El aguante
En el hall central del colegio secundario al que fui había placas conmemorativas de los cientos de chicos desaparecidos. Una en particular siempre me impactó (o mejor dicho, me impactó de una vez y para siempre). Era pequeña, apenas un puñado de nombres. Espejada. Ibas leyendo los nombres y probablemente no le prestaras atención a tu propia mirada reflejada. Hasta que la última línea decía "así se veían". Y sólo te quedabas con tus propios ojos, a la misma edad de muchos de los que habían sido secuestrados hace ya hoy 40 años. Imposible no identificarse, aunque ahora mismo sólo recuerde un nombre de los que aparecían (vaya palabra) en esa placa. Imposible no sentir en carne propia esa ausencia, esas muertes. Necesitar incluso saber de ellos, qué hacían, qué les gustaba, cómo se veían. De alguna manera entender por qué ellos (o si podría pasarnos a nosotros, o de si haber estado vivos en los 70 y en ese mismo colegio podríamos haber sido nosotros). Más allá de lo que me hubie...