La única línea que endurece no es la de merca
Cada verano que comienza nos plantea el mismo interrogante: ¿será este verano otra crónica a la que podremos titular con un poco de desasosiego summer wastings? Y quizá porque esto recién empieza, esperanzadamente decimos: NO. Esta vez todo va a ser diferente, no dejaremos los planes inconclusos para que otros los terminen –como diría Ismael Serrano-, vamos a intervenir perchas artísticamente, vamos a hacer un catálogo completo de aros para el blog, vamos a leer todos los libros de nuestras mundiales bibliotecas, vamos a ir al cine a ver Gigantes de Acero sin ruborizarnos, vamos a hacer ejercicio, vamos a aprender a manejar y a hacer tragos exóticos, vamos a vernos todos los días con todos aquellos a los que le prometemos semejante acto de amor. Vamos a. Pero en esos primeros días (frenéticos) del verano también pensamos “hay tiempo”. Y ése es el comienzo del fin. Así que este artículo puede ser esa ambigüedad doble: principio y final. Ante esta terrible contradicción que sólo puede nacer un lunes 26 de diciembre luego de leer "Tlön, Uqbar, Orbis Tertius" y comer chocolinas con mate, me dedicaré a reseñar un nuevo viejo programa de televisión que me ha hecho descostillar de la risa, id est, haré lo que mejor me sale hacer ante el desconcierto de lo que ha sido planteado: hablar de la TV (creo que tengo un deseo reprimido de ser crítica de espectáculos).
Whose line is it anyway? es un programa de 1998, versión americana del show televisivo británico (qué raro), conducido por Drew Carey y que sale al aire en un canal de Disney, hecho que el conductor no deja de recalcar como pseudo advertencia. “Welcome to Whose line is it anyway? The programme where everything is made up and the points don’t matter.” Hete aquí la presentación. El resto es fácil: cuatro participantes (en general, bastante estables) que deben improvisar escenas pensadas por el conductor y la producción, sumado a sugerencias que brinda la audiencia presente en el piso. En general, Wayne, Ryan y Colin participan en todos los programas, a veces alternando con Greg y Brad. Las presentaciones que de ellos hace Drew son cómicas y sí cambian. A veces hay mujeres. Y en las secciones en que se improvisan canciones, Laura Hall al piano interpreta variedad inacabable de ritmos. Parece sencillo (¿dónde está la trampa?). Pues lo cierto es que las improvisaciones son espectacularmente creativas y uno no puede dejar de ver los programas. Las secciones también cambian. Existen, por ejemplo, las de “Accesorios”, en la que se les da ciertos objetos por demás extraños y tienen menos de diez segundos para plantear una escena que dure más o menos el mismo tiempo; “Sombreros”, en el que se deben probar los mismos (muy ridículos) y simular que están grabando un video para atraer a una chica del otro lado y lograr una cita –las peores de la historia del amor virtual-; “Hagamos una cita”, en la que un participante es la chica que llama al programa y habla con tres solteros que tienen una peculiaridad (muy peculiar) y la “chica” tiene que averiguar cuál es –por ejemplo, en una ronda, Greg era el Presidente Clinton, Colin estaba siendo devorado lentamente por hormigas y Ryan se convertía gradualmente en un loro-; también está la sección “Fiesta Extraña”, en la que hay un anfitrión y tres invitados que nuevamente tienen una particularidad que el primero no conoce pero debe averiguar a partir de las brillantes actuaciones (e.g. Ryan era un potro naciendo, Colin era un trapecista propenso a tener accidentes y Wayne era todas las danzas del siglo XX). Verdaderamente, es una locura. Uno de mis sketches favoritos es el del final de algunos programas. Como los puntos no sirven para nada, de hecho Drew los divide como quiere y luego, cuando se está por acabar la emisión elige a un ganador pero que nada tiene que ver con los puntos previamente otorgados. Entonces esa persona debe hacer algo con el conductor, por ejemplo, una película extranjera, cuyo título e idioma lo elige la audiencia. Dos actúan en esa lengua y los otros dos traducen al inglés. Entonces, por poner un caso, Drew y Wayne hablan Farsi y Greg con Ryan interpretan la película llamada Desterrados con la Brisa. O por ejemplo la película Gesundheit, hablada en chino por los mismos actores. Demasiado gracioso. También hay talk shows sobre cuentos de hadas y un símil programa de noticias con extraños comentaristas de deportes y del clima (por ejemplo, Wayne era un comentarista de deportes que hablaba desde un embotellamiento de tráfico y Ryan, el del clima, que además era Frankestein tratando de buscar pareja). Por supuesto que hay escenas generales, como las de “Animales”. Me acuerdo de una en particular muy cómica. Ryan tenía un affaire con su secretaria, Colin, y en eso eran ambos descubiertos con las manos en la masa por la esposa del primero, Brad. Pero, hay algo extra: todos eran chimpancés. G-E-N-I-A-L.

En conclusión, si quieren empezar el verano a carcajadas y con un programa que se puede encontrar fácilmente en YouTube, les recomiendo esta joya noventosa americana que parece de bajo presupuesto y donde manda el absurdo. Por otra parte, si se preguntan cómo lo conocí, se lo debo a que el hijo de la jefa de Darth Vader se lo mostró a su amigo, es decir, mi hermano, que como anda corto de presupuesto, para Navidad me grabó en un DVD la primera temporada. Sí, es cierto: si mi propia vida es un absurdo improvisado, ¿cómo no voy a recomendar este programa? Señores, esta es mi bienvenida al verano desde HND. Y felicidades para todos.

Whose line is it anyway? es un programa de 1998, versión americana del show televisivo británico (qué raro), conducido por Drew Carey y que sale al aire en un canal de Disney, hecho que el conductor no deja de recalcar como pseudo advertencia. “Welcome to Whose line is it anyway? The programme where everything is made up and the points don’t matter.” Hete aquí la presentación. El resto es fácil: cuatro participantes (en general, bastante estables) que deben improvisar escenas pensadas por el conductor y la producción, sumado a sugerencias que brinda la audiencia presente en el piso. En general, Wayne, Ryan y Colin participan en todos los programas, a veces alternando con Greg y Brad. Las presentaciones que de ellos hace Drew son cómicas y sí cambian. A veces hay mujeres. Y en las secciones en que se improvisan canciones, Laura Hall al piano interpreta variedad inacabable de ritmos. Parece sencillo (¿dónde está la trampa?). Pues lo cierto es que las improvisaciones son espectacularmente creativas y uno no puede dejar de ver los programas. Las secciones también cambian. Existen, por ejemplo, las de “Accesorios”, en la que se les da ciertos objetos por demás extraños y tienen menos de diez segundos para plantear una escena que dure más o menos el mismo tiempo; “Sombreros”, en el que se deben probar los mismos (muy ridículos) y simular que están grabando un video para atraer a una chica del otro lado y lograr una cita –las peores de la historia del amor virtual-; “Hagamos una cita”, en la que un participante es la chica que llama al programa y habla con tres solteros que tienen una peculiaridad (muy peculiar) y la “chica” tiene que averiguar cuál es –por ejemplo, en una ronda, Greg era el Presidente Clinton, Colin estaba siendo devorado lentamente por hormigas y Ryan se convertía gradualmente en un loro-; también está la sección “Fiesta Extraña”, en la que hay un anfitrión y tres invitados que nuevamente tienen una particularidad que el primero no conoce pero debe averiguar a partir de las brillantes actuaciones (e.g. Ryan era un potro naciendo, Colin era un trapecista propenso a tener accidentes y Wayne era todas las danzas del siglo XX). Verdaderamente, es una locura. Uno de mis sketches favoritos es el del final de algunos programas. Como los puntos no sirven para nada, de hecho Drew los divide como quiere y luego, cuando se está por acabar la emisión elige a un ganador pero que nada tiene que ver con los puntos previamente otorgados. Entonces esa persona debe hacer algo con el conductor, por ejemplo, una película extranjera, cuyo título e idioma lo elige la audiencia. Dos actúan en esa lengua y los otros dos traducen al inglés. Entonces, por poner un caso, Drew y Wayne hablan Farsi y Greg con Ryan interpretan la película llamada Desterrados con la Brisa. O por ejemplo la película Gesundheit, hablada en chino por los mismos actores. Demasiado gracioso. También hay talk shows sobre cuentos de hadas y un símil programa de noticias con extraños comentaristas de deportes y del clima (por ejemplo, Wayne era un comentarista de deportes que hablaba desde un embotellamiento de tráfico y Ryan, el del clima, que además era Frankestein tratando de buscar pareja). Por supuesto que hay escenas generales, como las de “Animales”. Me acuerdo de una en particular muy cómica. Ryan tenía un affaire con su secretaria, Colin, y en eso eran ambos descubiertos con las manos en la masa por la esposa del primero, Brad. Pero, hay algo extra: todos eran chimpancés. G-E-N-I-A-L.

En conclusión, si quieren empezar el verano a carcajadas y con un programa que se puede encontrar fácilmente en YouTube, les recomiendo esta joya noventosa americana que parece de bajo presupuesto y donde manda el absurdo. Por otra parte, si se preguntan cómo lo conocí, se lo debo a que el hijo de la jefa de Darth Vader se lo mostró a su amigo, es decir, mi hermano, que como anda corto de presupuesto, para Navidad me grabó en un DVD la primera temporada. Sí, es cierto: si mi propia vida es un absurdo improvisado, ¿cómo no voy a recomendar este programa? Señores, esta es mi bienvenida al verano desde HND. Y felicidades para todos.

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