The Open Window
Le había dicho a Porthos que iba a subir la crónica (épica, por cierto) de mi espera en Roca para poder hacer el examen teórico y acceder a mi licencia de conducir. No se imaginan, lectores, lo que fue esa experiencia relgiosa. Pero en el medio, en el breve lapso de las 24 horas, el mundo nos sorprende, una vez más, y las prioridades giran 360°. Tanto es así que esto es lo que me ha conmovido.
Yo estaba cenando en casa, puteando porque Mariano Klose estaba relatando el partido de Argentina (lo odio), cuando de repente la radio me toma desprevenida con un bombazo: Cuba libera el tránsito de los cubanos y adiós carta blanca desde el 14 de enero. Verdaderamente sorprendida. La pequeña isla fue siempre duramente criticada por esta postura. Pues la ventana (que esta vez no es de Saki -Porthos, tengo tu libro y lo estoy usando pero está sano y salvo-) se ha abierto, no ya como la cámara de los secretos pero sí como la incertidumbre de lo que invariablemente nunca será igual. Y en verdad tomar perpectiva, tomar distancia de lo que nos pasa en nuestro fuero cotidiano implica postergar el relato sobre el tachero, la psicóloga y el coimeador para mencionar aunque más no sea al paso y casi como quien no quiere la cosa este evento tan drástico, definitivo (¿tardío?¿relevante?), cambiante. Cambiante porque cambia el panorama de muchos cubanos (que busquen otro lado por el cual criticar ahora) y el panorama mismo de lo que implica ese libre tránsito. Libres para ir a dónde, no lo sé, pero con una movilidad que veremos cómo se acompaña. Me encantaría saber a ciencia cierta qué significa esto para ese pueblo caribeño. ¿Han escogido su derrota? ¿Qué significa liberar el tránsito? ¿Es un cambio positivo? No creo que pueda saberlo, pero es una inquietud que queda aquí estacionada. El problema es saber si cuando la ventana se abre, se cierra otra puerta. Y aquí vino la segunda noticia que me conmovió.
En Grecia se autorizó la venta de productos comestibles vencidos (tres o cuatro días). ¿No es terrible? ¿No es tremendo y espantoso? Pensé inmediatamente en la yerba de ayer secándose al sol. Pensé en lo fácil y rápido como primera impresión: es Grecia, es la cuna de mucho de lo que somos y pensamos hoy, para bien y para mal. Pensé que Copani diría o habría dicho en otro tiempo '¿te pusiste a pensar que hablo de este lugar, no del Congo, no de otro sigo?'. Pensé en lo que significa esta bomba (otra bomba más, por dios) para el imaginario medio europeo (o el que creemos que ellos tienen de sí mismos). Tu gobierno toma como medida aceptar la venta de productos vencidos. Esa es la medida de gobierno. ¿Deconstrucción de estado? ¿Soberanía alimentaria nula? ¿Ajuste, ahogo, asfixia, desesperación? Una puerta que quedará cerrada, que se recordará por mucho tiempo, como se lo recordó a Aristóteles. Cómo cambian los tiempos, se alinean los astros de los gobiernos y las decisiones en distintas direcciones.Y hay personas allí, en cualquier sitio, que comprarán los productos vencidos. ¿Te pusiste a pensar?, resuena Copani en mi cabeza. Ojalá pudiera decir como Arjona 'y entre tantas noticias y chismes de barrio resulta que eres tú siempre lo más importante'. Pero no me sale anteponer al sacerdote que vi sacando el registro a estas noticias que me dio la radio y que me estremecieron, en todos los aspectos, positivamente y negativamente. Me estremezco pensando lo vertiginoso que parece todo y sin embargo cómo todo no es más que un proceso que no supe ver, que no pude ver, o lo que fuere.
Se abrió una ventana, en qué contexto, por qué, cómo. El impacto de dos pueblos que imaginariamente se nos presentan con estereotipos variopintos. Dos pueblos romantizados o estigmatizados hoy están en un cambio que por lo menos llama la atención, nos interpela a través del relato periodístico y nos hace preguntarnos hacia dónde va todo esto, como algo general en lo que nos incluimos, y como algo particular que no puede desprenderse del shock aún reciente. Y Copani sigue ahí, diciéndome que lo cambie, que lo debo cambiar, y uno le preguntaría cómo hacerlo. Comida vencida. Yerba de ayer. Los griegos que nunca previeron el 2001 en 2012, porque Platón nunca vio a los mayas. Y tampoco la Grecia de hoy vio a la Argentina de ayer, aunque esos tiempos sean mentiras. Esperemos que no sea la ventana abierta que hizo que el loco saliera corriendo por la puerta cuando vio los fantasmas que la joven niña había inventado. Será como cantaba la Negra: cambia, todo cambia. Y ante lo indefectible, sólo nos queda la reflexión del cómo, cuándo, con qué razón. Y así es que me pregunto y me preguntaré cuál será el próximo por qué. Y quién será el que dé más o el que dé menos.
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