I have the power

Los héroes de la infancia no mueren nunca, no envejecen, no se olvidan. Y uno vuelve a ellos, eternamente, en cualquier momento de la vida. Y como son nuestros héroes, están allí (amén de la diosa Internet; ¿o es un dios?). Por eso, hoy rindo homenaje (muy sentido) a un equipo de luchadores incansables de colores estridentes; un grupo de amigos y compañeros que se bancan en todo y que sienten cada segundo de su vida con una intensidad que esta vida que no nos alcanza a veces no puede ofrecernos o soportar; un grupo de adolescentes que se la juega por el mundo entero mientras lidia con su vida en el colegio, en esas preparatorias odiosas que los yanquis tanto ilustran en sus films y series. Hoy, en esta noche cálida de domingo que pronto será lunes, rindo homenaje a los únicos, los mejores: los Mighty Morphin Power Rangers. 



En 1995 se produjo un fenómeno único que cambió la historia de muchos chicos, ese mismo año o posteriormente. Entre esos chicos, obviamente, estaba yo. Criada entre hombres, los Power Rangers eran un condimento infaltable en aquella casa de Loma Hermosa, con mis primos y mi hermano, en donde devorábamos las aventuras de esos amigos que se enfrentaban a asquerosos monstruos dirigidos por la malvada loca Rita y sus secuaces. Mirábamos a esos pibes, que podrían haber sido nuestro futuro, usando esos trajes de colores que asignaban perfectos roles a los varones y a las chicas. Y después, salíamos corriendo al patio a reproducir las aventuras. Como era la única chica, podía elegir si la amarilla o la rosa iba a ser mi heroína del día. Pero como dije, me crié entre varones, así que siempre era la amarilla. Jamás Kimberly. Pero sin irme tanto por las ramas, 1995. La serie se vuelve película y aparece un villano pegajoso y violeta que nos hace matar de la risa (ahora que somos más viejos): Ivan Ozee. Gran villano gran, señores, pues es inteligente y poderoso, aunque todo resida en ese moco violeta que domina a la perfección y con el que puede crear ejércitos malvados o controlar la mente de los humanos, siempre tan simples e indefensos ante semejantes avatares. Ozee es un estratega sediento de revancha puesto que 6000 años atrás, Zordon (la gran cabeza a la que los Rangers quieren como a un padre, si es que eso es posible) con otros héroes lo encerraron para siempre (not!) y lograron salvar la Tierra y todo el universo de semejante peligro mocoso. Pero nada es para siempre y unos albañiles, sin querer abren la bóveda en la que había sido encerrado este terrible villano y nadie es capaz de prever lo que sucedería. Ni siquiera los Rangers, este grupete colorido de adolescentes (que se renuevan generación a generación) que dan la vida por Perón, digo, por Zordon y por todo ser viviente del planeta. Todo su poder está en la base en la que además de la cabeza entubada está Alpha, ese sujeto robótico gracioso, seguramente inspirado en C3PO, que habla raro y no para de decir 'ay,ay,ay,ay,ay'. Los Rangers dependen de un poder específico que también mantiene a Zordon vivo. Pero este Ivan es tan malo, que no sólo destruye el poder, dejando a los Rangers sin la posibilidad de usar sus mega poderes y sus zords (aún Dinozords), sino que casi mata a Zordon. Con los últimos hilos de poder (porque de alguna manera es como si el poder fuese una energía mensurable) Alpha los envía fuera de la Tierra a los adolescentes algo aturdidos ante la destrucción a la que se sienten expuestos por primera vez y se van a un planeta lejano y peligroso en donde se almacena el poder del universo dentro de un monolito. Los Rangers llegan a Phaedos, el planeta en cuestión, y se enfrentan a aventuras que podríamos describir como zoomórficas y allí consiguen un poder nuevo asociado a nuevos zords: Ninjazords que tiene forma de animales. Pero mientras tanto, todo en la Tierra se descontrolaba: los padres habían sufrido una lobotomía de moco violeta (por ser tan consumistas) y estaban a punto de ser asesinados. Por suerte, los chicos de EEUU tienen complejo de héroes y trataron de detenerlos mientras los Rangers actuaban. Cuestión que los Rangers vuelven con sus flamantes Zords animalescos y forman un Megazord que vence a los bichos horrorosos que Ozee había creado esclavizando a los humanos. A todo esto, el malo era tan malo que encerró a los otros malos malvadísimos (Rita y Lord Zedd) en una bola de recuerdos que los yanquis también adoran -aquí vemos como toda nuestra cultura puede volverse en contra nuestro. Pero los Rangers vuelven (y Ozee los huele, de hecho una de sus mejores frases es 'it smells like...TEENAGERS!') y enfrentan al mal, salvándonos de las garras de este monstruo despiadado, jodón y poderoso. 

El mejor villano de la historia

En esta película, graciosa, sentida, donde todos los efectos especiales se exageran a punto tal que desafían las leyes de la física (si no, recomiendo ver los saltos de los Power Rangers de un lado al otro), uno aprende muchas cosas. Aprende que la unión hace la fuerza, que los amigos vestidos de colores siempre respetan esos colores (Kimberly jamás usaría una blusa amarilla, por ejemplo, y Tommy jamás dejaría de vestirse de blanco, etc.). Uno aprende que las cabezas entubadas necesitan efectivamente esos tubos y que si todo el poder se pierde, con lo poco que quede lo primero que hay que hacer es reparar el televisor para ver el noticiero (como hace Alpha), aunque eso vuelva nuestros aparentes últimos minutos de vida  los más miserables de la historia universal. Uno aprende que los viajes hacen bien, despegarse de la rutina, de los conocidos, de los lugares comunes. Aprendemos que todo es posible, absolutamente todo, y de que ¿para qué caminar si podemos desplazarnos dando volteretas aunque no tengan ningún sentido? Cada movimiento ranger siempre ha de ser acompañado por eso sonidito 'fiu,shiu, fiu-fui, etc'. Aprendemos que los padres también se equivocan y que los adolescentes pueden dejar una fiesta para ir a salvarlos porque un niño de once les advierte el inminente apocalipsis. Aprendemos que los lobos de piedra se desintegran en el agua y que las mujeres en bolas pueden ser buenas amigas y luchadoras. El poder no es una relación, Foucault: el poder está en el templo de un planeta perdido en el espacio sideral. Esta película, material que debería ser obligatorio en cada escuela del mundo, me pianta un lagrimón ficticio y me enseña que el capitalismo y el oportunismo no nos llevan a ningún lado. Aprendí que el moco es más peligroso de lo que uno cree y que si encontramos un huevo violeta gigante en una excavación en la ciudad de obras públicas NO debemos abrirlo. Por suerte, los Power Rangers (Kimberly -con cara de niña en apuros a toda hora, tratando de que Tommy la abrace-, Tommy -el líder ganador y calmo-, el chino Adam que es un capo, Rocky -otro adolescente bocón y pedante-, Billy -el nerd más lindo de la historia, y Aisha, la negra que completa el cuadro étnico) siempre van a acompañarnos, a protegernos, para que después toda una ciudad les agradezca con fuegos artificiales que inmortalizan su nombre en el cielo. Todo es posible, como le dice Tommy al niño héroe que se quedó en la Tierra y que probablemente sea un futuro Ranger. En breves palabras, lo que Almafuerte quería transmitirnos nos lo vuelven explícito los Power Rangers en este film épico que no puede faltar en ninguna videoteca de este planeta: no te des por vencido ni aún vencido. No hay mal que dure seis mil años, ni moco que lo soporte. 




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