La tarde coronábale de rosas


Flores. Muchas flores. ¿No son hermosas? Yo pienso que sí. ¿No están de acuerdo? Miren la ilustración de William Morris que inaugura el artículo. O miren esta otra ilustración de Anna Maria Garthwaite:
Creo que mi debilidad por las flores en general pero más especialmente todo lo que no es una flor pero sí tiene un diseño floral empezó cuando era chica e iba a natación. Había heredado el bolso de natación de mi hermana que se colgaba de un solo hombro con una correa color crudo -muy noventosa- y por fuera era como de gabardina color azul jean con florcitas rosas y blancas bien chiquitas. El bolso era cómodo y las flores eran hermosas, hoy daría lo que sea por reencontrarme con él.

Hoy mi placard está lleno de vestidos con flores, saquitos con flores, botas con flores, medias con flores (hasta le puse cara de perro mojado a mi hermana para que me prestara unas medibachas con girasoles que le habían regalado a ella, ¡y me las prestó!), bombachas con flores y polleras con flores. Para guardar mis aros (que en su gran mayoría tienen flores), tengo cajas con flores. Mi billetera tiene flores rosas, para la tarjeta SUBE me compré un tarjetero natural con flores chiquitas, el protector de mi iPod tiene una flor grande celeste, mi cuaderno de recetas tiene flores grandes y mi última adquisición es una agenda en marrón y blanco ¡con florcitas hermosas naranjas! Sencillamente NO ME CANSO de las flores. La última vez que fui a falabella (en plena temporada pre-navidad, error) compré compulsivamente un montón de cajas en celeste y rosa con flores y moños de gasa. Tenían flores, me confundieron, me enamoraron y las compré.


La gran pregunta gran es: ¿qué me pasa con las flores? ¿Por qué todos mis vestidos (salvo tres exactamente) tienen flores? ¿Por qué mi pollera favorita es la minifalda azul de corderoy con flores rosas? ¿Por qué mi bombacha favorita es la de seda celeste con flores en rosa y blanco? ¿Por qué suspiro cada vez que veo tazas de porcelana con flores pintadas? ¿POR QUÉ?

No lo sé, las flores naturales ni siquiera me gustan tanto. Pero como en HND siempre nos damos gustos, hoy voy a llenar este blog de fotos de flores (y si quieren conocer una de las tantas fuentes, vayan acá: mi nuevo tumblr favorito, uno que se dedica exclusivamente a cosas florales).


Quizás es porque me gusta lo cursi (como por ejemplo este corpiño con muchas flores y encaje con un rosario colgando encima). Porque las flores simplemente no pueden ser más femeninas y cursis que las flores. Quizás es porque sirven para todo. Por ejemplo: para hacer helados. ¡Miren!


O para competir en la competencia de "Las tortas más hermosas que vi en mi vida 2012 -que por cierto son florales porque no se puede ser más hermoso que eso":



La felicidad también existe en forma de medias de red. Como estas:


Que son muy parecidas a unas medias que yo tengo (que me compré en reemplazo de otras medias de red con bordado floras), y que había olvidado porque ESA ES LA CANTIDAD DE FLORES QUE HAY EN MI VIDA.

De chica también heredé de mi hermana (o de mi prima) un enterito de jean blanco con flores rosas chicas parecidas a estas:


En realidad no, eran más chiquitas y en rosa viejo. Pero a nadie le importa, porque las flores de arriba igual son hermosas. También tenía (esta vez heredados de Nora, la amiga de mi abuela) unos aritos que eran como dos perlitas blancas que tenían pintada una rosa super chiquita. Con el correr de los años, uno se perdió, pero el otro sigue en mi cajita de "aros preciados y frágiles que nadie debería tocar".

Ya sé lo que piensan, cuántas flores que quedaron en el pasado. La única opción que tuve para sobrevivir a esa tristeza fue con más flores, por eso para mi último cumpleaños mi familia me regaló unas botas de lluvia casi iguales a estas (las mías son más de fondo beige):


Cuando era chica, tomaba clases de danza y todos los años hacíamos una demostración en un teatro que alquilábamos al que nos iban a ver nuestras familias. Marilyn, la maestra de danza, te avisaba cuando estabas lista para hacer una pieza sola y lo ensayabas durante medio año para después hacerlo adelante de todos. A mí me tocó a los 8 años. Durante dos o tres años seguidos yo hice el mismo número (solo que con variaciones porque, supuestamente, yo mejoraba): una pieza de flamenco. Para la muestra, cuando llegaba mi turno, me pintaba los labios de rojo con un rouge de mi hermana, me ponía los zapatos de flamenco (unos de cuero labrado hermosos para hacer zapateo español), la bata de cola de color fucsia que me había hecho la abuela Alicia, las castañuelas que me había regalado la abuela Mabel y en el pelo llevaba un rodete bien tirante (con redecilla y todo) adornado con dos flores grandes de plástico fucsia. La bata de cola está arrumbada en la parte de arriba de mi placard, los zapatitos desaparecieron, las castañuelas están en mi mesa de luz y el rouge está en mi bolso de maquillaje. Lo único que veo todos los días cuando me levanto y cuando me acuesto son las dos flores de plástico que todavía tienen la cinta de raso con la que me las ataba al rodete.

No hay límites para las flores, hasta podés ser un gato floral:

o de última una modelo en una editorial pretenciosa.

inbeautyandvanity:  rosemary smith in “lace value” for vogue australia

Mi punto es:
me encantan las flores.

Si algún día me hago un tatuaje, esos que duran para siempre, que alguien me recuerde que puede involucrar flores.

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