto en Café Las Palabras, festejando el Día de la Militancia. Absolutamente im-per-di-ble.
-Mariotto presentando la nueva Ley de Servicios Audiovisuales, al lado de Cristina, en el Teatro Argentino de La Plata.
Buenas noches, y buen Mariotto.
qué linda es la política
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ResponderEliminarYO NO PUEDO CREER QUE ESCRIBÍ SOBRE MARIOTTO Y ME FIRMÓ GRE...Y NADIE MÁS.
ResponderEliminarSON TODOS UNA MANGA DE GORILAS. NUNCA MÁS LES DOY DE COMER SAMBÚCHES DE MILANESA. PUTOS.
la desesperación mata y Claro no me copa
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