Buenos partidos
Me levanto temprano, me preparo un mate, busco galletitas y ya prendo el televisor: no puedo esperar a ver las competencias, a esta altura, de lo que venga: remo, vela, scull, slalom, atletismo, gimnasia, voley, básquet, fútbol, hockey, tenis, handball, equitación, tenis de mesa, natación, ciclismo, salto sincronizado u ornamental, en fin, TODO. Soy adicta a los juegos olímpicos.
Argentina presentó diferentes deportistas. Nos hemos llevado sorpresas, por ejemplo, el hecho de no haber clasificado en fútbol, que durante el año y hasta los nuevos juegos olímpicos, parece ser el único deporte que se practica en nuestro país. Sin embargo, y como suele decirse, hace bastante que no traemos a casa ni siquiera un diploma. Por otro lado, en estos juegos estamos viendo clasificaciones históricas, aunque tampoco lleven medalla en el cuello. Tal es el gran caso de Fede Molinari en anillas, lo cual no ocurría desde hace 16 años, o el de Germán Lauro, que no sólo hace minutos superó el récord argentino en lanzamiento de disco, sino además el sudamericano –amén de que se clasificó a la final, otro hecho histórico. Digamos que siempre nos sentimos más seguros en los juegos por equipo. Gran esperanza tenemos puesta en Las Leonas, que comenzaron goleando pero bajaron en un difícil partido ante las yanquis –aunque volvieron a recuperarse contra Nueva Zelanda. También está el caso del básquet, que cayó ante Francia, gran equipo, pero ganó ampliamente contra Túnez y Lituania y ahora va por Nigeria (cuando además nos queda el Dream Team de EEUU, con el gran L.J.). En handball masculino estuvimos ahí, pero es nuestro primer juego olímpico junto a los Gladiadores, así que no es demeritorio para nada, lo mismo que con el hockey masculino sobre césped, que se la complicó a la poderosa Australia, remontando un 2-0 que acabó en 2-2. Sin embargo, quiero destacar a uno de mis nuevos amores deportivos: Juan Martín del Potro.
Después de un partido difícil contra el sexy francés Simmon, le tocó jugar a nuestro Martín contra el gran Federer, que es un hombre que particularmente me encanta y el único deportista que prácticamente no suda. El partido fue uno de los eventos más dramáticos y traumáticos que vi en mi vida. El primer set lo ganó del Potro por 6-3, lo cual fue genial, pero el segundo se complicó y perdió el tie-break ahí nomás, 6-7. El último set era clave y tuvo chances de ganarlo, pero no pudo: después de cuatro horas, perdió 17-19 y aunque fue muy triste, fue un GRAN PARTIDO de la torre de Tandil. A punto tal que, escuchen esto, queridos lectores, FEDERER LLORÓ y luego se abrazó con Del Potro y le dijo algo al oído que pareció ser bueno. El argentino apoyó su cabeza en los hombros del suizo y debo decir que nunca o casi nunca había visto algo tan emotivo (y menos aún en un deporte que no me interesa en lo personal). Es decir, para que se entienda el momento vivido, casi lloro yo misma. Qué bárbaro, qué lindo, qué esfuerzo el de estos dos muchachos que a partir de ahora serán una buena manera de definir no sólo lo que es un deportista de élite, sino un hombre. Ahora, Delpo va por el bronce, que no será fácil, pero aunque no la consiga, creo que tiene la dorada para todos los que vimos ese partido. La ciudad de Buenos Aires se ha paralizado viéndolo correr con la celeste y blanca, raqueteando como nunca en lo que dicen que fue su mejor partido a sus apenas 23 años.
Por supuesto que tenemos otras participaciones interesantes, en remo doble salimos cuartos y nos quedamos ahí de ganar la de bronce o los casos de vela y yachting, que no estuvieron tan mal, de hecho. En Beach voley no nos fue bien, pero digamos que no es nuestro fuerte, como tampoco en voley masculino (aunque tenemos grandes jugadores, a mí me encanta Quiroga y también me gustan De Cecco y Conte) con el histórico DT Javier Weber, que me parece un capo. Y quiero mandarle un abrazo personal a Lamas que tiene un porte increíble para DT de básquet (a la altura de muchachos como Manu, Prigioni, a quien AMO, el Chapu, Scola o Delfino). Y una mención especial para la yudoca Paula Pareto que quedó quinta. Hubo otros deportistas, en box y en ping pong, donde tuvimos a nuestro simpático argenchino. Pero hay algo que uno no puede dejar de observar y es las condiciones en las que llegan los equipos y las delegaciones a esta gran ceremonia deportiva que se juega en Londres. Hay equipos profesionales, que tienen apoyo de sus estados nacionales, condiciones de trabajo inmejorables y un soporte constante más allá del año en que se celebran los JJOO; sin embargo, no todos llegan de esa forma, como ha aclarado nuestro yudoca tucumano. Mientras muchos llegan en una situación de profesionalismo indiscutido, otros equipos y atletas llegan casi como amateurs. Mi hermano opina que un claro ejemplo es el del fútbol, al comparar seleccionados como, por decir algo, el inglés con el de Senegal que parecen salidos de una canchita en el conurbano. En nuestro país, de a poco se ha empezado a invertir en el deporte como una institución social que pueda darles a los deportistas una oportunidad genuina de competir en los eventos de mayor nivel y calidad internacionalmente de igual a igual. Todavía queda mucho por hacer, pero no sólo aquí. Si miramos las delegaciones, Sudamérica no posee muchos puestos ni deportistas que la representen y entonces tendremos que preguntarnos por qué para entender cómo mejorar y lo que eso significa. No creo que sea un tema frívolo o menor, creo que también forma parte de planes políticos inclusivos. Los países que llamamos de primer mundo poseen gran cantidad de medallas, si no, basta con mirar el medallero y entender dónde están los Estados Unidos, que están cabeza a cabeza con China y su gigante delegación. Dicen que Argentina trabaja duro para los juegos de Río, y esperamos que así sea. Por lo pronto, quiero disentir con los que creen que o se trae la medalla o somos nada. No sólo importa participar, sino ver por cuánto nos quedamos fuera de los podios, o cómo personas que quizá en su vida cotidiana no se dedican a entrenar porque tal vez tengan que trabajar se ganan puestos históricos dentro de lo que hace a las estadísticas del deporte en nuestro país. Entender que esa rutina más parecida a la de quien les habla impide que todos sean un Phelps, que ha ganado él solito más medallas que todas las argentinas a lo largo de su participación olímpica. Pero ahí aparecen Lauro y las Leonas, o Fede Molinari en un país donde la gimnasia artística masculina no tiene cartel ni propaganda ni sponsor. Ahí están los Gladiadores que deben enfrentar equipos fieros pero además años de abandono en materia política nacional. Estamos comenzando a andar caminos sinuosos y complicados, pero que sin duda resultan gratificantes al final. Tenemos la materia prima en bruto, que es el maravilloso talento de nuestros atletas, y de a poco le daremos el brillo que realmente poseen y que todos nos merecemos. De eso dependerá que ya no nos quedemos ahí, sino que la pelota, como en el film de Woody Allen, caiga del otro lado de la red y nos permita ganar todos los partidos.
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