Perla Negra
No es una maldición: la perla negra de quien hablo no parece tener ni capitán ni marinero. Es toda ella pura luz, quizá luz de luna para las noches tristes. Toda ella, con esa voz mística y profunda, española, de Palma de Mallorca, joven. Una mujer que ha cantado con tantisimos artistas, de esos que uno siempre admira y que al juntarse forman la mejor de las constelaciones. Hoy quiero hablar de Concha Buika.
Es ella una hoja que el viento juntó en el otoño. Escribo mientras la oigo cantar "Somos", de su CD El último Trago, de 2009. Disco en el que también canta "Sombras", versión bella que hace con Luz Casal. Yo la conocía desde hace unos años, y recuerdo haberla visto maravillada en La piel que habito, donde aparece fugazmente, como suele hacer Pedro Almodóvar en sus recursos ilimitados pero tan personales (cómo olvidar a Caetano Veloso en Todo sobre mi madre o el tape de Chavela Vargas en ese bar donde Marisa Paredes se emborracha para no pensar más en su dolorosa vida en La flor de mi secreto). La conocía pero la semana pasada volvió a mi vida y es como si hubiera renacido, como si la hubiese vuelto a conocer, gracias al maravilloso amigo que tengo, JEW. Amigo que me envía un link que orienta toda mi semana, cada minuto de trabajo o distensión. "No habrá nadie en el mundo", del disco Niña de fuego, de 2008, que contiene además mi canción favorita, "Volverás". Y es que su voz en ese tema es el dolor de aquel que ha perdido y ha salido herido de una relación pero que sabe muy bien, y con hondo penar, que al mínimo pedido de perdón, va y perdona. Perdona, sabiendo que nadie en el mundo curará la herida que deja el orgullo de aquel que hiere. Nadie puede querer más que esta voz que te dice que al estar loca de amor sólo puede perdonar. Como cantaría el Cigala: "en vez de maldecirte con justo encono, en mis sueños te colmo de bendiciones".
Buika es el flamenco y el soul, un poco de blues y hasta un arreglo de jazz. Es el tango negro. Me canta "Soledad" como me canta "Canción de las simples cosas". Es la sonrisa tímida en el escenario pequeño y acogedor al que la invita Luz. Es la mirada intensa de la piel canela oscura que me canta al oído, en la intimidad de la noche; la voz que me pide que no parta ahora soñando el regreso. Porque las vueltas siempre duelen, dice Buika, y por eso es mejor irse de una vez y para siempre. Cómo sabe doler esa voz ronca y aguda, ronca de llorar sus penares. Una voz que no es nada simple y por eso ha de ser que el tiempo no la devora, porque como dice el Paz Martínez, viene desde siglos y del fondo mismo de la tierra. Una voz que llena al que la oye, con pasión, con tristeza, con luz de luna. Canta con Nelly Furtado, con Chucho Valdés, con Javier Limón...le hace un tributo a Chavela. Y me canta acerca de esa noche en la que llora por los mismos dolores y brinda con extraños. Y yo no puedo más que rendirme, con o sin testigos, a su voz magnificente, pero a la vez envolvente, que me lleva hacia lo más profundo del amor: su abismo.
Familia exiliada de Guinea Ecuatorial, me dice la web. Papá escritor, ex político, en Islas Baleares, refugiado en una comunidad gitana. ¿Cómo iba a llamarse de otra manera su primer disco en 2001? Mestizüo. Me entero que tocó con Mariza, una cantante de fado que adoro. Me entero que vive en Miami desde 2011, porque en su país es considerada una extranjera aún. La oigo cantar con Yasmina Levy y leo los premios que ha ganado. La música que salva. María Concepción Balboa Buika ha escrito poemas y es madre. Leo que una revista dice de ella "fuerte y espiritual". Me pregunto si hay algo más fuerte que el espíritu. Su padre la abandona a ella y a su madre y a sus cinco hermanos cuando ella tiene tan sólo 9 años. ¿Qué otra historia cabe? Leo que declaró en una entrevista:
"También he limpiado en casas y he trabajado en una sex line. Mis compañeras tejían o leían revistas del corazón mientras jadeaban. Con ese trabajo compré mi primera guitarra".
Buika cuenta esa amargura que no es amarga, como el llanto de Chavela. Cuenta su vida, la revista dice "polémica" o "excéntrica". Yo digo intensa. Me recuerda a ese deseo, mezcla de expresión y realidad, del que hablaba Miguel Hernández: dejar el corazón en el aliento. Creo que aquí hay una poeta y artista que también lo ha logrado. Canta:
Volverás,
y cuando tú regreses, amor,
verás cómo alguien más quiso ocupar
mi pobre corazón
por ti
Y ya verás
cómo tú a mí me pides perdón
Y yo, que ya estoy loca de amor,
yo voy y te perdono.
Canta Buika en este martes soleado y algo frío. Canta sus soledades, tal vez porque le sobran. Canta sus amores, mejores, peores, sentidos, olvidados, correspondidos o no. Canta con el corazón, con el estómago, con el cuerpo todo. Pero no seré yo quien cierre este breve artículo sobre esta nada breve cantante, esta mujer artista, mujer que siente y hace sentir. Mejor que se diga ella misma. Y dice:
"La influencia más fuerte que me ha regido siempre ha sido mi latido. He tenido un latido mucho más fuerte que el de mis miedos"
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