The flashy girl
She had style!
She had flair!
She was there.
That's how she became the Nanny!
Y sí. Los viernes de la eternidad nos llevan a estos momentos, a estos recuerdos. Pasaron muchos años desde que yo llegaba de la escuela a merendar a casa, después de la jornada completa, y con mi abuela mirábamos La Niñera (1993-1999). Cómo reíamos con esa mujer de pelo abultado y voz nasal que enamoraba igualmente al distinguido productor musical, el Sr. Shieffeld (Charles Shaughnessy). Y no sólo a él: también conquistó el corazón del irónico y a su vez siempre perfecto caballero inglés Nilce (Daniel Davis) y a los tres chicos traviesos que ninguna niñera jamás había podido domar desde la muerte de su joven y adorable madre. Madre que a su vez aparece en un capítulo como espíritu y le dice a Max que ella la había enviado a Fran Fain para que les devolviera la alegría. '¿Y por qué esa voz?' le pregunta él. Ella responde que siempre había pensado que sólo era un resfriado.
Fran (Fran Drescher) trabajaba como maquilladora y estaba por casarse con un hombre que no valía demasiado la pena, pero para ella el casamiento era un hito en la vida y además debía darse antes de los 30. Sin embargo, él la deja antes de casarse y además de un corazón herido, Fran pasa a ser un corazón desempleado. Y con más de 30, aunque siempre dijese 29.Y como si nada, va vendiendo cosmético puerta a puerta y en una de ellas es confundida por la nueva niñera de una mansión bellísima es un barrio ricachón. Y lo demás es comedia. Con un poco de amor y ternura. Porque la estructura es la misma: ella intenta convencer al padre de que deje hacer alguna cosa a los chicos; él es rígido y ella es la cómplice de los pibes que la aman y siempre lo logra persuadir; ella consigue una cita y siempre el tipo resulta ser un idiota pero en el medio Max finge que no le importa y luego muere de celos. Y de a poco, little by little, él se enamora de esta judía con ganas de casarse y ella se enamora de este inglés estricto que olvidó dónde tenía el corazón. Aunque ese proceso siempre sea al grito de '¡Señorita Fain!'.
Los chicos son tres: Maggie (Nichol Tom), Brighton (Benjamin Salisbury) y Grace (Madeline Zima). La más grande tiene los típicos cruces de una adolescente: novios que van y vienen, ganas de experimenta, las prohibiciones del padre y la complicidad de Fran a la hora de buscar consejos del corazón. Brian es el hermano revoltoso, el que menos estudia y el típico varón de 13 años que odia a las hermanas y todo lo que ellas hacen le parece tonto. Y Grace, la más chiquita y quizás la más desamparada, es una criatura psicoanalizada y al tanto de todo, pareciendo más madura que sus hermanos aunque también más frágil (de ahí su especial relación con Fran). Ella llega, sin experiencia, a la casa y se hace cargo de estos niños un poco comunes, un poco conflictuados. Los escucha, los abraza, les dice cosas que no tienen mucho sentido (y que el padre jamás sabrá) y hasta coquetea con algunos hombres en frente de Gracey, que debe siempre decir que Fran es la hermana y no la madre, para que parezca más joven (rebusques de pirata). Pero de a poco, la familia se recompone. Y aquí entran en juego algunos personajes que aunque sean satélites, forman parte del programa de manera vital y le dan esa sazón de la que nos habla Celia Cruz.
CC (Lauren Lane) es la socia de Maxwell de toda la vida y siempre tuvo ganas de casarse con él. Pero el Sr. Shieffield nunca la vio como mujer. Además, ella odiaba a los niños, igual que ellos a ella, pero fingía en frente de su socio para atraerlo hacia ella, lo cual nunca sucedió. CC siempre vio en Fran a una enemiga pero eso no importaría más el día en que se enamorase finalmente de su archi enemigo, el mayordomo Niles. Su humor irónico hacía que se generase siempre entre ellos una riña de bromas pesadas que terminaron en un beso apasionado cuando la familia se va de viaje y Niles se queda solo en la mansión, en ropa interior, con anteojos negros y cantando un rock en el living. Esta dupla maravillosa se suma a los personajes que vienen del lado de Fran: su madre judía, Sylvia (Renée Taylor), que no deja de comer ni un segundo; Yetta (Ann Morgan Guilbert), la excéntrica y fumadora abuela que usaba trajes deportivos noventosos y perdía la memoria constantemente; y Val (Rachel Chagall), la mejor amiga de Fran, medio tonta aunque de buen corazón. Todos estos personajes circulando alrededor de Fran le daban a la comedia un tono sencillo e inocente pero absolutamente eficaz y entretenedor.
Volver a la infancia implica muchas veces volver a esos pequeños momentos que fueron rutinas y que ahora son recuerdos. También se vuelve posible ese regreso al poder ver los capítulos (ahora ya en su idioma original) en YouTube o engancharlos alguna vez en la tele. Y así, sin piantar un lagrimón, uno vuelve a pasar por el corazón (re-cordar) esos minutos, esas horas de risas infantiles compartidos en un living de una casa donde los más chicos y los más viejos (aunque mi abuela me diría que viejos son los trapos) se reían de lo mismo. El o los momentos en que nos damos cuenta de que somos contemporáneos, pese a todo. Por supuesto que le dedico a mi abuela Maru este artículo. Y todas las fotos que nos devuelven a esa sala de estar lujosa de los Sheffield y a esa extravagante niñera de Queens que con sus enteritos y sus metidas de pata da vuelta toda la mansión y la llena de su color, que como diría un uruguayo, es el color de la alegría.
Comentarios
Publicar un comentario