La entrega sin papel
Carry dijo que la vida es lo que pasa mientras se espera una mesa para comer en Manhattan. Y la verdad es que algo de eso hay. No por la mesa o por Manhattan, Sino porque hay algo en la espera que es difícil de definir, pero que nos hace pensar en el gasto innecesario del tiempo, el dejar morir el tiempo. Y como dice Arjona, hay que tener tiempo para tener ganas de desperdiciarlo. Y yo, en este momento, lejos de estar en Nueva York esperando para comer con algún caballero amado, me encuentro atrapada por las malas conexiones de las páginas web de la UBA. Pero qué le puedo hacer, ¿no? Desconexiones siderales.
Y entonces, como no me gusta perder el tiempo (ni ninguna otra cosa, maldita herencia familiar: soy una pésima perdedora, nada que ver con Franco De VIta cuando dice que claro que sabe perder), me senté aquí mismo, sin vigüela ni compás, a escribir una vez más torpes palabras. Pero como toda espera que necesita ser llenada de algo, en este momento estoy con el mate y con Alicia Villarreal cantando el bellísimo tema "Soy lo prohibido". Si la audiencia ve Farsantes y lo vive con la misma intensidad que el dementor que les habla esta madrugada, sabrá por qué elijo ese tema. Versiones, miles. La de Simone, la de Moncho, la de Olga Guillot. Pero ésta. Ésta parece ser la Karina mexicana, que canta mejor por cierto. Parece la amante desesperada (parecida, creo, al personaje de Julieta Zylbergberg en el mismo programa, Sonia) que odia y ama con igual intensidad, como todo amor furtivo y clandestino, de esos de los que habla Arjona (el amor de trinchera). Y qué mejor esperador que un amante. El que ama y ama a escondidas. Ama lo que no puede amar. Me pregunto sin ánimos de hallar una respuesta cuántos temas habrá en el mundo tratando esta manera de amar, esta miserable y a la vez apasionada manera de amar. El infierno apasionado del que habla Margarita Rosa de Francisco; lo que te hace vivir, según Callejeros. Amor prohibido, dicen en la calle, como canta Dalila. El duele verte del guatemalteco que calienta el banco de suplentes con la camiseta puesta para incluirse en el futuro de esa mujer casada que tiene una vida hecha y un marido que aparece en la foto del bautismo del sobrino y la sala de los suegros. ¿Cuántos amores prohibidos? Como el del vecino casado que busca la aventura con la vecina (pero le sale mal: ella le dice al marido y menuda paliza para el vecinito con antojos) que canta Rubén Blades. Cuántos amores que gritan 'soy lo prohibido' sin por ello dejar de ser -de hecho, siendo más fuertes aún. Carry, que también sabe de hombres prohibidos, espera una mesa para comer con Ethan. Yo espero aquí, en el continente sur, en la ciudad que no duerme, espero una página web que nada tiene que ver con el amor prohibido. Y sin embargo, tampoco me deja entrar al sistema. Un amor no correspondido, como quien dice. Como el que finalmente Ethan siente por Carry, que duda y se queda en el andén de ese amor. Aunque vale la pena, porque Mr. Big la esperaba allá afuera, sabiendo ella sin saberlo.Cuántos amores prohibidos y amores que esperan. Debemos separarnos, no me preguntes más, dice Soledad Bravo o Eydie Gormé. Y no sólo canciones. Pedro y Guillermo, que inspiran la musicalización de esta noche.Pedro que enojado y dolido atiende el teléfono, después de haber sido echado como un perro a la calle. Atiende, huraño, arisco. Y Guillermo, que en realidad muere de amor, un amor prohibidísimo, lo llama y le cuenta la primera noche que había ido a un bar gay. Le cuenta ese amanecer, ese despertar para toda la vida. Ese momento, como decía Borges, en que un hombre sabe de una vez y para siempre quién es. Le cuenta y le pregunta al joven abogado 'qué fuiste a buscar'. 'Respuestas'. Pero al final, sólo confirmó lo que ya sabía. 'Vos sos todo lo que quiero', the one and only diría Adele. Ese amor que negarás para salvar tu dignidad. Amores prohibidos, como el del portero y la chica del Pent House que no le da ni pelota pero se encama con el vecino del seis, felizmente casado. Prohibido, como el diputado miembro del partido que se enamora de la colegiala de 15 al que le canta Ismael Serrano. Prohibido, porque nadie lo acepta, porque al final, aunque no haya ley de por medio, la chica de 24 que estudia italiano no se queda con el hombre de 50 que decide fingir que ella ha muerto al dejarlo por otro muchacho más joven. Esas extrañas parejas que en el fondo son condenadas, lo están desde un principio, pero a veces sólo se aprende recién al final, como canta un uruguayo. El pecado, del que nos habla Caetano Veloso. Ese beso que se da sin que se pueda comentar. Como canta Karina la decir que haría trampa con sólo desearlo a ese hombre que ya tiene dueña. Emanuel Ortega, al enamorarse de la mujer del mejor amigo y quererla a escondidas. Tantos amores prohibidos han de ser ciertos. La fruta de la discordia. Los infieles, de Aventura, en la voz del aún líder Romeo Santos que ahora hace propuestas indecentes a mujeres argentinas. Y yo aquí, esperando a una página web que no me quiere. Y Carry, eternizada en ese capítulo, esperando una mesa mientras se pasa la vida. Espero que al menos esta espera llena de amores que no pueden ser, en la voz de Alicia, me permita una sola correspondencia: el amor virtual del que habla Copani.
Tantos temas, tantas canciones. Músicos, artistas, ficciones. Y yo, que canto en silencio y en silenciosa espera, soy ese nombre que jamás fuera de aquí pronunciarás.
Soy lo prohibido.
Alicia Villarreal |
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