Hugo
"Para los que creemos en la vida eterna, quizá allá estén Hugo y Néstor tomados de la mano". Esas fueron sentidas palabras del embajador venezolano. Hoy es un día triste para Latinoamérica, pues se nos fue un pionero en la política de recuperación democrática de nuestro continente. Se nos fue un líder de todos los que apostamos a la política liberadora como herramienta de transformación social. Un líder que, como ya dijeron, abrió caminos impensados en un continente que hace una década atrás era más hostil y menos integracionista de lo que ahora es. Y aunque me genere una pena honda (cuánto penar para morirse uno), quiero dejar una reflexión humilde, por supuesto, sobre lo que significó Hugo Chávez para todos nosotros, los latinoamericanos.
Estuve toda la tarde trabajando y sentí que mi celular vibraba pero cuando trabajo, trabajo y no reviso mensajes. Cuando salgo del instituto en donde laburo, miro el teléfono. Eran las nueve y cinco de la noche y tenía cinco mensajes sin leer. Pues lo cierto es que eso nunca me ocurre, no soy tan requerida por lo común. Y empiezo a verlos: "Murió Chávez" o "Falleció Chávez" o ":(". No podía creerlo. Las tres cuadras camino a casa fueron pesadas, se los juro. Pues llevaba el peso de la incertidumbre acerca de nuestro futuro como continente en vías no ya de desarrollo: de liberación. Un continente sin piernas pero que camina, como cantan los portorriqueños. Tres cuadras de pensamientos que me asaltaban, no del todo claros, sin duda tristes. Estaba entristecida pero sin poder entender esa tristeza. Estaba asombrada pero sin poder internalizar la información. No podía decirle al resto de mi cuerpo lo que mi capacidad intelectual estaba entendiendo. Tres cuadras pensando, pensando, confundida. Y cuando puse la llave en la puerta de casa me di cuenta de algo importante que me llevó a sentarme aquí, a escribir, sin siquiera haberme cambiado o haber cenado (qué importancia tiene eso ahora, ¿no?). Pensé que yo soy parte de una generación joven que piensa que es importante saber lo que le sucede al continente; soy parte de una generación joven que decide utilizar el crédito del celular para enviar a quién sabe cuántos contactos una información que considera vital y esa información se asocia a la política latinoamericana. Soy parte de una generación que cree que es fundamental saber lo que pasa con los presidentes de los países latinoamericanos, porque somos latinoamericanos. Soy parte de una generación que cree que es importante recuperar la identidad latina; que América no es sólo Estados Unidos. Soy parte de una generación que envía un mensaje ya no sólo para arreglar la salida del viernes a la noche sino que ahora también nos interesa lo que ocurre en los gobiernos del mundo que marcan y hace historia. Pensé que Chávez no estaba, pensé qué va a ser de todos nosotros. Pero también me sentí contenta, y pude atemperar ese miedo que nos da siempre lo desconocido, lo peligroso. Pues se nos ha muerto nuestro líder, porque también era o es nuestro. Pero nos queda el gesto cotidiano que demuestra el gran cambio cultural que estamos atravesando en este Cono Sur. Un cambio que hace que en el mundo cotidiano, en el minuto a minuto de nuestra joven vida, la muerte de un político sea una razón, un motivo para entristecernos y llorar. Cuando hace diez años la palabra política era mezquina, malvada, desterrada; hoy lloramos por un presidente o llevamos sus fotos en nuestras remeras, referenciándonos en ella. Soy parte de una generación joven que va a seguir adelante, no sin dolor ante la pérdida de Hugo -como lo hubo también cuando murió Néstor- pero con la cabeza bien alta. Hoy mis amigos y compañeros decidieron escribirme porque saben que con el presidente venezolano también se define nuestro futuro. Mis amigos que me escribieron pensaron, como yo, que la política no es sólo un método de corrupción fácil o una tarea propia de un grupo reducido de poderosos. La política tiene funcionarios, sin duda, pero también está en nuestras manos, en cada relación que tenemos ,en cada palabra que leemos o esgrimimos y en el saludo más cotidiano. Recuperamos la política de la lucha por la verdad, por la libertad, por la igualdad, por la identidad, pero desde una óptica nueva, casi olvidada o desterrada por años de muerte y neoliberalismo que nos destruyó como pueblo. Una óptica de la alegría, del amor, de la resistencia a la tristeza (con la que nada grande puede construirse). Mis amigos hoy y yo somos parte de esta nueva generación que va a adueñarse del futuro porque cree que puede ser mejor de lo que fue el pasado. Hugo Chávez estuvo en cada uno de los mensajes, en lo que ahora les escribo - riesgo de sonar cursi-, en lo que se escribirá mañana, en las marchas que lo van a homenajear. Yo tengo la foto de Néstor y Cristina en mi celular, como gesto cotidiano de lo que implica el cambio cultural que atravesamos en nuestro continente sureño tan querido. Y Hugo Chávez también es eso. Y siempre va a serlo.
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