Dame un día común, emociones simples
Lena Dunham es bonita, pero no es hermosa. No es delgada, pero tampoco es gorda. No es estúpida pero tampoco es brillante. No nació en cuna de oro pero tampoco durmió en la calle. Cualquier chica en el lugar de Lena Dunham hubiera optado por hacer la gran Woody Allen: exagerar sus neurosis, llevarlas al ridículo y victimizarse un poquito. Eso es lo que Dolores Fonzi hizo en "Soy tu fan", lo que Miranda July hizo (con una inteligencia excepcional) en "The Future", lo que Carolina Aguirre hizo para su Lucía en "Ciega a Citas". Pero Lena Dunham, en la serie "Girls", escribió un destino distinto para su alterego Hannah Horvath. Hannah tiene 23 años, un departamento que comparte con su mejor amiga en Brooklyn, una carrera universitaria terminada y un futuro como escritora, un amante/novio bellísimo y una colección de vestidos cancheros. Pero Hannah también está muy lejos de ser esa-chica-un-poco-rara-pero-genial-que-el-cine-independiente-inventa-y-reinventa, Hannah es tan normal que da un poco de tristeza y otro poco de cariño. No es un fracaso pero tampoco es un éxito, es una chica normal, como todas las chicas con las que compartís el colectivo, un teórico de la facultad o la cola para entrar al baño de un cine.
La primera película que Lena Dunham escribió y dirigió "Tiny Furniture" cae un poco en los vicios del cine indie sobre jovencitas de clase media sin aspiraciones. En el film Lena Dunham interpreta a Aura, una chica recién graduada que hace video art y vuelve al loft neoyorquino de su mamá artista y su hermanita brillante. Aura recorre Manhattan sin saber muy bien adónde va. Va a fiestas aburridas, sale con chicos que no le gustan, sostiene amistades que no disfruta, acepta un trabajo que odia, tiene sexo que no la calienta y una rutina que la aburre. 99 minutos de pantalla le alcanzan y sobran a Aura para perderse cada vez más, hasta que en los últimos 5 minutos empieza a ver algunas cosas. Pocas, difusas pero mejores que nada. Sabe que no quiere tener más sexo con pelotudos, sabe que no quiere trabajar en un restaurant, sabe que quiere ser exitosa con sus videos. La película pierde cuando, promediando los 60 minutos, queremos sacudir a Aura y recordarle que la vida sigue aunque ella no tenga ganas, que todos los días tienen 24 horas aunque ella necesite más, que nadie tiene tiempo para tirarse en el piso a sentirse como el orto. Es imposible vincularse con Aura porque parece más una ameba que una mujer. Parece un personaje femenino made in Woody Allen, un cuerpo lleno de miedo y dudas que necesita reafirmarse en relaciones frágiles y frivolidades. Una neurosis con corpiño.
Pero para escribir y dirigir "Girls", Lena Dunham aprendió. Entendió que lo que genera angustia es seguir caminando, no pararse a pensar. Por eso Hannah puede ser tu novia, tu amiga, tu hermana o tu reflejo. "Girls" muestra la vida de cuatro veinteañeras en Brooklyn, una JAP (Jewish-American Princess) que mira "Sex & the City" y se compara con mujeres ficcionales, una asistente en una galería paqueta con un novio que la adora y un cuerpo talle 0, una británica barrilete que coje sin enamorarse y Hannah. La única de las cuatro chicas que no sufre una crisis identitaria a lo largo de los 8 episodios es Hannah. Shoshanna, la JAP que se viste de pasteles, se desespera por tener su primera relación sexual con un hombre. Marni, la galerista coqueta, se harta de su novio y manda todo a la goma. Jessa, la inglesita rebelde, se casa de blanco con un venture capitalist. Pero Hannah no cambia: sigue tropezando de un laburo a otro, sigue teniendo una relación complicada con su novio, sigue hablando antes de pensar y no pierde ni un gramo de peso. Hannah es como todos nosotros, no cambia de un día a otro para hacer su sueño realidad. Hace lo que puede, y no se detiene a pensar.
Hannah termina la primera temporada (de una duración acertada de 8 capítulos, lo suficiente como para desarrollar la historia sin que se haga de goma) igual que como la empezó: sin un peso, un poco perdida pero tranquila, sin saber muy bien si tiene novio y metiéndose comida en la boca. Y ahí reside el éxito de "Girls". No pasa nada, porque es como la vida misma, las cosas cambian, la primavera se convierte en verano, algunas amigas se casan, otras se separan. Pero en definitiva, seguís en el mismo lugar, que puede ser Brooklyn o Barracas pero a las chicas de clase media eso no nos hace mucha diferencia, ¿o sí?
¡Bravísima!
ResponderEliminarLa tengo que ver, pero antes que nada te digo: no es lo mismo Barracas que Brooklyn. Bah, si, si hablamos de Brooklyn Heights hablamos de ese Barracas/San Telmo que aglutina artistas y gente de plata que se hacen los simples pero quieren que les rompan el orto con los fosforitos de Isis o comprar ropa de marca en Gytsophila sin tener que entrar a un shopping, donde ahora quizás te cruzás un negro, que va a gastar la plata que le regaló Cristina o peor, te pide un autografo y no tenés alcohol en gel a mano.
ResponderEliminar(Antes que haya una crisis quiero distinguir a aquellos que habitaban la zona mencionada antes del boom "Palermo-Zona Sur")
Brooklyn se parece un poco más a Caballitop, o a Palermo ese de las esquinas ensanchadas, donde hay mucha gente con perritos que cagan en la calle y cochecitos de nuevos papás, pero la GRAN falta de nuestros barrios (o por lo menos la que me aqueja en estos días) es la falta de Cetaphil a precios accesibles.
Este es mi aporte sesudo del día. NO CRITIQUEN A LA EMBARAZADA.
gran reseña!!!! ahora solo queda verla. debo decir que nuestro blog es hermoso. VIVAN las EMBARAZADAS.
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