Gladiador

“Es como pelear contra Roma con un escarbadientes”. Y con esa frase doy comienzo a la descripción (me gustaría decir ‘análisis’) de un personaje televisivo que, poco a poco, ha ido ingresando en mi casa. Hoy, desde HND y para toda la blogosfera: ALEJANDRO FANTINO.

La élite intelectual que frecuenta este espacio cibernético de altísima alcurnia pensará ‘¿Fantino?’. Y sí. El que esperaba un Sartre o un Marx o un Hobbes va muerto. Sin embargo, le recomiendo a la queridísima audiencia que no cierre su mente ni se pierda la oportunidad de conocer a este periodista deportivo, que hoy se nos presenta como un paladín justiciero de Canal 2.

A Fantino (y no me refiero a la mezcla de Fanta y vino) lo podemos encontrar en dos sitios para nuestro trabajo de seguimiento: el programa Animales Sueltos, que va todos los días a la noche por América; y El Show del Fútbol, los domingos a las 23 hs. por el mismo canal. Cada programa tiene un ethos particular. El primero es más de “cachengue”, es decir, Alejandro invita a mucha gente (no miento) y en lo posible que no tenga nada que ver uno con el otro. Algunos son como una suerte de panelistas estables (el Coco Silly, Virginia Gallardo, Claudia Fernández y a veces un cura que hace exorcismos y que es un personaje de sí mismo, entre otros). De acuerdo a la coyuntura televisiva (e incluso deportiva), puede ampliarse el círculo de privilegiados (la última vez que lo vi estaba Carolina Papaleo y unos hombres que formaban parte de la organización “Padres del Obelisco”, junto con Nazarena Vélez, que creo que ahora es más estable). Uno se pregunta ante este panorama de qué va el programa, cuál es el tema o el hilo conductor. Lo primero que debemos saber es que los programas de Fantino presentan una suerte de falta de estructura: es casi un caos constantemente. Es así que Alejandro se yergue como articulador (aunque esto no indica que sea imparcial) de todos los sectores e individualidades. A veces lo logra: articula el “debate”. Otras veces, puede sucumbir. Hemos visto al conductor sacado de quicio, gritándole al hombre detrás de la “cucaracha”. Pero eso tenía que ver con hechos externos al programa. Es decir, el programa se presenta como una charla de amigos.
El segundo tiene un tema más cerrado: el fútbol. Pero tiene un panel estable que se divide en dos. Por un lado, los periodistas deportivos, entre ellos, Toti Passman. Por otra parte, los viejos ex futbolistas, como El Cabezón Ruggieri –gran personaje del programa, eternamente enfrentado con Passman-. Los dos bandos (cual republicanos y demócratas) se matan entre ellos, pero no son tan distantes. Las acusaciones son fáciles: los ex futbolistas se arrogan todos los derechos por tener experiencia futbolística; los periodistas quieren desmentir esa verdad única porque ellos hablan también con dirigentes y tienen vida activa dentro de los clubes: el saber de la nueva era. Fantino es periodista, por lo tanto tiene su alma un poco balanceada para una de las dos facciones. Pero siempre demuestra estar interesado en las “voces del saber”, la sabiduría de los achaques. Como el título del programa indica, muestran un show: qué hay detrás del fútbol. Y lo que nos terminan diciendo en cada domingo de acaloradas discusiones es que sólo hay negocio, que todo es trampa, y aunque hay jugadores buenos y hay pasión –la de los panelistas, por empezar-, lo que prima es una visión desencantada de la mayor pasión argentina, hoy decadente. Lo bueno del programa es que 1) alguien que no sepa algo del trasfondo futbolero se puede perder un poco, lo cual lo hace misterioso; a su vez, este hecho hace que durante el programa, 2) nos sintamos atraídos por la dinámica casi actoral y de contrapunto entre los bandos (y a veces, dentro de los mismos). Es más de una hora de pelea, de gritos y cada tanto el héroe Alejandro (no Magno) que pide que hablen de a uno y que cambia de un tópico a otro como de calzoncillo –incluso, lo primero con más frecuencia-. Hay un tercer elemento infaltable: la crítica constante a Julio Grondona, caracterizado por Canal 2 como el mayor Padrino de la actualidad argentina (porque de hecho hasta el noticiero del canal hace informes sobre “el hombre más temido” del país). Claramente, el lector avezado puede intuir los hilos de poder subyacentes. Pero por ahora nos interesa la lucha a muerte que Fantino lleva como la cara más visible de esta guerra. A tal punto que Grondona habría amenazado de muerte al conductor multifacético, como hoy pudo apreciarse en Intrusos del Espectáculo, que ha difundido el video (aparentemente oculto). En ese contexto, Fantino se apersonó al estudio de Rial para decir que a él ni frío ni calor la amenaza, pero que sin duda era una expresión de que su producción no estaba equivocada y de que estaban tocando algún que otro tacón de Aquiles. Y allí dijo esa frase, refiriéndose a don Julio: es como pelar contra Roma con un escarbadientes. Sin duda, todo un poeta, sino profeta, mediático. Y ni les digo qué pensaría la culta audiencia de HND si supiera que el domingo pasado en SDF, el conductor defendió su idea de que en las elecciones de la AFA deberían participar todos los clubes argentinos –porque no hay igualdad en dicha institución al momento- a partir de una cita del lema fundante de la Revolución Francesa. Maravilloso.

Uno se pregunta qué es Fantino exactamente. Qué es esa lucha contra la AFA corrupta que mantiene (y seguramente mantendrá) a un dirigente que excede la corrupción y se asocia indisolublemente con la dictadura. Qué es ese análisis del fútbol, en todos sus niveles, a partir de una discusión centrada en pocos ejes y que siempre parece ser espontánea. ¿Quién es Alejandro Fantino? ¿Es un paladín de la reflexión televisiva en medio de tanto reality? ¿Es una discusión seria? ¿O debe reducirse al mismo nombre de uno de sus programas: el show? Señores lectores, las preguntas parecen no tener respuesta. Sólo puedo afirmar que hay un no sé qué en este hombre, que lo destaca por sobre otros conductores (de hecho, yo ni siquiera pienso en, por ejemplo, Leo Montero o el Pelado de CQC). Quizá lo que atrae es la apariencia de carnaval que hay en estos programas un tanto marginales no sólo en la pantalla sino en la propia crítica mediática, pero que a la hora de sentarnos a verlos, se yerguen como centrales y nos atrapan. Por otro lado, Canal 2 parece un mundo cerrado, un mundo autónomo, incluso separado por muchos canales de los demás de aire. Como se dice en Las Vegas, lo que pasa en América, se queda en América. O quizá no, quizá Fantino sea un personaje más, fugaz como tantos otros, pero que hoy tiene esta peculiaridad (queda pendiente comprobar cómo actúa en la radio). Sin duda, recomiendo que los lectores le den una chance al muchacho y vean los programas, sobre todo el del fútbol. Es interesante ver cómo se construye la espontaneidad, vaya paradoja. La combinación de fútbol, periodismo, negocios y televisión es un combo por lo menos atractivo. Y creo que la figura de Fantino como juez y parte (en sus dos espacios) lo corre del eje mediocre de los conductores, porque en su caso, es sumamente explícito, totalmente cristalizado: su figura es lo único inequívoco. Fantino, el que se enfrenta al dinosaurio sin escudo, parafraseando un viejo tema de Shakira. Fantino, el articulador. Fantino, el gladiador.


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