Periodismo independiente. Periodismo de investigación. ¿Dónde tenés la custodia?
Los que tienen en qué ocupar oficialmente su tiempo -léase, Atos o el ya declarado desaparecido bajo una pila de libros de Gilles Deleuze Darth Vader-, van a la facultad, trabajan, tienen una vida interesante. Los demás, o sea, Porthos y quien suscribe, buscamos desesperadamente en qué pensar. Porthos se unió a una página de series británicas y en este preciso momento debe estar viendo el documental de cómo construir tu propio sable láser en 3 sencillos pasos. Yo, en cambio, me dedico a tomar sopa de arroz, seguir gente en Twitter, leer libros que ya sé cómo terminan, escuchar Sky Larkin y globalmente ser patética. Y, ocupación que últimamente me tiene bastante entretenida, investigar a la gente que me cae más o menos bien para decidir si me caen del todo. Mientras investigaba a Daniel Tognetti para decidir si lo banco (nota aclaratoria: sí. A muerte),un día vi en 6, 7, 8 a un santafesino que no cautivó mi atención inmediatamente porque estaba sentado a la derecha del padre, id est, Ed...
Si ustedes lo permiten,
ResponderEliminarprefiero seguir viviendo.
Después de todo y de pensarlo bien, no tengo
motivos para quejarme o protestar:
siempre he vivido en la gloria: nada
importante me ha faltado.
Es cierto que nunca quise imposibles; enamorado
de las cosas de este mundo con inconsciencia y dolor
y miedo y apremio.
Muy de cerca he conocido la imperdonable alegría; tuve
sueños espantosos y buenos amores, ligeros y culpables.
Me averguenza verme cubierto de pretensiones; una gallina torpe,
melancólica, débil, poco interesante,
un abanico de plumas que el viento desprecia,
caminito que el tiempo ha borrado.
Los impulsos mordieron mi juventud y ahora, sin
darme cuenta, voy iniciando
una madurez equilibrada, capaz de enloquecer a
cualquiera o aburrir de golpe.
Mis errores han sido olvidados definitivamente; mi
memoria ha muerto y se queja
con otros dioses varados en el sueño y los malos sentimientos.
El perecedero, el sucio, el futuro, supo acobardarme,
pero lo he derrotado
para siempre; sé que futuro y memoria se vengarán algun día.
Pasaré desapercibido, con falsa humildad, como la
Cenicienta, aunque algunos
me recuerden con cariño o descubran mi zapatito
y también vayan muriendo.
No descarto la posibilidad
de la fama y del dinero; las bajas pasiones y la inclemencia.
La crueldad no me asusta y siempre viví deslumbrado
por el puro alcohol, el libro bien escrito, la carne perfecta.
Suelo confiar en mis fuerzas y en mi salud
y en mi destino y en la buena suerte:
sé que llegaré a ver la revolución, el salto temido
y acariciado, golpeando a la puerta de nuestra desidia.
Estoy seguro de llegar a vivir en el corazón de una palabra;
compartir este calor, esta fatalidad que quieta no
sirve y se corrompe.
Puedo hablar y escuchar la luz
y el color de la piel amada y enemiga y cercana.
Tocar el sueño y la impureza,
nacer con cada temblor gastado en la huida
Tropiezos heridos de muerte;
esperanza y dolor y cansancio y ganas.
Estar hablando, sostener
esta victoria, este puño; saludar, despedirme
Sin jactancias puedo decir
que la vida es lo mejor que conozco.