Play the game and pretend
Los Juegos Olímpicos despiertan sensaciones muy fuertes incluso en aquéllos que no practicamos asiduamente deporte ni somos partícipes en actividades deportivas de ninguna manera. Sin embargo, no es difícil darse cuenta de que este evento, que hoy se realiza en Londres una vez más, tiene una importancia supina para los deportistas de todo el mundo, que muchas veces entrenan cuatro años por cinco minutos de performance en un estadio olímpico. No es difícil darse cuenta de que el nivel de exigencia de la competencia es elevadísimo y que una medalla de oro no es algo que se consiga todos los días, ni algo por lo que siempre pueda competirse, teniendo en cuenta que cuatro años en la vida de deportistas que se retiran siendo jóvenes es mucho más tiempo que para los simples mortales. Todo esto, que es obvio, debe ser recalcado en este espacio de la blogosfera porque parece que no todo el mundo lo tiene claro. Tal vez, las jugadoras de badminton, que fueron expulsadas por no esforzarse al máximo en pos de un facilismo que les permitiera acceder al podio pero sin decencia ni esfuerzo, no lo sabían; tal vez, era ininteligible para todas ellas, de diversos países, que dieron un espectáculo bochornoso, siendo finalmente abucheadas por el público y advertidas por el umpire. Pero como el badminton no es un deporte que llame demasiado la atención, la expulsión fue fácil de decidir y el evento desafortunado quedará en las anécdotas extrañas de los JJOO. Sin embargo, no se puede decir lo mismo de un deporte como es el básquet, que no sólo tiene exponentes profesionales en sus equipos, cuyos integrantes entrenan en gran medida en la liga más importante del planeta como es la NBA, sino que es un deporte de equipos de muchas personas. Y me refiero aquí, con mucha bronca que fui compartiendo con el equipo, el gran equipo periodístico de Canal 7 que transmite maravillosamente los juegos, al seleccionado muy reconocido a nivel mundial de España. Una VERGÜENZA. Verdaderamente escandaloso el comportamiento de una de las selecciones de por sí candidatas al podio en esta competencia, con jugadores de gran nivel como el centro Pau Gasol y los base Calderón y Navarro. España, que comenzó dominando un partido contra Brasil, otro grande en el básquet, en el último cuarto empezó a empeorar su rendimiento EN TODOS LOS ASPECTOS: no convertía goles ni estando al lado del canasto, no marcaban los ataques del rival, ni siquiera levantaban los brazos no ya para bloquear sino para impedir pases. Además, el entrenador comenzó a retirar a las máximas figuras de la cancha ¡justo cuando más las necesitaban para volver a estar al frente en el tanteador! Inexplicable ese último cuarto del partido, en el cual Brasil tomó la delantera y acabó siendo ganador. Pero es que España no quería ganar porque sabía que de hacerlo, podría enfrentarse al Dream Team que nos dejó fuera de la final. Entonces prefirió rebajar el nivel de la competencia y así enfrentar a Rusia, a quien derrotó y ahora disputará la medalla de bronce contra Argentina. España llega a la final contra los Estados Unidos, es decir que ya de por sí tiene la medalla de plata asegurada cuando no sólo no merece un lugar en el podio sino que debería haber sido expulsada como selección de la competencia. No sé por qué no se toma la misma medida en este caso; Leandro Ginóbili, comentarista y hermano, dijo que tenía que ver con la importancia del deporte dentro del contexto de los juegos: simplemente una cuestión de ‘poder’ en este marco. No sé si yo peque de un olimpismo exacerbado pero me parece terrible lo que ocurrió y que encima España pueda quedar una vez más en la historia de las medallas olímpicas sin merecerlo. Creo que en estos juegos se puede apreciar el esfuerzo que hacen las delegaciones nacionales para que sus deportistas clasifiquen en la competencia, aún cuando no sea en las mismas condiciones. España tiene un básquet profesional y debería estar a la altura de las circunstancias, cosa que no ha demostrado. Desde este espacio justiciero, este humilde dementor quiere denunciar no sólo el comportamiento del seleccionado español –que lejos está de esa gloria deportiva por la que también se juega- sino del comité olímpico que no sancionó un comportamiento tan bajo. Y me pregunto qué sienten esos jugadores, silbados en el partido contra Rusia, que se supone representan a los deportistas de élite y a su país. Qué tristeza me da, en última instancia. Definitivamente en todos lados se cuecen habas, incluso en el mejor parqué londinense.
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