Una mentira que te haga feliz
Mintiendo, qué bien te queda el papel
Después de todo parece que esa es tu forma de ser
Vicentico hizo el cover de ese hermoso bolero "Puro teatro". Almodóvar ya lo supo usar en sus películas y ahora vuelve a introducirnos en otro mundo de la ficción -en todos sus sentidos. Hace unos días comenzó Farsantes, la nueva tira de Canal 13. Qué raro es volver a sus series, después de haber andado tanto, como quien dice. Pero será que es imposible escapar a las redes de las mentiras. Y en este caso, realmente muy bien actuadas. Quizá este drama sí sea necesario, aunque conozcamos ese teatro, el mismo de siempre, y sin embargo.
Guillermo (Julio Chávez -exquisito) es un abogado que tiene calle. Tiene una carrera, un nombre (para bien o para mal) y un estudio con socios y compañeros. El primer caso que resuelve en el programa es una tranfugueada como pocas. Y ahí en ese contexto lo conoce a Pedro (Benjamín Vicuña -hermoso).Pedro es un abogado penalista joven. Se está por casar con Camila (Julieta Cardinali) que es hija de un juez ("un mal tipo", diría el futuro yerno a su jefe) y que parece un poco caprichosa, aunque adore a su novio. Viven juntos en un hermoso departamento y están en pleno preparativos para la boda. Ella quiere que él la ayude, pero el problema es que él no está pensando solamente en la fiesta: su llegada a este estudio, problemático y a su vez atractivo, toma el centro de la escena, de la suya al menos. Y cómo no iba a ser así: Guillermo es un imán. Alrededor de él, cual sol, orbitan otros personajes, con otras miserias. Gabriela (Griselda Siciliani) es una abogada joven que se encuentra ahora en un lugar que no había imaginado cuando estudiaba en la Facultad. Creo que ni ella sabe si eso es bueno o malo. Tiene un novio que no labura nunca (Esteban Lamothe) y que siempre está queriendo empezar un negocio nuevo, nunca nada tradicional y que además siempre acaba por hacerle perder plata a ella (porque él, por supuesto, no tiene un mango). La mamá de Gabi es insoportable (Leonor Manso) y adora -de manera un tanto extraña- a ese zátrapa vividor que su hija tiene por compañero. Pero Gabi no va a durar mucho más con él (ya bastante soportó) porque hay otro hombre que de a poco se ha ido ganando su atención -ya desde ese primer encuentro-; Alberto (Facundo Arana). Alberto es un buen tipo. Es como esos perros grandes que saben ladrar y morder pero que con sus dueños son puro amor, no conocen la maldad, en fin, un pan de dios. Así es él, sólo que con la complejidad de aquél que estuvo en la cárcel, que estuvo metido en drogas, que tiene contactos peligrosos y un secundario inacabado. Por supuesto, un mundo respecto de un perro. Alberto tiene una novia, que él dice que no es, muy excéntrica ( Pilar Gamboa) pero que en verdad lo quiere y muere de celos cuando ve cómo a su compañero se le anulan los sentidos cerca de Gabi. Y es que todos se dan cuenta, pero a veces la vida es más compleja de lo que parece. En el estudio también está Marcos (Alfredo Casero): el abogado chanta, que falsifica firmas, que engaña a la mujer, que sabe cómo zafar de un apriete. Imposible que él no orbite alrededor de Guillermo, que tampoco es un ángel. Guillermo está casado con Ana (Ingrid Pelícori) que es alcohólica y que fue muy importante para él cuando se quedó solo con su pequeño hijo (Chino Darín) que ahora ya está por empezar la facultad. Guillermo la quiso a Ana y por eso respeta ese mal momento, como le dice en una charla padre-hijo formidable del capítulo 3 a Fabián, su pibe. Pero lo cierto es que no la ama, no por ser ella, sino porque Guillermo en realidad prefiere a los hombres. Y por eso Pedro es tanto un problema como una solución. Y él parece tener todas las de perder. Sin embargo, su secreto no está a salvo: siempre está esa piedra en el zapato, que aquí tiene nombre y apellido. Y así entra en escena Miguel Ángel (Mario Pasik), el fiscal que odia a Guillermo y que además es su hermano. "Vos me mataste a mi hijo", lo acusa una y otra vez. Se odian. Porque si el amor de hermanos es fortísimo, al nacer el odio es aún peor. Y no sabemos muy bien cuál es la historia oculta, pero que la hay, la hay. Finalmente, está Cuca (Edda Díaz), esa suerte de tía vieja y un poco senil que adora a Guillermo pero no entiende demasiado lo que ocurre a su alrededor. Todos ellos giran cual satélites en remolinos que no se sabe bien dónde acabarán o si llegarán o no a buen puerto. Todos ellos mienten, como reza House. Pero también tienen ese costado, que a veces se oxida, se oculta, se olvida, en el que sienten algo, algo de verdad. El cielo y el infierno, una vez más, dentro de cada uno. No sólo el lado malvado: la cruz que cada uno supo cargar. "¿O vos qué te pensás que es la vida?", dice Guillermo constantemente. Hay ideas de lo que queremos ser y hay lo que realmente somos. Uno hace lo que puede, dice el abogado jefe. Y defiende lo que defiende como puede. Aunque nadie es inocente, y eso lo sabemos todos, y Guillemro quizá más que los demás. Por eso los casos son turbios, por eso hay armas, por eso a Gabi le pegan un tiro en el hombro y a Alberto lo llaman desde la cárcel, por eso Guillermo tiene sellos de jueces en su estudio para cuando toque falsificar alguna firma, por eso a Marcos le escriben una pintada en la puerta de su casa para la esposa que dice "Cornuda", por eso Antonio no tiene ni para pagarle un café a su suegra, por eso aparece la mejor amiga de Gabi (Julieta Zylberberg) que engaña al marido y usa a su compañera como excusa. Pero también por eso Guillermo se la juega por Alberto, Alberto le regala flores a Gabriela, Gabriela se preocupa por su mamá aunque le hinche las pelotas, Cuca lo abraza afectuosamente a Guillermo, Pedro le pide perdón a su futura esposa, Gabi le ofrece un café a Sonia a pesar de que ella se borró durante meses...por eso aún se confían. Entre ellos. Porque ese es el mundo de Farsantes.
Hace unos meses que no seguía una serie por televisión. Y de repente, vuelve En Terapia, mi imán favorito, y ahora ésta. Julio Chávez se come absolutamente el programa. Y quise usar ese verbo: se come el programa. Un actor que nos hace creer desde el segundo cero que él es Guillermo, y más aún, que lo fue toda la vida. Que nació con un expediente en la mano. Sus monólogos sobre la vida, después de haberla vivido y aún estar inserto en ella, son maravillosos, incluso aunque lo haga para defender el fraude. Porque todos necesitamos justificarnos de vez en cuando, convencernos de que no somos tan malos. O de que podemos vovler a ser buenos, como dice el personaje de Jennifer Gardner en esa girly film que es Si tuviera 30. Buenas, buenísimas actuaciones; impecable producción, como siempre dije que Canal 13 tenia. Entretenida, reflexiva. No sé si así sea el mundo de los abogados, porque siempre se sabe que algo de eso hay. Pero ese puro teatro que nos dan estos farsantes vale la pena por sí mismo, más allá de toda referencia. Y hay que ver si la farsa dura toda la vida o hay un momento en que se acaba: pareciera que la serie va a ser ese instante antes de levantar vuelo, como canta un uruguayo. Veremos cómo cae el telón, luego de mentir tan serenamente (o quizá no tanto). Como broche, los creadores son Mario Segade y Carolina Aguirre. ¿Les suena? Eso me hizo entender muchas cosas.
Crítica: 4 Sócrates es un gato (no pongo 5 porque quiero ver cómo sigue, pero por ahora, promete algo bueno: el drama necesario).
Comentarios
Publicar un comentario