Algo personal
Hay una frase que dice que es mejor quedarse callados y parecer tontos que abrir la boca y despejar toda duda. Claramente, los latinoamericanos de Harvard se perdieron la clase de 'Frases Célebres'.
Ayer a la noche, estaba en mi casa, terminando unos parciales de Antropología Filosófica. Y me agarró una bronca, queridos lectores, tan grande, que pensé que estallaba sin haber terminado mi comparación entre Kant y Cassirer. Resulta que escuché por la radio la conferencia de prensa que Cristina les dio a los periodistas en EEUU y casi me muero, primero de vergüenza ajena y luego de preocupación y bronca. Es decir, no era una conferencia de prensa: era la sala de redacción de Clarín y al mismo tiempo, la cueva de los lobos. Pero nuestra Presidenta supo estar a la altura de las circunstancias y puso varios puntos sobre las ies. Veamos de qué se trató esta conferencia de prensa con estudiantes latinoamericanos en Harvard.
Los estudiantes preguntaron. No fueron preguntas que buscaran la verdad o alguna información, ni siquiera la confirmación de tal o cual dato. Fue un interrogatorio que sólo reprodujo las preocupaciones y titulares de los medios que en nuestro país defenestran constantemente a nuestra Presidenta con el fin de defender sus bolsillos, como toda empresa haría. 'It is not personal', diría Tom Hanks. Pero lo cierto es que en estos últimos tiempos sí se ha vuelto una cuestión personal. Salir a la calle a decir que odian a Cristina es personal porque claramente no sólo se ha tocado una fibra económica sino que se han puesto en juego modelos subjetivos y maneras de conceptualizar la política que ha culminado en insultos hacia la persona, hacia la mujer que preside el país; lo personal es lo político y el odio es personal. Uno siente odio, destila odio, destruye a través del odio. Pues bien, muchos de aquellos manifestantes, que están en pleno derecho de expresarse y cuyos reclamos jamás compartiría pero no por ello censuro, seguramente se in-formen a través de los mismos medios que dieron letra ayer a los estudiantes de la prestigiosa universidad yanqui. No hay hechos aislados. Los 'caceroleros' están emparentados con aquéllos latinoamericanos que ayer hicieron gala de una espantosa formación y sobre todo de los lineamientos políticos que podemos hallar en instituciones que construyen conocimiento, producen conocimiento, y como todos sabemos eso es también construir poder. El poder y el saber que se generan en una de las universidades más importantes del país que sigue siendo la primera potencia mundial me preocuparon y me seguirán preocupando porque no pueden estar más alejados de lo que como futura cientista social me gustaría construir. Producimos parámetros y tenemos responsabilidad cuando decimos lo que decimos, ya sea desde la Universidad de La Matanza como desde Yale. Y todos estos estudiantes lo único que hicieron (además de quedar mal parados frente a mucho mundo) fue dar cuenta de que efectivamente no está todo dicho y de que queda mucho camino por andar. Dieron cuenta de cómo aún tenemos modelos encontrados, que siguen lógicas algo distintas, y en ese 'algo' en realidad caben miles de propuestas heterogéneas. La simplicidad y linealidad de las preguntas de ayer lo único que demostraron es que no hay una problematización de ciertos tópicos quizá porque no hay interés (político) en problematizar, porque eso sería desnaturalizar y Clarín sabe muy bien lo que se pierde cuando se desnaturalizan ciertas cosas, de las que sí es mejor hablar. Las preguntas no merecen siquiera ser mencionadas en profundidad (querido lector, tome cualquier diario de La Nación de las últimas semanas y no notará diferencia alguna): cepo cambiario, falta de libertad de expresión, ataque a periodistas 'independientes', falta de autocrítica por parte del gobierno o arrogancia de gestión, reelección, en fin. ¿Les suena?
Cristina hizo frente a los misiles que le lanzaron sin pausa con mucha lucidez y mucha altura, como le han reconocido. En algún momento, colmaron su paciencia pero en seguida puso marcha atrás y bajó algunos cambios, lo cual fue muy efectivo y beneficioso. En tres palabras, como el bolero, deshizo todas las 'acusaciones' (reitero que no fueron preguntas de periodistas profesionales) y puso las cosas claras: en nuestro país se puede decir TODO porque de hecho ella misma envió en su momento el proyecto de acabar con la figura punitiva de calumnias y así es como están las cosas hoy en día. Ni hablar de la comparación con las licencias en EEUU para medios y de cómo nuestra nueva Ley de Medios en realidad favorece la ampliación de derechos como la libertad de expresión y el derecho a la información. Por otro lado, explicó la situación monopólica mediática que atravesamos y por supuesto de cómo se tergiversaban las palabras de los funcionarios oficialistas, empezando por las de ella misma (cómico fue cuando mencionaron los ya clásicos de 'temerme a mí y a dios' y el de los seis pesos del INDEC). Lo peor de todo es que uno se ríe pensando que no puede ser posible que alguien en nuestro país crea esas patrañas pero buscando (y sin rasgar mucho) estos personajes van apareciendo y no todos lo dicen por un interés económico a defender. En verdad lo que pasó ayer es importante porque pone de manifiesto cómo esas mentiras se van construyendo y constituyendo como verdades para muchas personas de nuestro país. Lo que para muchos de nosotros puede ser evidente y fácil de desmontar, para tantos otros (aunque no más de la mitad) sigue constituyendo un velo que muchos pero muchos aún se esfuerzan por seguir construyendo, cada cual desde el rol que le haya tocado en suerte. No podemos sólo avergonzarnos; tenemos que ser conscientes de que todo lo dicho ayer sigue siendo representativo de sectores sociales poderosos ya no sólo en Argentina: el problema de los medios masivos de comunicación no es nuevo, aunque quizá ahora sea más explícito, y no es sólo nacional (aunque nada popular). Ayer se volvió a poner sobre la mesa la importancia de la batalla cultural que muchos actores sociales obvian y que es la madre misma del cambio social. Por eso, y aún presa de la indignación, me pareció importante mencionar este hecho, que es muy rico en cuanto a lo que de él se desprende, y que es además muy ilustrativo de cómo se construye de a poco la realidad. Y a veces de cómo se debe deconstruir. Me voy también con cierta tristeza por pensar en aquellos latinoamericanos que hicieron las preguntas, sean o no éstas armadas por; latinoamericanos que están más cerca de perjudicar nuestros procesos sociales de cambio en esta nueva etapa política continental que de defender los intereses del pueblo. Me dio tristeza pensar que gente joven pueda ser tan retrógrada, porque eso es lo que creo que son, y tan agresiva, además de petulantes pero eso ya es otra historia. Me quedo con Cristina, aclarando lo que es importante y poniendo el pecho a las balas, generando comentarios en múltiples medios acerca del orgullo que nos da tenerla como líder máxima. Por los demás, espero que pronto puedan dejar de lado el velo semitransparente que se vino a posar en sus ojos, como canta un uruguayo. Pues, no hay peor ciego que el no quiere ver. Y en ese proceso de salir, como el filósofo de la caverna, es en donde se da la batalla cultural que, como queda demostrado una y otra vez y en todos los colores, sigue siendo política y es infinitamente personal.
Fue durísimo, igual me di cuenta que algo pasaba y me cerró absolutamente cuando vi la relación con la gestión Macri y leí que había cadenas de mails circulando con las preguntas. Reitero algo que dije en twitter, personalmente considero que gran parte de la responsabilidad de esta paparruchada (léase, preguntar cosas que interesan a tacheros y ciudadanos comunes en vez de cosas que pueden interesar a estudiantes superiores de gobierno) recae sobre quienes organizaron la conferencia. La Universidad de Harvard debería haber pensado como organizaba el Q&A y presentar una pluralidad de alumnos con diferentes intereses y puntos de vista. Ojo, no hablo de censurar preguntas ni puntos de vista, eh? Digo nada más para hacerlo más interesante para todos, ya que había poco tiempo para las preguntas hubiera estado bueno que desde las cátedras se articulen temas para debatir y que de ahí salieran "voceros" que pregunten inquietudes comunes a los alumnos, y no loritos repitiendo la queja del tachero que los llevó a Ezeiza que finalmente mostró que no les interesaba ni en pedo formarse en política y gobierno sino aparecer en los noticieros.
ResponderEliminarAdemás, esto de pensar que la institución no tuvo nada que ver es una inocencia casi tonta. ¿Cómo va a ser algo tan azaroso? Es decir, estamos hablando de un presidente que da una conferencia de prensa. Y estamos hablando, nada más y nada menos, que de Harvard. Otra cosa, Ceci, no cambies nunca.
ResponderEliminaren harvard también tenemos hambre. es eso.
ResponderEliminarNo puedo prometerte eso, no quiero seguir teniendo un engendro en la panza hasta el final de mis días.
ResponderEliminarYo quizás soy medio inocente y pienso que es una posibilidad concreta que se les haya ido de las manos. Creo que les debe chupar bien un huevo que preguntas se hacen, es más de figurar con los "invitados" que tienen para conseguir más alumnos y más guita que para hacer algo interesante. A cualquier mono se le ocurre articular trabajos inter-cátedra para aprovechar una visita internacional. Si hay CERO organización es porque les chupa un huevo, y cuando a alguien algo le chupa un huevo siempre viene alguien y le pega el mordiscón. Ahora que tienen un huevo menos se van a avivar, porque acá mucho hablarán del papel de Cristina y todo pero estoy segura que afuera más de uno está criticando la organización de la presentación, ojo.
Ojala, porque es un centro importante en cuanto a la producción de conocimiento,ergo de poder. Loco, que vuelvan los viejos tiempos de comentar en el blog. Esto es genial.
ResponderEliminarComo en todos los centros de educación, gran parte de la responsabilidad está en los educandos. La infraestructura, material y humana, tiene que permitir y fomentar la libre circulación de formación e información y comprometerse con la gestión de los recursos materiales y humanos. Pero si no hay voluntad de quienes se forman, puede haber mucha infraestructura que nada va a ningún lado. En este caso responsabilizo a la universidad porque no creo que quienes se expresaron como alumnos hayan representado las inquietudes de la mayoría, ni siquiera representaron inquietudes globales ni aquellas que pueden ocupar los intereses de estudiantes de gobierno. Y en ese caso es concretamente una mala gestión de los recursos, porque viene un Presidente a prestarse para dar una conferencia y responder preguntas, y tenés tiempo para que 6 personas se expresen, no podés dejar ese poco tiempo librado al azar y que caiga alguno que pregunte "si la inflamación no se va, el dolor vuelve?". Una forma de gestionar los recursos es aprovechar las visitas de dirigentes al máximo armando mesas de debate, trabajando con las cátedras de las áreas que competen al invitado en cuestión e involucrando al alumnado previamente para que se informe y aproveche la visita. Pero claro, eso es un montón de trabajo que no reditúa concretamente y según mi propia experiencia como estudiante internacional, ese tipo de trabajo ni siquiera se considera en el ámbito formativo. Es preocupante que, como decís, siendo un centro de producción de conocimiento y por lo tanto de poder, se permita que alumnos de escaso compromiso con el conocimiento hagan perder el tiempo a compañeros e invitados. Mucha lavada de manos por ahí.
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