Pura Magia

En el mundo hay cosas normales, cosas buenas, cosas malas y algunas cosas que sencillamente te hacen feliz. Entre estas últimas hay algo de lo que hoy les vengo a hablar: las películas de Nanny McPhee. ¿Creíste que nunca ibas a amar a una niñera como amaste a Mary Poppins de chiquito? Nanny McPhee vino a darte una mano.


En la primera película, llamada simplemente "Nanny McPhee" (en latino "La nana mágica") conocemos a la mujer del título. Interpretada por Emma Thompson (que además es una de las adaptadoras del guión, basado en el libro "Nurse Matilda" de Christianna Brand -agreguen eso a mi lista de navidad-), Nanny McPhee llega a la casa de Cedric Brown (Colin Firth, también conocido como el hombre que anoche entró a tus sueños) a darle una mano con sus siete hijos después de que un montón de objetos hechizados le sugieren a Cedric que la llame. Los pibes son Simon, Tora, Lily, Eric, Sebastian, Christianna y la beba Agatha (o Aggy). Son hermosos, son divinos pero son un terremoto. Para hacer que la situación sea más dramática todavía, la mamá de los chicos murió y Cedric, que está a cargo de una funeraria, tiene que hacerse cargo de los chicos sólo con la ayuda de la mucama Evangeline (Kelly McDonald), que sueña con saber leer para perderse en una fantasía, y la cocinera Mrs. Blatherwick (Imelda Staunton) que se entrenó cocinando para un ejército y se especializa en guisados horrendos. Imagínense que alimentar y vestir a nada menos que siete chicos cuesta caro y Cedric puede hacerlo sólo gracias a la ayuda económica de Aunt Adelaide, la tía rica interpretada por Angela Lansbury, que al principio de la película (¡para colmo de males!) amenaza con cortarle el pan de cada día si no se vuelve a casar. El resto de la película es fácil de imaginar: Nanny McPhee llega y enseña su primera regla. Cuando la necesitás pero no la querés, ella está. Cuando la querés pero no la necesitás, ella se va. Una adaptación del siglo XXI (pero que transcurre en el XIX) del cambio de viento que marca los tiempos de Mary Poppins. Nanny McPhee, al principio horrenda, enseña sus lecciones a los chicos y cada vez que aprenden ella se pone más linda. Los chicos se encariñan. Cedric, desesperado, intenta casarse con la tilinga del pueblo Mrs. Quickly que ya enterró a todos sus maridos e hizo una fortuna para salvarse del desamparo económico y los chicos hacen un plan para arruinarlo todo. Como castigo por no casarse, Aunt Adelaide decide llevarse a una de las hijas de Cedric para educarla en Londres y que sea una señorita muy fifí y ¡oh sorpresa! Nanny McPhee engaña a la vieja senil y le mete en el coche a Evangeline, salvando a Christianna de ser llevada con su tía y cumpliendo el sueño de Evangeline que toda su vida había querido convertirse en una dama. La tristeza reina en el hogar porque Cedric retoma la idea de casarse con Mrs. Quickly, hasta que en el medio del casorio Evangeline vuelve hecha una dama y Cedric se da cuenta de que toda su vida había estado enamorado de ella. Lo curioso, ahora que lo pienso, es que evidentemente estaba enamorado de ella hasta cuando su esposa seguía viva, lo cual es casi un adulterio. Pero mientras ves la película estás tan contento por todos que ni se te ocurre pensar en las cosas malas del mundo. Así que el casamiento se convierte en la mejor parte de la película, Cedric y Evangeline se casan, Nanny McPhee se termina de convertir en una mujer hermosa (Emma Thompson con rulitos y un vestido tipo Mary Poppins) y los chicos ahora son unas criaturitas del señor. Pero todos conocemos cómo funciona esta niñera mágica así que cuando tenés los ojos humedecidos por la felicidad, te das cuenta de que es hora de que Nanny McPhee se vaya y la película se termine. Si estás solo en tu casa, llorá sin vergüenza (o eso hice yo), es una lección difícil de aprender.


Cuando habías superado el abandono (probablemente con mucho chocolate y otras películas con Emma Thompson), Nanny McPhee vuelve en su película "Nanny McPhee Returns" (o "El Regreso de la nana mágica") que se llama así porque el estudio que la produce no tiembla ante las redundancias. Pero ojo al piojo, si me decís que con la primera no lloraste -no te creo-, con esta vas a AHOGARTE EN TUS PROPIOS MOCOS porque involucra pobreza, muerte y Ewan McGregor en uniforme de segunda guerra mundial (snif).

Seguimos en Inglaterra pero ahora estamos en la Segunda Guerra Mundial (hola potenciales tragedias que pueden alterar la trama). Estamos en la casa de Isabel Green (la preciosísima Maggie Gyllenhaal) quien vive en una granja al borde de la quiebra, tiene a su marido Rory en el campo de batalla y tres hijos hermosos que se llaman Norman, Megsie y Vincent. Como tres bespi no ameritarían una segunda película, Isabel recibe en su casa a sus sobrinos ricos y malcriados de Londres: Cyril y Celia (si estás embarazada, atendéme los nombres femeninos de esta saga que no podrían ser más adorables). La mamá de Cyril y Celia es una mujer ocupada que está a punto de divorciarse (pero sshhhh que de eso nos enteramos promediando la mitad de la película) de su marido Lord Gray (el sensssual Ralph Fiennes), un señor que tiene un rango muy alto en la Oficina de Guerra. Isabel tiene que lidiar con los niños del infierno y con su cuñado Phil (Rhys Ifans) que tiene un problemita con las apuestas y apostó media granja, así que trata de convencer a Isabel de que se la venda porque tiene dos mercenarias persiguiéndolo. Como no hay segunda película sin primera, el vínculo entre las dos es la vecina de Isabel, Mrs. Docherty (Maggie Smith) que al final de la película en un diálogo con Nanny McPhee revela que su nombre de pila es Agatha, la beba de la primera película (arriba), ahora crecida. Como los chicos -que son el público ideal de estas películas- son lentos, Aggy saca de su bolsillo el mismo sonajero que tiene en la primera película para que la sala de cine entera haga "aaaaaah". Nanny McPhee llega a la granja por más o menos los mismos medios (objetos hechizados que susurran su nombre) y pone orden. El día después de que los chicos aprenden su primera lección (compartir y ayudarse) salvando los cerdos de los que dependía el bienestar económico de la familia todos hacen un picnic para festejar, pero nada en la vida es sólo bueno... mientras están en el picnic reciben un telegrama amarillo que les dice que su papá fue muerto en batalla. Norman tiene la intuición que los personajes sólo tienen en las películas y siente que su papá sigue vivo entonces viaja con Cyril y Nanny McPhee a Londres para pedirle a su tío que revise la situación de su papá. ¡Buenas noticias!: su papá nada más está desaparecido en acción, pero no muerto. Como el ritmo de la película es álgido, Cyril y Norman vuelven a casa justo a tiempo para advertirle a Isabel que su marido está desaparecido y que ella no tiene que firmar la venta de la granja. Hay una situación de festejo interrumpida por el aterrizaje de una ojiva explosiva en el campo de la familia Green que, de hecho, es una treta de Nanny McPhee para enseñarle a los chicos su quinta y última lección: ser valientes. En esta película Nanny McPhee tiene un sistema de lecciones y medallas de aire castrense (a la creatividad, al coraje, etc.) que lo deja a uno, ciudadano de un país que decidió desarmarse voluntariamente y usar el ejército para tareas humanitarias, con un extraño sinsabor. Finalizada la secuencia del desarme de la ojiva, Nanny McPhee se va y uno se empieza a ahogar en los propios mocos a medida que se avecina EL FIN. Pero estas películas siempre traen una de cal y una de arena (o varias de cada una), entonces cuando toda la familia Green corre desaforada pidiéndole a Nanny McPhee que vuelva ¡llega el padre de los chicos! Sí, Ewan McGregor con un brazo vendado, un uniforme de guerra desvencijado, un poquito de sudor en la frente y el flequillo perfectamente despeinado regresa al hogar y abraza a la familia entera -hasta con sus dos nuevos miembros, Cyril y Celia que a esta altura de la película son casi más adorables que los nenes pobres-.

En fin, si querés ver una película sobre el amor de la familia, con un montón de niños pecosos que aprenden lecciones que todos tuvimos que aprender, esta es tu saga. Si esperabas una reflexión post-freudiana sobre el rol del infante en la familia moderna, apuráte que ya empieza el BAFICI.

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