Emborracharme de tu piel
Hablemos de cosas serias. Hablemos de Michael Fassbender. Hablemos de su mirada ártica que en un segundo se convierte en una llamarada. Hablemos de sus omóplatos y de sus muslos. Hablemos de su piel blanquísima a la luz del día con el río Hudson de fondo. Hablemos, en una palabra, de Shame.

Shame es la segunda película de Steve McQueen después de su ópera prima Hunger y también su segunda colaboración con Michael Fassbender. En Hunger, Fassbender interpretó al militante del I.R.A. Bobby Sands encarcelado haciendo huelga de hambre. El primer film de McQueen muestra los efectos de la militancia y la persecución política en el cuerpo. Ese hombre bello y fuerte que vemos al principio de la película termina débil, sucio y escuálido hasta el espanto. No hay casi diálogo, pero uno de los momentos más logrados de la película es la charla de 9 minutos en cámara fija entre Bobby Sands y un sacerdote en la que Sands le anuncia que va a iniciar una huelga de hambre.
En Shame el eje del film es también el cuerpo. En principio el cuerpo de Brandon, fuerte, sano y precioso, empujado hacia la destrucción sin perder la belleza. Si hay diálogo, es solo porque el diálogo tiene un efecto en el cuerpo. La película dice ser sobre un adicto al sexo, yo no diría que es sobre un adicto al sexo en principio porque la sola existencia de la adicción al sexo está en discusión y además porque me parece que el film muestra algo con lo que todos convivimos a diario: la construcción de vínculos mediados por la sexualidad. Brandon, el protagonista al que le pone el cuerpo Fassbender, no puede construir vínculos por fuera de la sexualidad y todo aquello que aparezca en la relación que exceda el coqueteo, la seducción y el acto sexual lo descoloca. Brandon sencillamente no sabe cómo vincularse con una mujer o con un hombre si no es a través del sexo. Cuando no se levanta a una mina o a un tipo, llama a una prostituta. Cuando no llama a una prostituta, habla con una chica por webcam de esas que dicen piropos y se sacan la ropa para el goce del espectador. El resto del tiempo mira pornografía compulsivamente y se masturba donde puede, en la ducha, en el baño de su casa o (quizás hasta) en el baño de la oficina. Pero ojo, este caballero no es ningún indeseable. Tiene un buen trabajo (cuyas especificidades desconocemos) en el cual es exitoso, vive en un loft minimalista e impoluto -casi estéril- en Chelsea, uno de los barrios más cool de Manhattan, es bellísimo como un David y frío como un témpano, siempre de gris, blanco y azul. Y quizás es eso lo que incomoda al espectador. Lejos de condenar a Brandon, McQueen se esfuerza por mostrar lo más urgente de su deseo y lo más alto de su placer, ¿cómo podría uno condenar a un hombre bello e inteligente que está dispuesto a arriesgar cualquier cosa con tal de satisfacer su deseo? ¿Cómo puede uno hacer menos que desear a ese amante perfecto que en la última escena del film aparece como las ruinas del hombre que alguna vez fue? Hay sólo una mujer en el mundo que pone en jaque a Brandon: su hermana Sissy, interpretada por la preciosura de Carey Mulligan.
Sissy es el absoluto opuesto de Brandon. Dependiente, desordenada, hiperexpresiva, tierna. En vez de premiar su cuerpo con encuentros sexuales, Sissy lo castiga con la autoflagelación. Si Brandon calla su dolor en cada orgasmo, Sissy lo grita en cada cicatriz de su cuerpo. No sabemos bien qué le pasó a estos dos hermanos nacidos en Irlanda y crecidos en Nueva Jersey, pero sí sabemos que es algo terrible. Brandon se permite con Sissy lo que no podría con ninguna otra mujer: la mima, la protege, la agrede y la ve desnuda pero no la desea. En pocas palabras, lo que Brandon y Sissy tienen es una relación disfuncional y conflictiva pero real.
Shame es la segunda película de Steve McQueen después de su ópera prima Hunger y también su segunda colaboración con Michael Fassbender. En Hunger, Fassbender interpretó al militante del I.R.A. Bobby Sands encarcelado haciendo huelga de hambre. El primer film de McQueen muestra los efectos de la militancia y la persecución política en el cuerpo. Ese hombre bello y fuerte que vemos al principio de la película termina débil, sucio y escuálido hasta el espanto. No hay casi diálogo, pero uno de los momentos más logrados de la película es la charla de 9 minutos en cámara fija entre Bobby Sands y un sacerdote en la que Sands le anuncia que va a iniciar una huelga de hambre.
En Shame el eje del film es también el cuerpo. En principio el cuerpo de Brandon, fuerte, sano y precioso, empujado hacia la destrucción sin perder la belleza. Si hay diálogo, es solo porque el diálogo tiene un efecto en el cuerpo. La película dice ser sobre un adicto al sexo, yo no diría que es sobre un adicto al sexo en principio porque la sola existencia de la adicción al sexo está en discusión y además porque me parece que el film muestra algo con lo que todos convivimos a diario: la construcción de vínculos mediados por la sexualidad. Brandon, el protagonista al que le pone el cuerpo Fassbender, no puede construir vínculos por fuera de la sexualidad y todo aquello que aparezca en la relación que exceda el coqueteo, la seducción y el acto sexual lo descoloca. Brandon sencillamente no sabe cómo vincularse con una mujer o con un hombre si no es a través del sexo. Cuando no se levanta a una mina o a un tipo, llama a una prostituta. Cuando no llama a una prostituta, habla con una chica por webcam de esas que dicen piropos y se sacan la ropa para el goce del espectador. El resto del tiempo mira pornografía compulsivamente y se masturba donde puede, en la ducha, en el baño de su casa o (quizás hasta) en el baño de la oficina. Pero ojo, este caballero no es ningún indeseable. Tiene un buen trabajo (cuyas especificidades desconocemos) en el cual es exitoso, vive en un loft minimalista e impoluto -casi estéril- en Chelsea, uno de los barrios más cool de Manhattan, es bellísimo como un David y frío como un témpano, siempre de gris, blanco y azul. Y quizás es eso lo que incomoda al espectador. Lejos de condenar a Brandon, McQueen se esfuerza por mostrar lo más urgente de su deseo y lo más alto de su placer, ¿cómo podría uno condenar a un hombre bello e inteligente que está dispuesto a arriesgar cualquier cosa con tal de satisfacer su deseo? ¿Cómo puede uno hacer menos que desear a ese amante perfecto que en la última escena del film aparece como las ruinas del hombre que alguna vez fue? Hay sólo una mujer en el mundo que pone en jaque a Brandon: su hermana Sissy, interpretada por la preciosura de Carey Mulligan.
Poco importa para este artículo qué es lo que pasa al final, lo único que importa es que Brandon y Sissy -gracias a la efectividad de McQueen- imprimen una marca también sobre nuestro cuerpo. La marca del deseo desmedido o de la repulsión absoluta, de la fascinación o del desinterés. ¿Pero no son todas las marcas formas específicas del afecto? Las del cuerpo de Brandon, las del cuerpo de Sissy y las nuestras también, y eso es lo que McQueen expresa con una precisión que da miedo.
luz,calor, tu pecho es guirnalda
ResponderEliminarsólo quiero empapar mi cara en...
tu piel
Qué bella reseña. El cuerpo como un óleo de la historia, del camino, de los caminos de un hombre. No tengo más salida que verla. Como Arjona cuando se da cuenta de lo maravilloso que es lo que queda después de dos cuerpos y el amor.
Gracias, Toro. Gracias.