EL fluir de mis palabras

Federico Andrés Giannoni puede haber sido un niño y un adolescente como cualquier otro. Nació el primero de junio de 1987 en Buenos Aires y creció como tantos otros, sin saber cómo. Habrá tenido sueños a los quince, como cualquiera, y quizá hasta habría podido perderlos u olvidarlos, si no fuera porque aún siendo pibe, se encontró con el rap. Y parece ser que se salvó. 



Emanero, como artísticamente lo conocemos, es un rapero argentino que también actúa. Este dementor que les habla, de hecho, lo conoció en el programa Presentes recomendado por Darth Vader, ausente de este espacio hace ya tiempo, para desgracia de la blogosfera. Presentes es una producción de Mulata Films, que también hizo un programa que a mí me gusta mucho (y que pude ver en un viaje de avión en una pantalla mínima del asiento de adelante) que se llama Mentira la Verdad y aborda temas clásicos de la filosofía occidental de todos los tiempos. Presentes mostraba la vida de chicos de un secundario público en Buenos Aires (como puede ser cualquier secundario pero a su vez con una dinámica propia que hace de cada una de esas vidas un mundo) en ocho capítulos de menos de quince minutos cada uno. Cada capítulo era la vida de uno de estos pibes, que tenían sus problemas y alegrías como cualquier hijo de vecino: desde la que recién se mudaba y se tenía que ganar un lugar en la vida escolar; hasta la que no se animaba a confesarle a su mejor amiga que en realidad ella era lesbiana y la amaba (personaje complejo que interpretó Dalma Maradona). Y así, entre todos ellos, estaba Federico, un pibe que no destacaba demasiado (ni siquiera se le dedicó un capítulo entero), que rapeaba y que estaba enamorado de la delegada del curso (Vera Spinetta). Y ese Federico es de quien les estoy hablando hoy: no tendrá su capítulo pero tiene su entrada en este espacio. 




Emanero rapea. Yo no entiendo mucho del mundo del rap, porque poco he escuchado y menos aún en castellano (tengo referencias españolas que me ha brindado mi hermano, que entiende más, pero no han sido muy buenas experiencias, salvo quizá las de Porta). Emanero (y parece ser que todo rapper en general) cuenta un poco de su vida en cada tema. Como Miguel Hernández, allá lejos, por principio de siglo XX en la España de la Guerra Civil y del para-la-libertad-sangro-lucho-pervivo, Emanero deja la vida en el aliento, el corazón, y así podemos ir reconstruyendo su historia en las tantas rimas que compone. Parece que de a poco ha ido creciendo, contactándose con músicos del ramo de Latinoamérica (Tiro de Gracia, por ejemplo, con quien toca en el primer disco Bienvenidos a mi mundo, de 2006). Y ahora, el 9 de junio, una vez más, toca en Vorterix, amén de haber participado en encuentros y shows internacionales. Emanero rapea. Crece rapeando (el disco Arjé de 2009 me parece, sin ser una erudita en la materia, ampliamente superior al primer trabajo), crece sin querer seguir la corriente de todo lo que le rodea. Tiene que crecer y dice. 

Los años llegan y para serte sincero
quiero llegar a setenta con la solidez del hierro
No pienso envejecer 
y todo lo que diga ahora lo voy a mantener

Y nos cuenta, para quien quiera oír, que tiene miedos (aunque no quiere vivir lleno de ellos), que es inseguro como todos nosotros, y que la vida pasa y que no sabe cómo se crece. Siempre dice, porque calculo que de eso se trata el rap: el don de fluir de Drexler que se llena de palabras (hay escritas infinitas) y que se pierde en el flow de este 'pibe de veintipico'. Y parece que el rap vive diciendo porque es en ese decir. Un decir que repite incondicionalmente que nada ni nadie podrá parar el potencial de la palabra (como Residente de Calle 13, que dispara con palabras; al igual que Blanchot, y sus palabras como cuerpos que pesan, que lastiman, que nos atraviesan en la carne). El rap parece violento: se contestan entre MCs, algunos se insultan, nada lo complace. Pero en el fondo es sólo un refugio, es un lugar que no ancla en ningún sitio. 

Hoy soy el arjé
principio básico
para este estilo
yo me siento ante un teclado y mis manos escupen ritmos
puedo hacerlo y sonar como yo quiera
no tengo más que el rap que escuchás hoy
sonando en tu vereda
soy el agua, el aire, el fuego y también soy la tierra
parado ante este micrófono
mi voz tapa la mierda
de un hip hop que los confunde ,los une y los pelea
pueden hacerlo rimar pero nunca a mi manera
mi sustancia la escondo atrás de cada canción nueva
termino con este disco y empieza la nueva era
soy la fuerza de atracción
consigo lo que no tengo
se chocan dos como yo
y se forma un agujero negro
soy el arjé

El rap, como filosofía, como esencia, como forma de vida, como energía transformada, como show, como fluir, como contradicción, como grito de alivio. Un micromundo en el que circulan maestros de ceremonia, público, amores, productores, escenarios, mensajes. Ya sabíamos que las letras del rap eran autobiográficas (la película 8 mile nos lo enseñó a la perfección) pero es distinto escuchar el género en inglés -lenguaje cuyo slang sigue siendo indescifrable- a oírlo en nuestra propia lengua; incluso es distinto el rap de España, aunque parezca exagerada tal premisa. Mi hermano ha señalado que hasta las bases son distintas (salvo las de Porta, las demás no nos convencieron mucho). Y así, esta música que de a poco va creciendo fuera del ghetto estadounidense tiene sus propias rimas, sus idiomas y recursos, que varían, como casi todo, con el tiempo y el espacio, escupe cultura suburbana, antisistema pero desde la historia de vida, nos interpela porque todos alguna vez hemos sentido desde soledad hasta abandono. Sólo que no todos llevamos rap como equipaje. Emanero ha sabido amar cada pena y convertirla en canción y tal vez por eso no ha explotado. Claro que el rap también exige algo más que "el don": también el rap tiene circuito, productoras, audiencia, éxito o fracaso. Pero quizá eso no deba aparecer en una entrada dedicada a un pibe que ha sabido subir. Quizá eso deba ser pensado en otro mundo y no en el que Emanero nos dice "bienvenidos". Habrá que ver si es posible entrar al este mundo y luego salir. 

Mi generación entiende lo que es no pensar en nada
y lo que es ver por la ventana y no encontrar ningún mañana
cansado de hacer lo mismo que todos busqué más
hasta que encontré en la paz en algo que llamaban rap
soy el vocero de todo aquel que se encuentre perdido
y de los que hacen lo que quiere porque así es más divertido




El rap también habla de amor: habla de relaciones que no son claras, de no saber lo que se quiere de ese 'nosotros' que hay que construir con alguien de vez en cuando, de las chicas que se van y no vuelven. Quien piense que el rap es pura rudeza está confundido: en el fondo no tan fondo tienen el corazón a flor de piel. Aunque a este dementor, esas canciones son las que menos gustan, no puedo dejar de mencionarlas. Porque la vida es más compleja de lo que parece, y todo micromundo tiene un poco de todo. Lo cierto es que este ritmo pegadizo pero a su vez disparador de palabras y palabras que reproducen un poco de caos y un poco de alivio y un poco de protesta y un poco de miedo no hace más que atraernos hacia él. Seguimos las palabras sin poder llegar a tiempo, pero sabiendo que el mensaje llega -porque a veces es el mismo pero a su vez nunca el río es el mismo río. El rap nos atrae, por sentirse anti-sistema pero no poder salir de él más que por la crítica: poner en palabras la contradicción. Odiar la violencia pero a su vez reproducirla en algún verso; odiar la codicia pero ir siempre en busca de algo más; denunciar la soberbia declarando como única verdad la música propia. Será que todos estamos entrenados para conquistar el mundo, desde el más rico hasta el más vagabundo. Y ni siquiera un rapero puede escapar de este 'destino', puesto que cada párrafo en la hoja de un MC sueña con ser canción. Aunque en el caso de Emanero algo de eso se ha logrado: el rapero se cansó y ahora quiere ser poeta. Y cada vez sus letras parecen tener más claridad, mejor ritmo, rimas inteligentes. Un poco más cerca del arjé. Y a su vez, la simpleza a la que nos lleva la misma complejidad. Un solo hecho, después de tanta palabrería. Pero dejemos que Emanero nos lo diga:


Ya es hora de tocar y salgo a escena
Mi voz se hace escuchar
Cuando el DJ pone play
la base suena.





Comentarios

  1. Quizá esto ameritaría la segunda parte, pero con el errático Darth Vader fuimos a verlo a Vorterix. Sólo lo dejo aquí picando, para ver si después pasa algo más.

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